El legado mortal: La ultima Blavatsky

Capitulo 3. Los sueños son reales

 

 

De chica amaba fantasear, ya saben a qué me refiero, creo. A veces mi cabeza viajaba tanto que con nueve años era una fanática de las hadas, creía que ellas vivían en el bosque de Crowdly y que me esperaban para convertirme en una de ellas; un día me escape para adentrarme al bosque, eso nunca sucedió porque el Señor Linden —Un hombre tan tenebroso y poderoso— me encontró vagando sola por las solitarias calles, me devolvió enseguida, y yo llore un día entero. Mi vecino me arrebato esa inocencia diciéndome que esas cosas no eran reales. Con el tiempo crecí, seguía fantaseando, pero muy en el fondo sabía que ningún Salvatore vendría para enamorarse de mí y convertirme en una vampiresa, bueno eso hasta hoy. Mi mente repaso todos los libros de fantasía que había leído, tantos seres sobrenaturales plasmados…claro, de algún lugar tendrían que haber salido ¿No? La parte loca de mi quería creer completamente, la cuerda me decía que corra y llame al loquero. Mi mente era muy abierta, al sobrepasar los límites de lo que se llama realidad se cerraba con candado.

Es imposible—Pensé derrumbándome en el sillón de la sala de estar, el tal Hades me había dejado sola para “pensar” según él.

¿Qué tenía que ver yo con todo esto? ¿Era yo un ser sobrenatural? Digo eso sería fantástico y espeluznante a la vez. ¿Sabía mi madre, mi padre o Erick? La historia podría encajar perfectamente, yo era adoptada y tal vez venía con un pasado sobrenatural. Me reí de tan solo pensarlo, se me era imposible tomármelo enserio, mi mente se negaba a creer. Era mucho para procesar en tan poco tiempo ¿El lobo que vi ayer era un hombre? Cada vez que pensaba en el tema, una nueva pregunta se formaba y por ahora no tenía a nadie que me las responda. Yo era curiosa por naturaleza, necesitaba respuestas. Sabía perfectamente que el pelirrojo no iba a asesinarme, Erick había dejado una carta escrita a mano certificando que el tipo no era un lunático, por eso no me volví loca por completo. La volví a leer, palabras claras se hacían notar en su letra elegante:

“Ali, si estás leyendo esto es porque necesitas alguna prueba de que nada es una locura, no lo es nena…Sé que así parece. Te aseguro que Hades es de fiar, te protegerá hasta que vuelvas a mi lado. Confía en el… Te quiero, pronto entenderás todo”

La carta era sencilla, aunque me dejo una horrible sensación, la parte cuerda de mi decidió ceder ante las palabras de mi amigo. Había algo grande sucediendo, por más imposible que sonara, debía mantenerme con la mente abierta. Me pare del sofá para recorrer un poco la sala, observar por la ventana. Por lo que el joven me explico, aun seguíamos en Crowdly, solo que en una casa muy a las afueras y era fácil ocultarse de la civilización o eso entendí. La nieve caía con lentitud, el paisaje era bellísimo.

—Puedes darte un baño si quieres, conseguí esto. —su voz grave me saco de mi trance, lo observé entregarme un bolso, le agradecí.

Tenía ganas de sacarme esta suciedad, corrí al baño de la habitación en la que desperté. Mis pies seguían lastimados, por suerte el dolor era leve. Encendí el agua caliente, esperé un rato, me deshice de mi ropa rota y me metí bajo el chorro caliente. Deje que toda el agua me moje por completo, luego tome los productos y procedí a limpiarme toda. El agua se tiño de marrón que desaparecía para quedar clara, también un poco de violeta por el tinte de mi cabello. Hace un tiempo que decidí teñirlo, naturalmente era de un rubio casi blanco por lo que se me hizo muy fácil, eso me hizo pensar en el ¿Recuerdo, sueño despierta o visión? Que tuve en el bosque. Cada vez que recordaba las sensaciones que tuve en ese lugar, me estremecía por completo, se sentía tan real y lejano, como si otra persona habitara en ese cuerpo idéntico al mío. Jamás tendría tantas agallas de hacer lo que ella en ese momento, yo era valiente y decidida en otros aspectos, pero ni aun sabiendo volar me tiraría de un acantilado. Cerré la canilla del agua, me quede un rato pensando en todo, tome la toalla y me seque todo el cuerpo antes de salir de la ducha. En la habitación busque el bolso que anteriormente el desconocido me había entregado, me costaba llamarle Hades y me negaba a querer hacerlo, con todo el tema “sobrenatural” mi mente quería evitar pensar que tal vez estaba bajo el mismo techo que el dios del inframundo o algún demonio, porque si así lo relacionábamos temía realmente por mi vida. Abrí para encontrarme con toda ropa mía ¿acaso el había ido hasta mi casa, buscar en mi guardarropa y elegir? Una vergüenza me entro al pensar que él estuvo hurgado entre mi ropa interior.  Me coloque la ropa interior roja, una remera roja, una falda negra y unas botas hasta la rodilla, para no morir de puto frio me coloque un suéter rojo ¿Al chico le gustaba lo rojo? Parece que sí, porque casi todo lo elegido era de ese color ¡Hasta los jodidos abrigos! Había una chaqueta que no recordaba de su existencia hasta ese momento. El vestuario me recordó a Sabrina Spellman, me reí de solo pensarlo, ella era una bruja ¿Se imaginan que yo también lo era? Obviamente no, o no era la respuesta por ahora, pero esperaba que realmente NO. Baje las escaleras acomodándome mi pelo, el frio en la casa era presente y ni con un suéter podía calentarme.

—¿Acaso no conoces lo que es la calefacción? —le pregunté cuando me lo encontré bebiendo algo, me observo de arriba abajo y chasqueo con la lengua.

—Perdóname, pero para mí todo es caliente— hizo un ademan extraño con sus manos— a veces olvido que los “humanos” sienten frio— agrego unas comillas a la palabra humano, pronto el calor se comenzó a hacer visible en la casa…—Por cierto, estas fantástica con esa ropa— agradecí, me sentía cómoda con lo que traía, pero yo era más de azules, verdes, negros y no tanto de rojos.

—Si… note que te gusta un poco mucho el rojo— él se rio, señalo toda su persona. Su vestimenta afirmaba su amor por ese color. Una pregunta merodeaba por mi mente, no sabía si hacerla.




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