Era la víspera de navidad y en el museo de Chicago ni un ratón se movía, el único guardia que estuvo dispuesto a quedarse durante la fecha y no unirse a las festividades multitudinarias de los que esperaban vete a saber que maravillosa manifestación sobrenatural durante las fiestas bostezaba y andaba considerando ir a echar una cabezadita en el ala de ciencias naturales cuando escucho ruidos provenientes de la sala de paleontología.
Se asomo con la linterna por delante y vio, para su total asombro, un enorme agujero escavado en el suelo, entonces una de las alarmas se disparo, rápidamente giro hacia el podio donde se exhibía el huevo de dinosaurio, un individuo viejo y bajito estaba bajándolo.
-¡Quieto ahí!-cuando se dio la vuelta vio dos ojos brillantes como faros-¿Qué de…?, ¿Simón?-casi que todo el personal conocía al vagabundo obsesionado con ese huevo-¿Qué crees que haces?, ¡Suelta eso!
Simón soltó el huevo, el guarda se fijo en sus manos, tenía unas garras gruesas y brillantes, de inmediato pensó que debía tratarse de otro caso de “cambio” y sujeto su arma, no quería dispararle pero no sabía a qué atenerse, Simón aspiro lenta y hondamente, aspiro largamente, por más de un minuto y al instante siguiente el guardia se tiro al suelo, impelido por un sobrecogedor chillido que reventó todas las vitrinas, ventanas y jarrones del edificio, sus oídos quedaron zumbando y se quedo hecho un puño en lo que Simón rodaba el huevo hasta el agujero y se lo llevaba, la policía lo encontró aun ahí unos minutos después y les costó sacarle una explicación de lo ocurrido, se había quedado completamente sordo.
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Al día siguiente Malquiur y Aredia fueron llamados al museo por el curador, a través del viejo número para casos que no se había utilizado en meses.
-Quita ya esa cara, me deprimes.
-No puedo, ando con mi ánimo de “a la de menos soy una mala perdona”
-No lo eres.
-¿Esta seguro?, por lo que sabemos la señora Allister murió hace tres días, el negocio de mi familia tiene que ser reconstruido y el seguro no cubre explosiones causadas por magia, y yo sigo lamentando haber perdido el brazalete.
-Te he dicho un montón de veces que no lo necesitas, que no eres mi asistente por eso, y la verdad no me gustaba que lo tuvieras, lo disfrutabas demasiado.
-¿Ha podido contactar con el detective Moderkay?
-No, me tiene muy preocupado-le ofreció una cajita llena de cristales de colores-pero de momento no podemos hacer nada sobre eso, ¿quieres un Slimy?
-¿Slimy?
-Grimm propuso llamarlos “Caramelos Slime” pero suena muy obvio.
-Me gusta Slimy-rio.
-Prueba los verdes, saben a limón, si la idea esta da frutos tu hermana y tu madre podrían asociarse conmigo.
-No, Cristy está decidida a reabrir la cafetería, afortunadamente habíamos ganado muy bien en estos tiempos y resulta que muchas criaturas quieren ayudarnos porque les gustaba tener donde reunirse en paz, asique no hace falta.
-Ya…-“No hace falta”, lo mismo le dijo cuando no le dejo ir a verla al hospital-¡Bueno!, vamos allá, me muero por manejar un caso con una solución racional.
-Este…mejor ni se fije.
Tuvo que, entraron a la sala destrozada y allí estaba el hoyo, allí estaba el reguero de vidrio de las vitrinas reventadas, y allí NO estaba el tan conocido huevo de dinosaurio.
-¡Me lleva!, ¿acaso en esta ciudad ya no pasa nada que no tenga que ver conmigo?
Les toco escuchar el relato de los hechos de parte del pobre curador, que no sabía cómo iba a hacer con todas las antigüedades que se habían roto ¡y ese huevo!, ¡ese huevo era invaluable, el más grande y mejor conservado del mundo, robado sin duda por un ser sobrenatural!, por eso había llamado al detective, recordándolo del caso de los cuadros, le prometieron que harían cuanto pudieran y se fueron de allí sintiéndose culpables porque bien sabían que ni iban a ayudarle ni iban a cobrar, solo había una razón para que Simón robara ese huevo.
-Si era un huevo de dragón.
-Simón era el único de los doce que aun no despertaba, considerando lo que mi padre le hizo preferí dejarlo al margen hasta el final.
Editado: 18.02.2019