—Niña ¿de qué hablas? —Marina me mira asustada
—Estamos en el barco equivocado —escondo mi rostro en ambas manos — Vamos al Oriente
—Mi niña —levanto el rostro y limpio mis lágrimas
—Leí acerca de su cultura hace tiempo, la mujer no es valorada, es vista como una mercancía —Marina se santigüa —Aunque es lo mismo que en Londres, papá me ha vendido al mejor postor.
—No te ha vendido...
—Lo hizo, ese hombre accedió pagar las deudas de juego de papá a cambio de que yo fuera su esposa —una lágrima rodó por mi mejilla —Ese hombre ya no es mi padre, creo que él murió junto a mi madre
—Mi niña —Marina sujetó mi mano entre las suyas
—Marina, sabes que es verdad, se dejó vencer por el dolor, se volvió irresponsable, jugador, perdimos nuestro hogar, donde fuimos felices con mamá... él siempre me dijo que dejaría que yo me casará por amor sin embargo ya no piensa igual —sorbi las lágrimas con mis labios, abrace por la cintura a Marina y lloré como cuando era una niña —Me comprometió con ese hombre sucio, apuesto que por su mal olor debe bañarse una vez al mes, sus calcetines debe quitárselos tiesos, su cabello se ve sucio, yo no soportaría tenerlo cerca... el olor de su boca es nauseabundo —mi cuerpo se estremeció al recordar la noche en que papá me anunció que me casaría, lo miré atónita pero casi morí de dolor al saber a quién me había destinado como esposa, lloré y le suplique que no me condenara a esa vida pero el hombre compasivo que conocí toda la vida ya no existía, en su lugar estaba un hombre con la mirada vacía, estaba segura que no había prestado atención a mis palabras, ni a mi llanto.
Sólo respondió que estaba decidido, que en menos de un mes sería esposa, sin más se dio la vuelta para salir de mi habitación.
Me tiré en la cama para llorar desconsoladamente y en ese momento a mi mente llegó el recuerdo de mi tío Albert Arevalo, había conocido a su esposa Tshilaba y me había caído muy bien, era una gitana que me contó una fantástica historia acerca de la maldición de amor sobre nuestra familia... le creí y desde ese día, esperé con ansias a mi alma gemela.
Mamá era una mujer muy buena y me había dicho que la esposa de tío Albert era alguien de un gran corazón y que había llevado felicidad a mi tío.
Me levanté de la cama y tomé la decisión de ir en busca de mi tio, estaba segura que él no me echaría fuera de su casa y no me equivoqué, ellos me recibieron con los brazos abiertos sin embargo papá también pensó que yo había corrido en busca de mi tío.
Ese día había salido a pasear al parque y cuando regresaba, vi el carruaje de papá y su escudo. Mi corazón pálpito al saber que me había encontrado, entré sigilosamente y escuche la discusión entre los hermanos.
Mi tío se negaba rotundamente a dejarme ir, menos para casarme con un completo extraño, le habló de la maldición de amor y de que yo tenía derecho de conocer a mi alma gemela, papá lo tachó de loco y yo... ese día decidí que no iba a permitir que un hombre tocara mi mano, no quería sufrir como lo estaba haciendo papá, él había cambiado drásticamente con la muerte de mamá y yo no quería eso para mí vida.
Papá amenazó a mi tío de enviarlo a la cárcel por secuestrarme, antes de irse. Le aseguro que iba a regresar por mi.
Ese día decidí irme muy lejos, donde papá no me encontraría.
Tocaron la puerta y me sobresalte, Marina se separó de mi, su mirada me recorrió asegurándose que yo estuviera presentable, aunque sabíamos que ella no dejaría que alguien entrara a la habitación.
Pude ver aquel hombre con un turbante igual que el Malik, sólo que era mayor.
—Mi nombre es Qadir, vengo en nombre del Malik, él la invita a desayunar en su mesa.
Sonrei
—Gracias pero tomaré mis alimentos en mi camarote —él hombre abrió los ojos de una manera exagerada, podría jurar que trago grueso, saco un pañuelo de seda y se lo pasó por el rostro.
—Lady Adele, rechazar al malik es una gran ofensa, es un privilegio que él la invite a su mesa.
—Gracias pero comeré en mi camarote, me siento indispuesta.
Él me miró, soltó un suspiro
—Lady Adele, por favor, prepárese para desayunar con el Malik
—Dije que me siento indispuesta, este puede ser el barco del Malik pero yo decido donde tomaré mis alimentos.
Qadir palideció pero no dijo nada, solo hizo una reverencia y se marchó
—Creo no deberías ser descortés
—Mírame Marina —señaló mi rostro —debo tener los ojos y la nariz roja de tanto llorar.
Ella asintió y suspiró.
—No conozco al tal Malik pero a juzgar por la reacción del señor Qadir y los hombres que venían con él, debe ser un déspota.
Ishaq
Qadir se inclino hacia mi e igual los hombres que lo acompañaban.
—Mi señor, hice lo que me pidió pero lady Adele se ha negado a acompañarlo en la mesa —cerré los ojos, en mi país era una ofensa total lo que ella había hecho, como Ishaq lo hubiera dejado pasar pero yo ahora era el Malik y no podía ser débil.
Me puse de pie, ellos se inclinaron más ante mi
Me giré y me dirijo hacia su camarote, toque y mire a la mujer mayor que abrió los ojos de par en par.
Entre a la habitación y tome a Lady Adele entre mis brazos, ella gritó, me golpeo con sus pequeños puños sin embargo no la solté, la llevé a la mesa, mi gente se inclinó y bajó el rostro.
La senté en la silla y ella me miraba furiosa.
—¡Es una bestia! —grito furiosa
Los hombres se pusieron de pie, sin levantar el rostro y salieron del comedor.
Qadir miraba el suelo esperando órdenes.
—Que sirvan el desayuno —él se retiro sin dirigirle una sola mirada a ella.
—Está bestia la invito a desayunar de una manera cortes como mi invitada, sin embargo usted se negó, si estuviéramos en mi pais, ya estuviera en la mazmorra del palacio sólo con agua y pan
—¿Palacio?—asentí furioso—¿Qué rayos es un Malik? Lo tratan como si fuera un dios —se cruza de brazos molesta.