Aunque ahora podía visitar el estudio de Malquiur cuando quisiera, Aredia seguía teniendo el horario ajustado a las necesidades de su familia, trabajaba en la cafetería o iba a comprar víveres con su hermana.
-¡Pst!-estaban saliendo del mercado cuando llamaron su atención-¡Aredia!
-¡Simón!
-Ari, ¿Qué haces?-pregunto su hermana, al ver que se acercaba al diminuto vagabundo.
-Me alegra verte, tengo un caso para Malquiur-saco un papel de su abrigo y Aredia hizo a tomarlo-no tan rápido, ¿Qué puedes darme a cambio?
-Tal vez…-rebusco en la bolsa de compras-¿un helado de yogur?
-Es un trato-le entrego el papel-espero vengas a visitarme alguna vez.
-Apenas pueda, te llevare los avances del libro, gracias-Simón hizo una reverencia y se perdió entre el gentío.
-¿Ahora hablas con vagos?
-Se llama Simón y es un amigo, ¡Taxi!-su hermana le miro con preocupación-volvamos rápido, tengo que ir a trabajar y necesito cambiarme.
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Hora y resto después…
-“Blood of Valaquia”, aquí es.
De día los letreros de neón pierden la gracia pero el Valaquia se las arreglaba para compensar, con su fachada de fibra de vidrio, su fila de ventanas en forma de diamante y su aspecto redondeado, parecía una robusta caja de joyería instalada junto a la calle.
-Según el reporte de Simón en este club se han experimentado fenómenos paranormales, artículos que desaparecen, cosas que se mueven de lugar, ruidos extraños y al menos cuatro avistamientos de una chica espectral.
-Que susto.
-No hay nada como jugar al caza fantasma, de una vez te lo digo, pero primero necesitamos el permiso del dueño.
El dueño del club era un hombre muy apuesto llamado Damien y no le hizo mucha gracia que a su club se presentara un detective con pinta de venir de carnaval, lo de la chica fantasma le tenía irritado, al principio fue bueno para el negocio, atrajo a los curiosos, pero las quejas de objetos desaparecidos seguían acumulándose y sus empleados estaban todos tensos, la portera había renunciado apenas ayer, alterada por los ruidos que venían del club cuando se suponía que no había nadie dentro, probablemente ella había ido por allí con el cuento.
-¿Dicen que pueden deshacerse del fantasma?
-Primeramente investigaríamos a ver si es un fantasma de verdad, nunca se sabe, podría ser la combinación de moho en las paredes junto a un ladronzuelo de manos largas, en cualquier caso una vez determinado el problema le buscaremos solución.
-¿Y cuanto me va a costar?-al parecer el lujoso club era lo único en lo que aquel hombre gastaba dinero sin pensar.
-Dada la naturaleza de mi oficio no cobro hasta entregar resultados.
-Debería mandarles por donde vinieron-rezongo, debía tomarles por un par de estafadores-pero esta situación ya se me está saliendo de las manos, justamente hoy desapareció mi chequera con varios cheques que deje firmados.
-Usted llame al banco para que estén atentos y nosotros nos encargaremos aquí.
-Abrimos a las nueve, ¿pueden hacer algo para entonces?
-Primero quisiera conocer a los empleados, tomar sus declaraciones y dar un recorrido por el club.
-A estas horas solo esta Luka, se encarga de la bodega, les llevare.
Aredia había estado mirando y tomando notas mentalmente, la impresión de que era un joyero gigante no se le iba, la barra era moderna y las botellas atrás eran un hermoso catalogo de colores, los taburetes tenían colcha, había un escenario con muchas luces rodeado de mesas y dando espacio a una pista de baile con losa cristalina, aquello de noche, con las luces, debía ser para dejarlo viendo puntitos a uno, alcanzo a su jefe cuando cruzaban la puerta más inmediata a la barra, tras un pequeño pasillo, y entraban a la bodega, una contrastante zona de concreto frio y gris donde se guardaban botellas en cajas sobre anaqueles y cualquier otra cosa que le club proveyera, un muchacho estaba ocupado acomodando mercancía recién llegada.
-Buenas tardes, señor Tepes-debía tener unos dieseis, diecisiete-llegaron los vinos.
Editado: 18.02.2019