El legado Pendragon I: En busca de la Leyenda

Capítulo 8

Se me hizo imposible contener la sorpresa al oír las palabras del mago mientras lo miraba con los ojos abiertos como platos. No esperaba una fiesta al regresar, o que me nombrara reina, y mucho menos en aquel momento, más aún sabiendo que no recuerdo nada de aquella vida. 

No sé cuánto tiempo pasó mientras Aldair me contaba todo el procedimiento de aquel festejo, empezando desde la llegada de todos los invitados y una gran presentación donde tendría que comenzar un baile, el cual todos seguirán tras de mí, hasta el gran discurso que concluirá con aquella corona sobre mi cabeza, esa corona que había llevado mi madre antes que yo.

Mientras lo escuchaba, no podía pensar en que yo no debería estar en aquel lugar, yo no sé nada de ser una reina, y menos de gobernar aquel lugar. Era cierto que había leído muchas historias sobre Camelot y el rey Arturo en el año que estuve en aquel pueblo, pero de ahí a ver que nada de eso era leyenda, sino real, y además ser parte de todo, era muy difícil de digerir en tan poco tiempo. 

-Lo siento, pero no creo que sea una buena idea. Aún no recuerdo nada de este lugar, no sabría que hacer en ninguna circunstancia. – dije con algo de temor en mi voz mientras observaba todos los preparativos para aquella noche. 

-No debe tener nada por lo que preocuparse. En este año sin nadie que ocupe el trono todos los miembros de la mesa redonda, junto conmigo, hemos podido resguardar las puertas del reino. Pero ya ha podido ver la diferencia de la gente al saber que la legítima heredera ha llegado al fin. Sois la esperanza de toda esa gente, después de haber pasado una muy dura batalla con grandes pérdidas. – las palabras del mago me llegaron al corazón haciendo que me diera cuenta de las circunstancias de aquel momento. – Solo necesitan a alguien en quien creer, para cuando vuelvan los malos momentos, poder andar con seguridad por sus propias calles, sin miedo a ser atacados en cualquier momento, como han estado todo este año atrás. Nosotros nos seguiremos encargando del resto hasta que esté preparada para tomar el mando. – terminó el anciano colocando una mano sobre mi hombro sintiendo como me inundaba de seguridad. 

Le devolví enérgicamente la sonrisa que me ofrecía antes de mirar a mi lado, percatándome de nuevo de aquellos dos majestuosos tronos que presidían la enorme sala. Detrás de ellos volví a ver el cuadro donde aparecía pintada, junto a mis padres, esta vez sin el velo negro que lo cubría la primera vez que pasé por ahí. Caminé un par de pasos hasta llegar a los tronos, y los miré de nuevo algo dubitativa, pero alcé la mano hacia uno de ellos rozando el terciopelo rojo que tenía en el respaldo y suspiré volviendo a apartar la mano. 

-Le aconsejaría que regresara a sus aposentos para descansar, en unos instantes avisaré para que vayan a ayudarla con los preparativos. La celebración comenzará al atardecer. – Aldair concluyó sus palabras con una leve reverencia antes de apartarse varios metros andando, pero se detuvo y continuó hablando. – Y por supuesto me he enterado de su intervención con el señor Collen, si lo desea será un invitado más, sin guardias. Confió en su criterio con ese joven. 

Terminada esas palabras desapareció entre el bullicio de la gente que seguía preparando el gran salón para aquella tarde, y yo me quedé unos segundos más allí, asimilando lo que acababa de ocurrir hasta que me decidí a volver a la habitación, y al llegar me encontré de nuevo con Kyle, que estaba de espaldas en el balcón apoyando sus brazos en el muro de piedra mientras miraba al casi sin pestañear. Me acerqué con cautela a las puertas y piqué levemente el cristal de ésta para que se percatara de mi presencia, hasta que se giró casi de inmediato al escucharme. 

-Hola. No sabía si querías que me quedara aquí o no, después de lo que pasó, no quiero seguir molestándote. – dijo casi como si lo hubiera estado ensayando, con una gran velocidad, pero yo negué con la cabeza mientras me acercaba a él observando el paisaje que segundos antes él visualizaba ensimismado. 

-No te preocupes, está bien. – no podía apartar la vista de aquel lugar, se veía hermoso, con enormes montañas de un verde muy llamativo en el horizonte y un río serpenteante que se perdía entre ellas. 

-Me han contado de la celebración que habrá esta noche. – escuché a Kyle mientras volvía a la misma posición en la que lo encontré, pero junto a mí esta vez. – Debes estar bastante nerviosa por la coronación, ¿no es así? 

Ante su pregunta solo pude suspirar bajando la mirada hacia mis manos, volvía a tener las dudas de si sería capaz de sobrellevar todo esto y poder gobernar este reino, ni sabía si volvería a recuperar la memoria para al menos saber cómo comportarme. Sentía que no pertenecía a este mundo, nunca me habría imaginado como princesa heredera de la corona ni nada que se le pareciera. 

Antes de que pudiera seguir vagando por mis pensamientos pude sentir la mano de Kyle rozando mi mejilla con delicadeza haciendo que alzara la mirada hacia él, que me brindaba una de esas sonrisas que hacía que me olvidara de todo lo que estaba pasando a mi alrededor. 

-Todo saldrá bien, no debes preocuparte tanto. Aldair estará a tu lado, al igual que todos los miembros de la mesa redonda para guiarte y asesorarte en lo que necesites en lo que recuperas tu memoria. 

De nuevo la voz de Kyle calmó mis nervios haciéndome sonreír de nuevo y no pude evitar recordar todo lo que habíamos pasado hasta que llegamos aquí, me había ayudado desde que nos encontramos con Alistar en aquel callejón hasta que supo que estaba a salvo de nuevo, y yo se lo pagué dudando de su palabra. Casi sin pensarlo dos veces me acerqué a él rodeándolo con mis brazos intentando transmitirle con ese abrazo todas las disculpas que pudiera. Cerré los ojos de nuevo embriagándome de su aroma, recordando de nuevo mi infancia junto él, y sonreí dejándome llevar de nuevo por ese momento.




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