Oriana:
Entramos al salón de literatura ya que era la última clase del dia, me senté en mi puesto y no pasaron ni 5 segundos cuando ya tenía a luke sentado a mi lado.
—Hola luna—Rodé los ojos y lo ignoré estaba molesta con él por arruinar mi cita con Neithan en parte también fue mi culpa por seguirle la conversación y no echarlo.
—¿No me vas a saludar?—se inclinó en su asiento y se acercó más a mi— Vamos Ori ¿qué te pasa?
—Que gracias a tu aparición en la heladería arruinaste mi cita con Neithan y no solo eso si no que tu novia me insultó y casi me cae a golpes—Luke se tenso.
—Pues no vi que te quejaras cuando me senté, si estabas tan molesta como dices por quė no me echaste o me dijiste que me fuera—Respondió tajante, tenía razón.
—Pues no lo hice porque no quería ser descortés, pero podías nada más saludar e irte.—Esta discusión era un poco absurda pero tenía que reclamarle para que no volviera a suceder, sentí un pequeño dolor punzante en la cabeza.
—Luke solo te lo digo para que no vuelva a pasar por si alguna vez nos volvemos a encontrar—él rodó los ojos y se ajustó en su asiento el dolor fue aumentando un poco pero era soportable.
—Buenos días chicos vayan sacando sus cuadernos y uno por uno me los van entregando—Dijo Samuel entrando al salon, el leve dolor de cabeza que tenía fue aumentando, llegó un momento en el que tenía un poco de fiebre, los chicos se levantaron para entregar la actividad y el dolor fue aumentando.
—Auch, mierda—agarré mi cabeza entre mis manos, el dolor se fue volviendo insoportable cerré los ojos y empecé a ver destellos de imágenes como flashbacks los abrí y me mareé, tenía que salir de aquí, sentía mucho calor; me quité mi chaqueta y la dejé en mi puesto, vi de reojo que Daniel venía de regreso a su puesto y me miro extrañado y preocupado.
—¿Estás bien?—solo asentí y me levanté de mi puesto para decirle a Samuel que me sentía mal y salir de aqui, por alguna extraña razón el camino a la puerta se veía más largo de lo normal, siempre me sentaba de ultima pero aun asi el camino era corto.
El dolor se volvió más insoportable, caminaba algo lento.
—Se-señor Andrew—susurré, sabía que no me había escuchado, algunos me miraban extraños otros ni me prestaban atención solté uno que otro quejido de dolor, volví a sujetarme la cabeza pero aun así seguía caminando.
—¿Oriana qué te pasa? ¿te encuentras bien?—Oí que alguien hablaba pero escuchaba la voz distorsionada y no soportaba el dolor.
—Samuel…—Estaba volteado copiando algo en la pizarra, creo que lo vi voltearse pero perdí fuerzas, mis piernas fallaron y todo se volvió oscuro.
Estaba en un gran campo rodeado de hermosas flores el sol era brillante el lugar era hermoso.
Vi a una niña de unos 6 o 7 años más o menos salir corriendo feliz de una enorme casa, la niña era muy hermosa era… ¿Era yo?... no lo sé la niña tenía el cabello rojo rizado abundante y desordenado, llevaba un hermoso vestido blanco con puntitos rosas, saltaba feliz hasta que llegó a un columpio que guindaba de un árbol, movió sus pies para impulsarse y echarse colita, empecé a cantar una canción.
—Yo te esperaba. Y veía mi cuerpo crecer mientras buscaba... El nombre que te dí. En el espejo, Fui la luna llena y de perfil, Contigo dentro, jamás fui tan feliz; Moría por sentir…—Empezó a tararear y movía la cabeza de un lado a otro al ritmo de la canción, dejó de moverse y fijó su mirada en un punto en específico, era hacia lo profundo de un bosque que se encontraba en el lugar.
No sabia que veía, pero la pequeña si sabia era como si sintiera la presencia de alguien, y así fue, un hombre de más o menos 30 años emergió del bosque, tenía una chaqueta negra, jeans, y zapatos deportivos negros, no se podia negar era muy guapo, tenia el cabello negro ojos azules, tenia una rariz perfilada y su mandibula se marcaba era algo moreno. Caminaba con la mirada al suelo hasta que fijo su mirada en mi yo pequeña y se detuvo, se veía nervioso.
—Ho-hola—Su voz era masculina tenía un acento italiano que se le marcaba bastante y salió muy grave, tanto que la pequeña se tensó y se veía temerosa.
El hombre pareció darse cuenta y se alarmó—No te asustes, lo siento—alzó sus manos en señal de paz, respiró profundo—No te haré daño, lo juro.
La niña se bajó del columpio e inclinó su cabeza de lado frunció sus labios, y observaba al hombre con cautela.
—¿Que hace por aquí? No debería estar aquí—la voz de la niña era aguda y dulce.
—Solo caminaba, quería dar un paseo para despejar mi mente—el hombre se acercó más, había un brillo de felicidad en sus ojos al observar a la niña.
—Pues será mejor que se vaya, o si no le harán daño—la niña se sentó en el piso y empezó a jugar con las flores.
—¿Por qué lo dices?—preguntó el hombre sentándose en el piso frente a la niña.
—Pues este es territorio de los lobos y usted es un brujo, por lo que sé una de las reglas que tienen es no invadir el terreno del otro para asi mantener la “paz”—la niña hizo comillas con sus dedos—Así que si uno de ellos lo ve le harán daño por entrar en nuestro terreno sin permiso.
El hombre la observaba con cautela y ella estaba distraída jugando.
—Bueno creo que me arriesgaré—la niña asintió jugando con las flores— Sabes mucho de las reglas entre lobos y brujos para ser tan pequeña, y… ¿Cómo supiste que era un brujo?—La niña fijó su mirada en él.
—No escondiste muy bien el medallón que te identifica como brujo y el poder que emana de tu cuerpo lo hace mas obvio, aparte del olor que los caracteriza—El hombre abrió los ojos sorprendido y había un toque de diversión en su mirada.
—Vaya eres observadora, debo esconder mejor mi medallón—La niña asintió rápido—¿Cómo te llamas?—ella no respondió se le quedó mirando frunció sus labios y siguió jugando.
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Editado: 30.10.2022