Usualmente era alguien valiente, que no temía, que confiaba en sí misma. Todo eso se había desvanecido en un segundo. El bosque de noche era oscuro, tenebroso y frio, esas criaturas que de día se ocultaban, salían en la helada dándole ese aspecto tenebroso al lugar. Nunca fui muy fan de la naturaleza, por eso mis visitas se reducían a excursiones del colegio o alguna que otra fiesta que se realizaba en el lago ¿Pero sola? Jamás. La única luz que tenía era la luna, tan blanca y brillante, y mi linterna, igualmente esas cosas seguían dándome poca visión. El vestido no me abrigaba para nada, tiritaba del frio con cada paso que daba, mis pies estaban entumecidos por estar descalza en la nieve. Amaba el invierno, pero en ese momento deseaba estar perdida en una playa del caribe. Dios, yo no era alguien mala ¿Puedes salvarme? Un aullido se oyó por la zona montañosa. Temblé, no de frio, si no de miedo. Lobos, el bosque seguramente estaba llenos de ellos y me comerían, nada quedaría de mí. Estaba perdida, sin señal, sin nadie que me ayudara, moriría congelada aquí o siendo cena de espeluznantes criaturas. Parecía una película de terror, donde todo lo sucedido me llevaba a escenarios tan cliché.
Corre…
No quería hacerlo, sentía que me perdería más y esa no era la idea. Lágrimas de desesperación comenzaron a salir de mis ojos, para lograr algo tenía que tranquilizarme y pensar, si lograba encontrar alguna marca en los arboles podría salir. En la época de caza, la gente que solía internarse al bosque lo señalizaba hasta llegar a una salida, servía de ayuda para cualquier persona que se extravié. Realmente no estaba segura de encontrar alguna, con el tiempo las marcas se perdían o se gastaban, lo que las hacía imposible de hallar… solo esperaba tener un golpe de suerte. Camine alumbrando todo a mi paso, poniendo atención ante cualquier cosa de color —que no sea verde, marrón, negro o blanco—, no encontré nada. Escuche pasos veloces por todos lados, me rodeaban ¿Qué cosa? Solo podía ver una sombra veloz que desaparecía en la oscuridad. Mi cuerpo reacciono como pudo, comencé a correr en dirección desconocida. Mis pies dolían de tanto frio o pisar ramas, algunas lágrimas se me escapaban por el dolor, si llegaba a salir de esto no podría pisar bien en unos días.
Deja de correr…
¡Frena!
El borde del acantilado me recibió, mierda, esto parecía la escena de alguna peli de terror, donde la tonta protagonista muere por correr a un estúpido lugar sin salida. Ahora sí que no tenía escapatoria, era internarme nuevamente al bosque o quedarme allí hasta que se haga de día, pero con el frio que se estaba levantando seguramente no pasaría de esa noche. Observe la hermosa vista que la altura me brindaba, entonces el recuerdo de un sueño vino a mi…
Una manada de lobos me perseguía, una Alina con un vestido blanco muy elegante corría descalza, la diferencia que había con la real era que aquella poseía el cabello blanco como la nieve. Al llegar al borde del acantilado (El cual era muy diferente, no era Crowdly) ellos me rodearon en un semicírculo, gruñían, se encontraban heridos. —Señores…lamento finalizar nuestra reunión aquí, pero debo irme— hablo esa Alina con una sonrisa pícara dando unos pasos al frente, se volteo y corrió al borde del acantilado para dar un salto elegante muy característico. Uno de los lobos aulló…
Sacudí la cabeza volviendo a la realidad o más bien un sonido me trajo a la realidad. El lobo negro que me cruce en la mañana se encontraba frente a mí, con sus ojos dorados observándome amenazante, parecían irreales. Fruncí el ceño. Alina concéntrate o esa cosa te matara. Se movió con pasos firmes, yo retrocedí. El escenario era algo así: el lobo daba un paso al frente y yo retrocedía, así hasta darme cuenta que no quedaba más suelo. Un paso en falso me hizo resbalar para finalizar cayendo. El aire se volvió pesado, un grito ensordecedor salió de mi garganta, estaba cayendo. El tiempo se detuvo, no podía sentir nada. Esperando un impacto contra el agua helada o piedras, las lágrimas inundaron mi rostro, pero nada llego.
—Estas a salvo—Una voz masculina inundo mis oídos ¿Qué? ¿Cómo era posible? Volví a gritar de terror, caí al suelo por el movimiento brusco pero el desconocido logro atajarme para estabilizarme. —Tranquila, estarás bien— eleve mi mirada, con mis manos limpie mi rostro empapado de lágrimas y observe a quien de alguna manera me rescato.
Un hermoso joven de ojos color fuego me sonreía amable, todo en él era rojo como el fuego o la sangre, me recordó un poco a la nueva directora que poseía facciones tan elegantes y perfectas como él. —Bueno, seguramente porque ella es mi hermana— me guiño un ojo, respondió como si me hubiera leído la mente. —Lo hago, linda—fruncí el ceño, debía irme. Miré a mi alrededor, solté un jadeo, me encontraba en una de las tantas entradas al bosque ¿Acaso estaba en un sueño?
No
Su voz retumbo en mi cabeza, me asuste. Me estaba volviendo loca, confirmado. Debía alejarme de ese loco lo antes posible.
—Si te vas, ellos te atraparan y te mataran o te torturan, te aseguro que nada bueno te harán— su voz era cantarina, esas palabras implantaron miedo en mi interior ¿Ellos? Y el anzuelo engancho al pez, todo lo sucedido en las últimas horas invadió mi cabeza. La cena, el baño, las voces, los gritos, Erick susurrándome que huya, el bosque, el lobo negro, mi ¿imaginada? Caída por el acantilado. ¿Cómo había llegado allí en apenas un segundo? —Debes de venir conmigo, yo puedo ayudarte a encontrar respuestas— lo mire con gracia, una parte de mi quería reírse.
—Claro, iré con un desconocido que puede matarme…—ni siquiera me dejo terminar que me interrumpió:
—¿Para qué salvarte y después matarte? —pregunto, touche, tenía un poco de razón.
#17603 en Fantasía
#6928 en Personajes sobrenaturales
hombres lobo peligro vampiros romance, brujas demonios angeles y amor, magia poderes romanticismo amistad
Editado: 06.09.2020