El legado mortal: La ultima Blavatsky

Capitulo 12. El consejo

Retiro mi mano lentamente, sin perderme ninguna facción de su rostro. Debería ser ilegal caminar por el mundo con una belleza así, parece que exagero, pero Hades tiene algo que no se puede explicar. Cuando tocan la puerta, yo ya me encuentro alejada del pelirrojo, hablo para que entre quien este del otro lado. El rostro pasivo de minerva aparece en nuestro campo de visión, quien me observa completamente a mí:

—¿Cómo te sientes? —pregunta apoyada desde el marco de la puerta.

—Un poco cansada…—me rasco la nuca incomoda, se supone que debería estar al máximo, pero el cansancio es lo que me denomina. Mi respuesta le extraña a la bruja, que se acerca como una madre a su hijo enfermo.

Toca mi frente, mis pómulos y manos.

—No hay nada extraño ¿segura que es cansancio? —asiento, dudo en contarle lo que paso o no, pero Hades insiste dentro de mi cabeza.

“Por favor ya deja de hacer eso” Soy yo quien habla dentro de su cabeza y ni me lo puedo creer.

No se por donde a comenzar a relatarle el sueño o recuerdo, ni siquiera sé cómo clasificarlo, lo que, si se es que se sintió real, como si lo hubiera vivido. Intento no ponerme nerviosa, pero la situación no ayuda en nada, así que con voz temblorosa le relato todo. Parto desde que me puse a pintar para distraerme, en que horario sucedió y lo que vi, lo que sentí. En como caí a un lugar desconocido, las personas, las espadas, las palabras…me detengo antes de llegar al final. Se me vienen los minutos atrás, donde le proyecte a Hades ¿Servirá con ella también? Solo basta con intentar.

Acerco mi mano temblorosa a su mejilla morena, conecto mi mirada a sus ojos y la transporto a ese momento. Dura segundos, fue fugaz, pero lo pudo ver todo. Cuando abro los ojos siento mi boca pastosa, estoy sedienta y aún más cansada.

 

***

Trazo la última pincelada al cuadro, sonriendo satisfecha lo dejo secar sobre el atril y me felicito. La noche de luna llena habia pasado, ya no más sensaciones cargadas de mucha energía. Seguía teniendo cansancio, Minerva dijo que era normal porque no sabía administrar mi energía y lo ponía todo en una sola cosa, pronto aprendería.

—Alina…—Hades abre la puerta sin tocarla, el simple hecho que pronuncie mi nombre me estremece— Baja, por favor— me extiende su mano, la cual no tomo, solo me limito a bajar a la sala.

Estoy realmente confundida, tenía claro que conocería un montón de gente, pero no pensé que tanta y tan pronto. En la sala habia una mesa alargada, donde siete personas (incluidas Danae y Minerva) se encontraban sentadas. En mi rostro se expande una sonrisa incomoda, todos ellos me observan cautivados y sorprendidos, queriendo entender porque estoy allí de pie.

Son el consejo sobrenatural, quieren hablar contigo.

Me doy la vuelta observando al demonio, quien asiente para que me acerque a la mesa. Lo hago a paso lento, intentando no ser ruidosa y calmar el latido de mi corazón, que parece a punto de salirse de mi pecho. Mi lugar era en la punta, por lo que tenía la perfecta visión de todos y ellos de mí.

El consejo sobrenatural, no hay nadie más presente que los siete seres y yo, ninguno habla. Una mujer de cabellos rubios dibuja un símbolo dorado en la mesa, que se expande por toda la madera y da pie para hablar…no sé qué acaba de hacer.  Una mujer de cabello negro e intensa mirada me observa con asombro, sus facciones me recuerdan a Alex.

—Mi nombre es Erin Luviano— realiza un gesto de saludo y la imito por pura amabilidad— Es sorprendente tenerte aquí nuevamente…— por su rostro, puedo deducir que ni ella se cree lo que ve.

—Nosotros somos el consejo sobrenatural y sé que esto es medio imprevisto— antes de que siga, la rubia que dibujo el símbolo la detiene.

—Basta de tanta chachara, debemos hablar sobre cosas serias y ver si realmente es ella, puede ser una impostora y nadie mide eso— creo que a alguien no le caigo bien, su mirada era de molestia, como si mi presencia hiciera eso.

—Amina, por favor— la bruja le responde, no le molesta si le enoja o no— debemos darle tiempo para asimilar las cosas, ir lento, no podemos ponerla a prueba sin explicaciones— la tal Amina suelta un bufido e ignora las palabras de Minerva, nadie me habia hablado sobre ella así que no podía saber muy bien lo que era.

Mis dudas fueron respuestas minutos más tardes. El consejo sobrenatural está compuesto por ocho seres sobrenatural (a pesar de que existen aún mas): los cazadores eran representados por Erin Luviano, los ángeles por Amina Azair, los demonios por Eider, los hombres lobo por Lidon Nomdedeu, los vampiros por Myrna Novak, las brujas por Minerva Mermaneu, y como ya sabía las Hadas por Danae Antzas. La octava ser era yo, se suponía que la reina debía formar parte y era la cabecilla más importante de todas.  Yo soy la reina, por lo tanto, formo parte del consejo.

Eso me desencajo un poco.

No sabía cómo actuaba una reina, ni mucho menos tenía idea de leyes de su mundo o lo que fuere. Yo era una jodida adolescente con un estúpido destino escrito, estaba parada en medio de un caos y por mi inexperiencia no sabía a donde o como moverme, una mala movida y puede desencadenar grandes consecuencias. Yo no quería eso.

Me siguieron explicando cosas sobre esa joven guerrera, que no era yo, pero veía anhelo en algunos que deseaban que sí. Un comentario me dejo pensante en mi lugar: “Eres una bruja con sangre angelical y demoniaca” ¿Cómo era eso posible? También desencadeno otra duda, porque al escuchar eso vi un disgusto en la mirada del ángel rubio. Anote eso mentalmente y procure no olvidarme, para preguntarle a Danae o Minerva. Entonces, mi rapidez, mi audición evolucionada, la fuerza y el poder leer mentes, entre otros poderes que poseían, existían por mi sangre demoniaca. Ninguno me pudo explicar el porqué, se suponía que todas las brujas de mi linaje poseían sangre pura angelical, pero yo era un defecto…




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