El Libro de las Especies

33-Slime, Fénix y otras Criaturas

-¿Qué son esas cosas?

-Slimes.

-¿Y qué hacen?

-¿Aparte de ser estúpidamente adorables, dices?

 

Malquiur y Aredia estaban en las alcantarillas, investigando reportes sobre ruidos y extrañas formaciones de cuarzo que atascaban las tuberías, y lo que encontraron fue una infestación de diminutas criaturas gelatinosas de ojillos negros que se deslizaban casi sin prestarles atención, los había verdes, azules, rojos y morados, algunos tenían una especie de antenita en la cabeza, esos eran los machos y los que hacían el intento de “atacarles” aunque a lo más les brincaban, dolía tanto como ser abofeteado con una pluma.

 

-Aparentemente esta es la única criatura apadrinada por el Wyrm-dijo, revisando el grimonio con una linterna.

-¿En serio?, ¿esta?

-“Cuestión de respeto, son tan simples mental y físicamente hablando que sus poderes no sirven con ellos”

-¿Son venenosos?-dado donde estaban iban bien cubiertos con trajes de goma.

-“Para nada, son totalmente inofensivos, fueron creados por los hechiceros como generadores de cuarzo”

-¿Entonces ellos hacen los cristales que están tapando los tubos?

-“Se alimentan de agua y algas, generando cuarzo como un subproducto…al menos esa era la idea original porque no salieron bien, eso que parece cuarzo en realidad son esquirlas de dulce puro”

-¿Esto es dulce?-Aredia arranco un cachito de la pared-si parece un cristal de azúcar.

-Déjame ver si entiendo: ¿me estás diciendo que estas cosas casi no tienen necesidades, no son peligrosas, vienen en cuatro lindos colores, producen caramelos y yo no puedo lucrar con ellas?

-“El hechicero no puede usar a las criaturas para beneficiarse a sí mismo”

-¡No he atendido un caso real en meses!, me estoy acabando mis ahorros con esto de ser el hechicero y yo no vivo de agua y algas.

 

Mientras Malquiur y Almantt discutían sobre lo dura que era la vida de un hechicero, Aredia agarro una pareja de Slimes de cada color y las metió en la hielera que había llevado para ellos, también puso una buena cantidad de cuarzos dulces en una bolsa para muestras.

 

-¿Y qué tal si pongo a alguien a criar Slimes por mi y dividimos ganancias?, no me estaría beneficiando yo solo.

-“No se trata del dinero, es por principios”

-¿Qué principios ni que nada?, a no ser que lo tengas escrito como una regla de oro yo me voy a montar una granja para mi retiro.

-“Este…”

-A ver la nota, a verla, ¿no la tienes, verdad?

-“Te puedo dar varios ejemplos de parientes tuyos a los que les fue muy mal por esto”

-¿Alguno trato de criar Slimes?

-“…No…”

-Entonces no me interesa, no voy a terminar viviendo en una bodega como mi padre por puros “principios”

-Ya tengo todo, señor Malcon, ¿podemos salir de aquí?

-Sí, les diremos a las autoridades que hacer con el resto.

 

Remover el cuarzo de las tuberías no sería tan difícil, era muy frágil, con que aumentaran la presión de agua todo seria arrancado, en cuando a los Slimes, les atraían las vibraciones, un equipo con unos buenos parlantes podrían sacarlos al exterior y ya después ver que se hacía con ellos, tenían una expectativa de vida de apenas cinco meses pero la vivían aceleradamente y se reproducían en grandes cantidades, controlarles exigiría un control férreo de parte del gobierno.

 

Cumplida la labor del día se dirigieron a la casa del mago, quizás el señor Malcon exageraba un poco pero si era verdad que estaba teniendo problemas de dinero, en un mundo en jaque donde las criaturas mágicas brotaban a diestra y siniestra, había protestas civiles en las calles de gente cambiada exigiendo se respetasen sus derechos y seres nuevos como los nogmos reclamando que se les dieran algunos, donde los ataques de arácnidos gigantes ya se habían vuelto noticia común, el omelette de pterodáctilo se ofrecía en restaurantes elegantes y habían discusiones en la ONU sobre cuanto territorio debía cederles el trafico marino a las sirenas, los únicos que se estaban divirtiendo eran los comerciantes y los que manejaban el sistema financiero, la alza en productos, necesidades, clientes y todo ese oro que quien sabe de dónde sacaban los nogmos estaba generando una ola de prosperidad, ah, pero resultaba que el señor Malcon no podía ponerse a criar Slimes y sacar su tajada, que porque era el hechicero, que mucha honra la del cargo pero eso no pagaba las facturas a fin de mes y hasta Aredia había tenido que echarle el hombro en un par de ocasiones.



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En el texto hay: especies sobrenaturales, detective, magia

Editado: 18.02.2019

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