El legado mortal: La ultima Blavatsky

Capitulo 10. Pirámide de poder

La tensión era el personaje principal en ese momento luego del ataque de ira por parte de Hades, que además desato la furia del hada, Danae entro en la habitación rompiendo la puerta con su magia, alzando una espada y amenazando el diablo. Sus ojos blancos pasaron a negros, lo que provocaron cierto temor en mí. No pensé que podría ver a un ser tan sereno como ella en esa faceta, pero ella no iba a permitir que él me dañara. Se enojó aún más al ver las marcas que adornaban mi cuello, lo amenazo con devolverlo a los infiernos.

Fue entonces cuando recordé algo, fue veloz y casi lo olvido, pero me obligue e intente a recordarlo, falle. Solo sabía que ya hubo una batalla entre Hades y Danae, donde ella lo encerró en los fuegos infernales. No recordé, ni me comentaron los motivos de la pelea, pero algo me imaginaba con las piezas que mi mente iba uniendo.

Si no armaba el rompecabezas por mi cuenta, nadie iba a ayudarme o contarme las cosas.

El aura de paz volvió a Danae cuando echo al pelirrojo, su toque me curo en una fracción de segundos y me alivio toda la confusión que habia en mí. Sus manos cálidas tomaron las mías para tirarme, envolverme en sus brazos y susurrar: “Estas viva, estas bien, nadie te hará daño en mi presencia”. En ese momento también entendí que ella tenía un sentimiento de culpa y que seguramente en el pasado fuimos muy cercanas, me alegro en ese momento que habia alguien en quien confiar. Sabía que ella me guiaría para el bien.

Tu eres la debilidad de todos.

La voz de mi cabeza hizo aparición, no para molestar, solo hacer presencia y ser una observadora. Mucho tiempo ella me ayudo en muchas cosas, pero ahora no podía permitirme confiar.

La nieve caía a mi alrededor, era una imagen que me hubiera gustado fotografiar o pintar. A pesar de que sabía que hacia frio, no podía sentirlo, lo que se convertía en una pregunta para mi ¿Cómo era posible? En ese entonces no lo sabía, ni me esperaba lo que iba a pasar después. Ignore la extraña sensación que se formaba por el no sentir. Siempre fui gran amiga del frio y saber que, tal vez, no lo volvería a sentir nuevamente me entristeció. Estaba allí porque habia adquirido un nuevo conocimiento. Ante mis ojos, una hoja verde, flotaba en el aire, yo lo provocaba sin saber cómo y era magnifico.

—Iras aprendiendo de a poco, un día lo dominaras a la perfección— la voz de Danae hace aparición a mis espaldas, con un andar elegante, se posiciona a mi lado y me sonríe cálidamente— No podemos llevarte a Asdic, es muy peligroso y sé que aquí también, pero tenemos más control en el mundo humano. Deberás entrenar y para ello todos ayudaremos, vendrá alguien más…esa persona es medio intolerante, pero te tiene cariño, ya verás— abre un portal que por unos segundos me ciega completamente, se despide y desaparece de mi campo de visión.

No creo poder acostumbrarme fácilmente a este mundo sin sorprenderme todo el tiempo.

¿Alguien más? Creía que era suficiente con Arlet, Alexai, Hera, Hades y ella, claro no sabía que ninguno de ellos era brujo/a y para enseñarme sobre la magia debía hacerlo alguien con conocimientos. Sin duda la persona que Danae trajo es la más autoritaria y estricta que conocí.

 Deje de juguetear con las hojas cuando sentí el frio de golpe, era muy normal que eso me pasara ya que no tenía control total de mi poder y no sabía manejar lo de mi temperatura corporal. Corro a la casa para no congelarme, la nieve comenzaba a taparlo todo, pero cuando me sacudí pensando que tenía los pequeños copos, me di cuenta que no. La nieve en ningún momento me toco. Esa simple acción que pasó desapercibida ante mis ojos, fue hecha por mi inconsciente.

Por la voz, además de volverme loca, también me protegía.

La noche cae, la nieve no cesa. La casa se encuentra en un gran silencio, ni danae y Hades han vuelto, los presentes se mantienen entretenidos en libros y demás. Por mi parte no logro realizar ningún trazo, el bloqueo artístico me invadió completamente. Hasta intente escribir para poder liberar un poco mi mente de tanta tensión, nada funciono. Soy un espacio en blanco que da pasos en falsos. Envuelta en mis pensamientos y el aburrimiento, me quedo dormida.

 

Aullidos…

Frio…

Abro mis ojos de golpe tomando una gran bocanada de aire, estaba soñando que me asfixiaba…Miro a mis alrededores con extrañeza, bosque, me encontraba en el bosque. La helada provoco que me abrazara a mí misma, tenía la piel de ganilla y temblaba, no lograba adivinar si era de miedo o de frio. Admito que tenía mis noches de sonambulismo, pero esto era diferente, jamás habia llegado tan lejos.

Un aullido me hizo sobresaltar, dándome cuenta de mi situación, me pongo de pie para intentar saber dónde estoy. Nunca creí esas palabras que decían que en los inmensos bosques de Crowdly, en las partes menos visitadas, habia lobos. Recordando mi primera visita siniestra a este bosque y escuchando los aullidos, creo completamente en que si hay lobos aquí.

Soy mujer muerta.

Respiro hondo, intentos fallidos de calmar mis temblores, el aire helado me provoca una puntada de dolor en mi pecho.

Lo ignoro.

Sin darme cuenta, mi oído se agudiza capando pisadas veloces y agiles, un galope elegante. En una milésima de segundos, tengo a dos bestias frente a mis ojos aun adormilados. Por la poca luz que la luna me brindaba, noto que una de las bestias es de un blanco grisáceo, el otro por su parte es de un pelaje color crema y más grande de tamaño. Posicionados en forma de ataque, caigo en cuenta de quién es la presa de la escena.

Es un buen momento para perdonar al demonio.

Correr o morir, y digamos que, si me pusieran el laberinto, yo moriría a los cinco segundos. Tirarme por el acantilado tampoco era buena idea, moriría de frio, aunque era mejor opción que ser comida por lobos hambrientos.




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