Estaba alistándome para tomar un largo y tranquilizante baño de burbujas cuando escucho sonar el teléfono. Como sabía bien que Vicky contestará, no me preocupé por hacerlo.
- ¡Maite!, ¡te hablan! – grita Vicky.
- ¿Quién? – me pongo la bata. Por lo visto mi baño tendrá que esperar un poco.
- No sé, no pregunté – dice en la puerta de mi habitación, pero extrañamente sonriente -. Era voz de hombre.
- Sólo dámelo – tomo el teléfono de su mano antes de que se le ocurra decir algo más.
Ella sabe bien qué llamada estaba esperando, había sido parte del grupo de esa noche. Claro que ésta debió haber llegado hace varios días.
No estoy acostumbrada a que me hagan esperar.
- Seguro es la llamada que esperabas - alcanza a decir antes de que logre contestar. Fue bueno que tapara la bocina antes.
- ¿Bueno? – contesto dándole una mirada de advertencia a Vicky para que mantuviera la boca cerrada.
- Hola Maite, soy Daniel Montreal.
- Daniel… - finjo no acordarme. Es una buena táctica el parecer indiferente al principio, y no conocía a nadie que se lo mereciera más que él.
Se suponía que sabría de él de inmediato. Al menos eso siempre había ocurrido. Pero por lo visto él no había sentido lo mismo, ya que esperó casi toda la semana para reportarse.
Claro que sabía que los hombres no llaman de inmediato, pero jamás la habían hecho esperar tanto. Casi me había convencido que había perdido el interés en algún momento.
- El del bar. Fuimos a la casa de tu amigo, ¿recuerdas? – ¿era diversión lo que percibía en su voz?, ¿le parece divertido? Veremos.
- Ah, Daniel – sigo en mi postura de indiferencia -. Sí. ¿Y qué cuentas? ¿Qué has hecho? – a Vicky se le ocurre reír en ese momento, ganándose otra mirada de advertencia.
- He estado ocupado estos días, pero ¿qué te parece si vamos a cenar?
- ¿Y cuándo sería eso?
- ¿Te parece en una hora?
- ¿Hoy?
- Sí.
- Estoy algo ocupada y… - Vicky mueve los labios diciendo “oh, por favor”.
- Vamos, no te vas a arrepentir.
- No sé… - el tipo sonaba muy seguro, lo cual en cierta forma me gustaba, y al mismo tiempo me enojaba.
- Vamos – insiste.
- Está bien. Pero que sea en dos horas.
- Bien. Nos vemos entonces.
- Adiós – digo antes de colgar.
- Siempre consigues lo que quieres – dice Vicky desde su lugar.
- Sólo es cuestión de que sepas lo que quieres – le guiño el ojo antes de regresar al baño, y tomar una ducha en lugar de lo que había planeado.
Poco más de las dos horas que me había dicho, debido a que tuve que esperar unos cuantos minutos a que terminara de arreglarse, lo cual tenía el presentimiento había sido calculado; por fin estábamos cenando en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad.
Sabía que el lugar le encantaría. Y ya que era un buen cliente, no tuve ningún problema en que me asignaran una mesa de inmediato.
Una vez estuvo sentada, en lugar de colocarme frente a ella, opto por hacerlo a su derecha. De esta forma podría estar más cerca. Incluso estaba a mi alcance para cualquier contacto que pudiera obtener.
- Así que has estado muy ocupado estos días – dice una vez se retiró el camarero con nuestras órdenes.
Por su tono de voz, bien podría pasar por reclamo, lo cual no podía culpar. Era obvio que a ella no la hacían esperar.
Sólo que la verdad es que ni siquiera debería estar ahí. Estaba jugando con fuego, pero no me había podido resistir.
Me gusta, mucho, y no quería perder la oportunidad de tenerla.
Por lo visto, a pesar de las consecuencias.
- Sí. Cosas del trabajo, ya sabes. Hay un proyecto nuevo en el que estoy trabajando, y he estado metido en eso todo este tiempo – me inclino un poco hacia ella -. No creas que no lamento haber tardado tanto, lo hago.
- ¿Y en qué trabajas? – pregunta haciendo que el espacio que se había reducido entre nosotros, volviera a ser tan grande como al principio.
No cedería tan fácil, estaba escrito con letras mayúsculas en su cara.
- Bueno – me reacomodo en mi asiento captando la indirecta -, digamos que todo empezó con un viñedo que poseía mi familia, pero en la actualidad no sólo es eso. Nos hemos metido en otras ramas. Hemos adquirido otras empresas, y así. De hecho, justo el proyecto en el que estamos trabajando es sobre adquirir unas franquicias para que se manejen aquí en el país.
- ¡Vaya!
- ¿Y qué hay de ti?
- No, yo sólo soy una pequeña empresaria que va comenzando, de hecho. Acabamos de abrir una boutique mi amiga Vicky, la que vive conmigo, y yo. Claro, ahorita las ventas han estado muy bajas, pero esperamos que aumente en los próximos meses. Actualmente estamos trabajando en su publicidad, así que sólo esperamos que todo salga bien.