–¡Mamá, ya estoy aquí!–grité entrando a la casa, cerrando la puerta detrás de mí. Subí escaleras arriba para llegar a mi habitación. Lancé mi bolso en el pequeño sofá al lado de la ventana. Procedí a quitarme las zapatillas y a tirarme en mi cama.
Estoy... exhausta...
He estado muy estresada estos últimos días con la beca de la universidad de artes, mi madre y yo hemos decidido mudarnos a esta nueva ciudad. Esta beca la he añorado desde que tengo uso de razón y ahora que la tengo, únicamente queda aprovecharla al máximo para crecer como artista.
Me senté en la cama y saqué mi celular. Revisé mis redes sociales pero no encontré nada nuevo. Entré en WhatsApp y solo tenía tres mensajes nuevos: uno de una compañera de la Universidad y dos de Julián, el único amigo que tengo. Con todo este lío de la inscripción en la universidad no me ha dado tiempo de escribirle. Así que opté por ir a tomar una ducha e ir a verlo a su departamento.
Hoy es un día soleado, perfecto para ir a nadar a la playa. Antes solía ir muy a menudo con unos compañeros de la universidad en mi antigua ciudad, pero ahora que mi madre y yo nos mudamos aquí, preferiblemente me concentraré en la universidad, de todos modos no tengo ninguna amistad acá aparte de Julián, pero con todo este rollo de la mudanza y la inscripción en la Universidad, no me ha dado mucho tiempo de salir con él.
***
Miré por la ventana del taxi y me percaté de que estábamos a punto de llegar, así que tomé mi cartera y saqué un poco de dinero para pagar. Bajé del taxi y comencé a dirigirme al gran edificio que tengo en frente. Es uno de los más grandes de esta ciudad. Empecé a caminar hasta llegar al ascensor y presioné el botón para subir. Las puertas estaban a punto de cerrarse, pero una mano lo detuvo y las abrió de nuevo. Suspiré derrotada, no me gusta estar en lugares muy pequeños con personas y mucho menos con personas que no conozco.
La última vez que subí a un ascensor se quedó atorado, y tuve que estar allí adentro durante horas. Y tomando en cuenta que soy claustrofóbica, se imaginarán. Así que no tengo recuerdos muy buenos sobre esto. Volví a la realidad cuando escuché que al entrar, susurraba un "buenos días", así que le devolví el saludo con un asentimiento de cabeza.
Es un chico alto, piel recién bronceada como si hubiera pasado todo el día tomando el sol, con cabello castaño. Parece ser de mi edad o un poco mayor. Apuesto a que es uno de esos chicos guapos del instituto que ilusionan a las chicas y después las dejan. Debe de hacer algún deporte, eso explicaría esos brazos y piernas tan bien formadas y esos bíceps tan...
Di un choque con la realidad cuando sus ojos chocaron con los míos. Sentí que me invadía un calor por el cuello hasta llegar a las mejillas, debo estar completamente roja. Y se intensificó más al ver que me sonreía de medio lado. Seguramente ya se dio cuenta de que lo estaba mirando tan descaradamente. Así que aparté la mirada y, para mi buena suerte, las puertas del ascensor se abrieron. Salí corriendo del ascensor y comencé a dirigirme a mi destino.
Ya lo perdí de vista.
Así que tomé un largo suspiro y comencé a caminar con normalidad.
Al llegar a la puerta del departamento, toqué el timbre que está junto a la puerta. Esperé unos segundos, pero nadie salió. Opté por volver a tocar hasta que la puerta se abrió.
– ¿Qué se te ofrece? – me preguntó una chica posándose en la puerta -¿Eres la repartidora?- preguntó bajando su mirada hacia mis manos. -¿Dónde están las pizzas?- frunce el ceño al ver que no tenía nada en ellas.
– ¿Se encuentra Julián?– pregunté un poco confundida por la repentina aparición de esta chica en el departamento.
Y como si lo estuviera llamando con el pensamiento, apareció en la puerta.
–Thalii?– su reacción fue de sorpresa al verme – ¿Qué haces aquí?– se notó confundido, la verdad es que casi no lo visito, no me gusta salir de casa–¿Has venido a verme?– pronunció con una sonrisa ladeada en sus labios.
– Si, he venido a verte pero no pensé que tuvieras compañía, vuelvo después – me doy la media vuelta y comienzo a caminar de regreso.
Cuando dije que venía a ver Julián no contaba con que iba a estar con una chica, de verdad si lo hubiese sabido no me gastaba mi dinero viniendo hasta acá y me quedaba en mi casa con ropa cómoda, leyendo.
La verdad es que estos días estuve muy enganchada con una novela de misterio, toda mi vida desde que era una niña me ha gustado ese género, las de romance también son buenas, pero siempre es el mismo cliché.
No había notado que había quedado absorta en mis pensamientos, hasta que noté que Julián me tomaba del brazo para regresar al departamento, me resistí pero obviamente tenía más fuerza que yo.
– thalia, ella es Melany una amiga de la universidad- dijo mirándome – Melany ella es Thalia se ha mudado recientemente por acá-esta vez refiriéndose a ella, nos presentó al llegar de nuevo al departamento, al ver mi inseguridad al ver a la chica agregó -Se la pasarán bien, tienen muchas cosas en común- nos dijo a ambas.
Julián nos propuso subir al balcón que pronto nos alcanzaba, no entendí por qué quería que subiéramos al balcón pero solo asentí y comenzamos a subir.
Y no, no estaba solo con una chica. Me había equivocado.
En el balcón había otros tres chicos, y no les voy a mentir, todos parecían sacados de la tele, no parecían tener imperfecciones, no sé cómo Julián consigue tener amigos tan guapos.
Todavía los chicos no habían notado nuestra presencia, estaban charlando muy a gusto. Dos chicos estaban recostados en el balcón charlando entre ellos y al parecer estaban fumando, algo malo tenían que tener. Pero aún así seguían siendo hermosos.
El otro chico estaba hablando por teléfono y con una cerveza en la mano, y ahora que me fijo en el lugar todo el piso estaba lleno de botellas.
Melany pasó junto a mí y se acercó a los chicos sentándose en un sofá que estaba allí mismo. Pero ninguno había notado mi presencia, tal vez la de ella sí, pero seguramente no le habían prestado mucha atención ya que la conocen.