El Libro de las Especies

30-La Luz de las Hadas

Malquiur tenía la sensación de que había esquivado una bala sin querer.

 

Aredia tenía sentimientos por él y había estado a punto de declarársele, lo que habría sido un desastre al no poder manejarlo y acabar rompiéndole directamente el corazón, gracias a Dios Juliet apareció para poner las cosas en su sitio pero estaba apenadísimo con ella, no soportaba verla triste.

 

La mescla de agobio y alivio se tradujo en un antojo que le hizo consumir un bote de helado entero con jarabe antes de irse a la cama, soñó que era un diente de león atrapado en un zarzal rojo y que Aredia trataba de sacarlo de allí, pero las espinas herían sus manos, despertó al notar una luz tras sus parpados y mucho calor.

 

-¿Qué hora es?-se miro la mano y se incorporo-¿estoy brillando?-bajo la vista-¡Ay Dios, estoy desnudo!

 

Estaba brillando, estaba desnudo y estaba… ¿en una cueva?, no, las cuevas no eran blandas, el suelo era blanco, el techo y los muros azules traslucían la luz del exterior revelando una estructura de hilos…un momento…se levanto al notar una corriente de aire frio y la siguió hasta salir a un precipicio, miro había abajo y vio un par de pantuflas gigantes, entonces lo entendió, aun estaba en su cama, ¡pero se había encogido!

 

-Ok…a ver, Malquiur, considerando que la magia existe vamos a dar por hecho que no estás soñando… ¡Auxilio!

 

Mirrors salió de debajo de la cama y se le quedo mirando, ojala no le tomara por un juguete, de pronto oyó que la puerta principal se abría y pensó que quienes tenían la llave.

 

-¿Aredia?-su alegría inicial se convirtió en pánico-oh no, no, no, no, no, ¡no me puede ver así!

-¿Maika?

-¿Mamá?-su puerta se abrió-¡Mamá, aquí!

-¡Ah!-se arrodillo para poner la mirada a su altura-cielo…

-¡Mamá, me encogí!-exclamo acongojado.

-Llegue justo a tiempo-le paso un dedo por la cabeza-calma, está bien, ten esto-le dio algo-es ropa, espero haber acertado la talla.

-¡Gracias!

-Estaré contigo enseguida-saco otro pequeño juego de prendas-Dios, hace mucho que no hago esto.

 

Observo maravillado como su madre comenzaba a brillar también y a encogerse hasta que solo quedo su ropa en el piso, de la que salió a rastras.

 

-¡Vístete, ya casi subo!

-¡Sí!

 

Le había confeccionado una versión para hadas de su traje de mago, la parte de abajo era igual pero arriba solo era un cuadro de tela con tiras, supuso que era así porque debía costar hacer mangas tan chiquitas pero mientras la ataba le pareció sentir algo en la espalda.

 

-¿Maika?, ¿ya te vestiste?

-Sí, mamá, aquí estoy.

 

Ella también se había puesto un traje de hada, un vestido verde y corto, sus alas eran tan grandes como su cuerpo y parecían hechas en fibra de vidrio, eran muy flexibles y verdes también, el hecho de que hubiera aparecido justo en ese instante, cuando sin duda era la persona a la que más necesitaba, le conmovió profundamente.

 

-Mamá-la abrazo con fuerza.

-Maika-ella lo miro con cuidado y luego apretó sus manos-mi amor…lo siento tanto-bajo la mirada-he pasado tanto tiempo intentando olvidar, ni siquiera me atreví a venir cuando súper que Aurelius había muerto, soy tan cobarde.

-No digas eso, estas aquí ahora.

-Porque me di cuenta, ayer me comí dos cajas de bombones.

-¡Anda!, ¿el antojo de dulce es señal de que uno va a encogerse?

-Es señal de que uno es un hada y las hadas son golosas, lo que pasa es que te están saliendo las alas.

-¡¿En serio?!-miro las de ella-¿y duele?

-Para nada, están hechas de luz-dio la vuelta para examinarlo-salen a los cuatro años pero tú te lo saltaste por…ya sabes, lo del libro.



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En el texto hay: especies sobrenaturales, detective, magia

Editado: 18.02.2019

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