El legado Pendragon Ii: El renacer

Capítulo 1

El caos reinaba en la habitación, las voces nerviosas de los caballeros de la mesa redonda se entrelazan en el aire como una sinfonía de preocupación. Algunos de ellos reflejaban incertidumbre y desesperación mientras intercambiaban miradas preocupadas. Entre otros de ellos, las conversaciones se entrecruzan como hilos de un complicado telar. El sudor en las frentes de la gente se mezclaba con la tensión en el aire mientras todos se esforzaban por mantener la calma aunque por dentro les embargaba el miedo, en lo más profundo de sus corazones todos compartían la misma sensación de impotencia y angustia ante lo desconocido.

Discutían frenéticamente las posibles soluciones tratando de pensar con claridad en medio del caos reinante, aunque nadie hiciera nada por detener la algarabía. Salvo una persona que se levantó de su asiento con un golpe de su mano contra la gran mesa. 

—¡Ya basta!— El silencio se instauró en la sala un segundo después de que Elliot Pendragon pronunciara esas palabras. 

Todos los caballeros miraron avergonzados su silueta frente a una de las enormes cristaleras de la sala. Sus ojos azules mostraban la profunda ira que sentía en esos momentos, tras varios segundos en silencio, ninguno de los caballeros se atrevió a decir una sola palabra, por lo que el rey les dió la espalda con un gruñido de desaprobación. 

—Han pasado dos semanas desde que estamos de vuelta, y en todo este tiempo no han hecho más que echarse la culpa los unos a los otros, sin dar soluciones de ningún tipo.— dijo mirando la inmensidad de su reino, esta vez con la mirada triste.— Ninguno ha sido capaz de explicarme el motivo por el cuál, la única persona con vuestro título, que salió a traer de vuelta a nuestra hija, es la misma persona a la cuál expulsaron del reino. Ninguno ha sido capaz de dar argumentos válidos para convencerme que era una buena idea quedarse encerrados aquí mientras ella arriesgaba su vida por todos vosotros.— Volvió a mirar a sus caballeros observando sus rostros uno a uno.— Vosotros, los que jurasteis proteger el reino, y a todos los que lo habitan. 

El silencio volvió a instaurarse entre los caballeros de la sala, hasta que uno de ellos se levantó con la mirada puesta sobre la mesa. 

—Todo ha sido culpa mía, mi Rey. No he sabido tomar las decisiones correctas en su ausencia.— Hervé apretaba los puños con fuerza junto a su cuerpo, esperando el reproche por parte del rey, pero no fue así. Con un pesado suspiro, el rey hizo un gesto al resto para que abandonaran la sala, a lo que todos obedecieron sin decir una palabra.  

En el momento que el general Mackay dio media vuelta para irse junto al resto, el rey lo detuvo sujetando su brazo y ambos se quedaron en silencio hasta que el último de los caballeros salió por la puerta. 

—No tienes que defenderlos de esa forma sabiendo que eras el más sensato de esta sala.— dijo Elliot colocando la mano sobre el hombro de su amigo. 

—Eso no quita que no haya sido capaz de mantenerlos a raya.— el general bajó la mirada avergonzado, no se atrevía a mirar a su amigo a la cara después de todo lo que había pasado. 

—Hervé, no es culpa tuya que no quisieran hacerte caso.— La mujer tras de ellos, habló por primera vez en todo el tiempo que había durado aquella reunión. Apartó la mirada de las vistas que había a través de la ventana para mirar al general con una mirada llena de tristeza.— Es muy probable que aún estén recelosos por nuestro regreso, ni siquiera nosotros lo entendemos del todo. 

Y así era, hacía más de un año habían muerto, ambos recuerdan ese día, pero lo sienten como si hubiera sido un sueño del que despertaron de repente, como si no hubiera pasado tiempo desde su muerte. Lo primero que vieron fue a una jóven de ojos negros que los miraba con lágrimas en los ojos, una jóven que ambos recordaban muy bien pues había estado años viviendo y estudiando en el castillo junto a su hermano. Más tarde ésta les contó todo lo que había pasado, y aunque al principio ninguno comprendía el hecho de haber vuelto a la vida, no encontraron motivos en que Hillary y Eric estuvieran mintiendo.

No les costó creerles cuando vieron las condiciones en las que estaba Kyle, de inmediato lo llevaron junto a ellos al palacio para hacer lo que fuera necesario para que se recuperara, y aunque a veces tuviera signos de mejoría, no despertó en esas dos semanas que han transcurrido.

—¿Sabes algo del estado de Kyle?— dijo Megan aún con tristeza.

—Iba a hablar con Aldair al acabar esta reunión.— Hervé seguía con su postura firme, lo que ambos notaron y Elliot colocó su mano sobre el hombro del general con una leve sonrisa. 

—Te acompañaré, nos vemos en unos minutos.— dijo terminando la frase mirando en dirección a la reina, a lo que Hervé asintió, inclinando la cabeza a modo se reverencia antes de abandonar la sala. 

—¿Cuándo le diremos que Arlen sigue con vida?— Megan sentía un nudo en su garganta y miraba a su esposo buscando algo de compasión por su amigo.— A mí me gustaría que me lo dijeran, si supieran que nuestra hija sigue con vida.

En esas últimas palabras, el rey soltó un pesado suspiro apartando la mirada de nuevo hacia la ventana mientras sacudía la cabeza. 

—Nunca se perdonaría a sí mismo si se entera de que su hijo fue partícipe en todo lo ocurrido. Prefiero esperar a saber si lo hizo por decisión propia o si fue manipulado a ello.—— dijo Elliot colocando sus manos a la espalda. 



#5887 en Fantasía
#6803 en Otros
#852 en Aventura

En el texto hay: amor, magia, reina

Editado: 30.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.