No sé qué pasa conmigo. Elia descubrirá mis intenciones si sigo preguntando por sus poderes. Además ella no es fácil de seducir, por poco me mata, definitivamente esa no es la mejor opción y tampoco lo es enfrentarla, es muy fuerte. Pero si logra avanzar, seguirá haciéndose cada vez más fuerte y con la prueba final será imposible derrotarla...... a menos que...... la ataque antes de que se reanude el recorrido. ¡Sí! Así lo haré, debo recuperar mi salud primero, luego me encargaré de ella. Y volveré como un héroe a mi país, además al fin me darán un merecido descanso de tantas muertes y atrocidades cometidas por sus ambiciones. Al fin viviré como tú querías madre, una vida feliz y tranquila en el campo, como un granjero cualquiera, te lo prometí y lo cumpliré ya lo verás.
Los poderes de Elia son muy efectivos, ha logrado curarme, pero me parece que tienen un efecto secundario, cada vez que cierro los ojos, una oscuridad me cubre por completo y me encuentro en un lugar muy conocido; al parecer los poderes sanadores de Elia, te llevan a las memorias de felicidad que tuviste alguna vez. Y si no me equivoco, estoy en la granja de mi abuelo Luis, en su habitación, frente a un pequeño espejo, y mi reflejo, soy yo de niño con unos 6 años. Con botas rojas, camisa a cuadros y un overol azul; Sí ese soy yo, recuerdo ese día, entré a esa habitación buscando mi auto de juguete y, en cambio encontré un pequeño polluelo de bajo de la cama, asustado y temblando de frío, lo tomé en mis manos y lo abracé para que entrara en calor. Unos minutos después entró mi madre.
-Hijo ¿ Estás aquí?
-Mami aquí estoy, mira lo que encontré un pequeño polluelo, estaba solo
-Ay hijo pobrecito, debió haberse perdido vamos llevarlo al corral con su madre ¿Si?
-Sip, así ya no estará solito.
Salimos de la habitación, y tomando la puerta que daba al patio dejamos la casa muy lejos detrás de nosotros, pero ya habíamos llegado al corral de las gallinas, entonces reencontramos a una madre angustiada con su hijo perdido, esto me llenó de alegría. Luego, de regreso a la casa, por el camino de tierra y flores alrededor, vimos acercarse a mi Padre. No podía creerlo, ¡él por fin había vuelto!. Solté la mano de mi madre y salí corriendo a su encuentro, me tiré a sus brazos y me abrazó muy fuerte, poco después llegó mamá y tuvimos un reencuentro muy alegre. Al igual que el polluelo, que estaba perdido y luego encontró a su madre; mamá y yo estábamos muy felices pues volvíamos a estar juntos. Mi padre servía en el ejército, y estuvo varios años ausente por su trabajo. Estuvo un año entero con nosotros, pero pronto volvió a irse, comprendía muy bien la situación, era su trabajo, y con lo cuál nos daba el sustento, no podía dejarlo, pero igual me entristeció mucho cuando lo vi partir de nuevo. Un par de meses más tarde mi madre enfermó gravemente, y la noticia de la muerte de mi padre, terminó de enterrarla. A la tierna edad de ocho años, quedé huérfano, mis otros familiares me dieron la espalda nadie quiso encargarse de mí, mis abuelos tenían el deseo pero no la voluntad y tampoco los recursos.
Así que un compañero de tropa de mi padre se hizo cargo de mí. Justin Reace. El mismo hombre que me envió a esta misión y el mismo hombre que es dueño de mi libertad.