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Durante los días siguientes, estuve preguntándole a casi todas las sirvientas que llevaban una cantidad de tiempo considerable en el palacio por información sobre la princesa perdida, el incendio y el porqué el rey dejó su lugar para dárselo a su sobrino.
Desafortunadamente, no tuve mucho éxito que digamos. Algunas me decían que no sabían mucho sobre el tema o me contaban lo mismo que me contó Miriam pero desde otro punto de vista. Otras simplemente me decían que no deberían estar hablando de eso en el palacio mientras miraban a nuestros alrededores con cautela. ¿Por qué era todo un misterio justamente ese tema?
Me encontraba frente a esa pintura de nuevo, me preguntaba ¿Cuál sería el gran secreto que ocultaba? ¿Tal vez tendrá alguna especie de mensaje en código morse con todas las respuestas al gran misterio? ¿Dónde estará esa flor ahora? Estaba tan distraída con mis pensamientos que no me fijé que una figura alta se posaba a mi lado, a una distancia prudente de mi mientras miraba la pintura igual que yo. Me di la vuelta para mirar a quien sea que fuera la persona que estaba a mi lado y palidecí al percatarme que no era ni más ni menos que el Rey. Dí un paso atrás mientras le hacía una reverencia a la vez que comenzaba a sentir mis mejillas calientes de vergüenza.
-Disculpe, su alteza, me distraje con el cuadro, ahora volveré a mis labores—. Me excusé torpemente mientras me daba la vuelta rápidamente para irme.
-No hace falta, no te preocupes—. Me miró por unos segundos con una sonrisa amable antes de volver a posar su mirada en aquella pintura.
Me di la vuelta y me quedé durante un par de segundos mirándolo antes de volver al lugar donde estaba antes y ponerme a unos cuantos metros de distancia del Rey, me sentía incómoda.
-Es una pintura hermosa, ¿No lo crees?—. Habló sin apartar la vista del cuadro.
-Concuerdo, es lindo—. Forcé una sonrisa.
-Es una pieza única, no hay ninguna igual. Fué hecho por el artista Adagny Durero—. Me informó mientras me miraba durante unos segundos.
-Ah...— Dije ya sin saber que decir. El silencio que se formó entre ambos era demasiado incómodo. ¿Qué se supone que debería responder a esto? «Ah, mira que interesante, cuéntame quién te preguntó» pues no, no puedo decirle eso. Así que dije lo primero que se me ocurrió. —¿Es una idea original o es de algún lugar...?— Me giré un poco para mirarlo.
Él también se giró para mirarme mientras hablaba. —Acertaste, es de un lugar. Es el lago de polares, supongo que lo conoces, ¿No es así?—. Inquirió.
-En realidad, no. ¿Dónde está?—. No pude evitar demostrar mi curiosidad.
Se le vió algo sorprendido al escucharme decir que no lo conocía. —Pasado el bosque de Brumas. Me sorprende que no lo conozcas, ¿Ni siquiera por diarios?—. Frunció el ceño inquisitivo.
Negué con la cabeza. -No, no he tenido la oportunidad de ir o investigar sobre eso pero muchas gracias por brindarme algo de su conocimiento, Alteza. Y con permiso, iré a cumplir con mis labores—. Hice otra reverencia antes de darme la vuelta y escabullirme por los pasillos.
Se limitó a asentir mientras se daba la vuelta y seguía mirando la pintura durante unos minutos antes de finalmente retirarse de allí.
Eso fué demasiado incómodo, pero al menos sabía un poco más sobre el cuadro, ahora solo falta averiguar el por qué le dieron el lugar a él y que ocurrió con la princesa perdida. En resumen, me falta todo.
En la noche, en el momento libre que me quedaba antes de que mi turno terminara fui a la cocina, dónde sabía que estaría Miriam. A metros de distancia podía distinguir el delicioso olor a comida. Entré a la cocina y me senté en uno de los taburetes mientras Miriam me miraba de reojo sin dejar de cocinar algo que parecía una sopa de espárragos.
-¿Y bien? ¿Qué lograste averiguar?-. Inquirió.
Me senté en uno de los taburetes y apoyé el codo sobre la mesa mientras posaba mi mejilla en la palma de mi mano. —No tuve mucho éxito, solo logré saber quién era el autor de la pintura y en dónde estaba el lugar—. Resoplé con aire desilusionado.
-¿Solo eso lograste descubrir en toda la semana? -Frunció el ceño mientras me miraba desde su hombro-. Creí que ya tendrías toda la información necesaria para poder llegar a una buena conclusión—. Volvió a lo suyo mientras estaba atenta a mi respuesta.
-¿Sabes que es todo un misterio esto? Es complicado encontrar información, sobre todo porque no tengo ni siquiera diarios de ese entonces—. Resoplé sacando una pelusa molesta de mi uniforme.
Miriam sonrió como si se le hubiera prendido un foco de ideas y apagó la cocina mientras se limpiaba las manos con el delantal. —Yo sé dónde podemos encontrar, espérame aquí—. Me hizo un gesto con la mano para que la esperara y se fué a su pequeño cuarto. Luego de un par de minutos, volvió con una caja de cartón en las manos. —Aquí está.
—¿Adentro hay noticias del incidente?—. Pregunté mientras recibía la caja.
Asintió con la cabeza. —Así es, debe haber más de alguno allí, trata de buscar del año 53—. Me dió una de sus amables sonrisas antes de volver a hablar. —Ve a investigar eso, yo terminaré de limpiar aquí, a fin de cuentas, no es mucho lo que hay que hacer, está casi todo limpio.
-¡Muchas gracias, Miriam, de verdad!—. Exclamé entusiasmada mientras la besaba en la mejilla y me iba casi que saltando de la emoción.
Apenas llegué a mi habitación cerré la puerta y puse la caja en un pequeño escritorio que tenía. Limpié un poco el polvo del exterior de la caja antes de abrirla y buscar entre los periódicos uno del año 53. Luego de un rato buscando, finalmente pude encontrar unos cuantos artículos sobre el incendio y la desaparición. La mayoría solo contaban que había ocurrido un robo en el palacio y para evitar dejar evidencia, le habían prendido fuego y que rápidamente se había expandido por el pueblo, dejando a muchas personas sin hogar. Hojee los diarios hasta finalmente encontrar uno sobre la desaparición.