Un sujeto musculoso, de poco más de 30 años de edad, con barba estilo candado y que portaba un enorme báculo de madera en sus manos; dirigía el camino por la calle principal de Ciudad Verdi, con pasos seguros y un rumbo claro.
Los transeúntes se apartaban al verlo y las damas lo miraban con cierto anhelo y deseo. Era como si fuera el dueño del lugar y una estrella de cine en ascenso, ambos al mismo tiempo.
El hombre era seguido de cerca por un grupo de jóvenes, que parecían expectantes, mientras observaban las vidrieras de los negocios a su alrededor con cierto entusiasmo.
Ninguno de estos jóvenes superaba los 15 años de edad y todos vestían largas túnicas de color gris, sin excepción.
Luego de un breve paseo, el grupo llegó hasta el pie de una extraña torre que tenía un majestuoso techo de chapitel y que, sin duda, era la edificación más alta en esta ciudad. Se podría afirmar que era una estructura que merecía ser admirada por todos los habitantes del lugar.
Pero, esta construcción no era nada en comparación con aquella lejana torre blanca, cuyo tamaño era por lo menos tres veces mayor que el de esta y que se encontraba a varios kilómetros de la ciudad, dentro de las profundidades del inmenso bosque.
El sujeto fornido alzó sus ojos en dirección hacia aquella torre lejana y no pudo evitar observar su brillante punta durante un instante.
« Realmente odio a esa maldita luz verde que atrae a los pajarracos y a los idiotas por igual. » se quejó, por dentro, mientras apartaba la mirada con cierto desagrado notable.
“Maestro Shan ¿Sucede algo?” preguntó una de las jóvenes que lo seguía, al observar la mueca de disgusto en el rostro de su maestro.
Esta chica tenía una hermosa cabellera rubia, una envidiable figura y un rostro que parecía haber sido tallado por los mismos dioses. Sin duda sería considerada como una belleza total, por todos aquellos suertudos que tuvieran la posibilidad de verla.
“Briana, no te preocupes, no es nada. Simplemente, quiero recordarles a todos que deben evitar mirar directamente hacia la punta de la gran torre de marfil.” explicó, el maestro Shan.
“Nos has advertido sobre esto antes, maestro Shan. Pero no lo entiendo. ¿Por qué razón no podemos hacer tal cosa?” preguntó un joven, de cabellera desaliñada y un porte magnifico, mientras mantenía su ceño ligeramente fruncido.
Los demás novicios del grupo también pararon sus orejas, mientras buscaban una respuesta que los satisfaga.
La luz verde que brillaba desde la punta de aquella torre lejana era realmente hermosa y relajante. A todos los jóvenes del grupo les encantaba poder observarla más de cerca, en cada una de sus pocas visitas a Ciudad Verdi.
“Lo siento, Kendall. La razón de esto no es algo que pueda compartir con ninguno de ustedes ahora. Pero eventualmente lo descubrirán, en un futuro, cuando logren obtener el título de Mago Oficial. De momento, solo procuren hacerme caso. Esto es por su bien.” manifestó, el maestro. Y luego, golpeó tres veces la puerta de madera de la torre que estaba frente a él.
Un anciano calvo, con barba blanca y lentes pequeños, que era acompañado por dos escoltas musculosos, los recibió con una sonrisa ancha, y notablemente forzada, en su rostro.
“Gran Mago Owen Shan, lo estaba esperando. Es un verdadero honor poder recibirlo en persona en mi humilde ayuntamiento.” dijo el anciano, en un tono muy correcto y cortes. Pero, cualquiera que supiera apreciar los pequeños detalles, podría notar una mirada astuta en su rostro.
“Lo mismo digo, barón de Verdi.” respondió Owen Shan, mientras ingresaba en la torre con total resolución.
“¡Oh! ¡Haha! Ahora sí creo que deben ser ciertos aquellos rumores que dicen que los magos prestigiosos no prestan mucha atención a lo que sucede fuera de sus laboratorios mágicos, debido a que los experimentos que llevan a cabo son de extrema importancia para ellos.” soltó el anciano con una sonrisa sagaz en su rostro, que mostraba ampliamente sus amarillentos dientes.
“barón de Verdi ¿A qué se refiere con estas palabras?” preguntó Owen, con el ceño fruncido.
“¡No es nada importante! ¡Haha! Es solo que el rey ha extendido mis dominios hasta más allá del territorio de las minas del este y me ha promovido a conde durante el mes pasado.” explicó el anciano, en un tono orgulloso y altanero que no coincidía con sus humildes palabras.
“Enhorabuena por su ascenso, conde de Verdi.” dijo Owen Shan, sin cambiar en lo más mínimo la expresión de su rostro, mientras asentía con la cabeza.
“¡Hehe! Si, fue toda una sorpresa. Pero no debemos preocuparnos ahora por estos detalles menores. Sé que su tiempo es valioso, así que vayamos directo al punto de esta reunión.” el anciano fingió modestia, mientras guiaba a Owen y a los novicios hasta un lujoso salón, decorado con finos muebles de madera, pinturas al óleo y una llamativa alfombra roja de pelo largo.
El grupo se sentó alrededor de una larga mesa, mientras los sirvientes les servían un té rojizo; que desprendía un inconfundible olor a fresas.
“Antes de comenzar la reunión, quiero que sepa que siempre he admirado un poco a su persona. A pesar de no provenir de ninguna casa noble, ni de tener ningún respaldo poderoso detrás, se las ingenió para convertirse en el Gran Mago más joven de las últimas dos décadas. Sin lugar a dudas, este es un logro fascinante para alguien de un origen tan humilde.” comentó el conde, en un tono que fingía ser halagador.
Owen asintió con la cabeza levemente, mientras parecía imperturbable. Ya estaba acostumbrado a escuchar comentarios sarcásticos como este, que en realidad indicaban que solo había ascendido de Mago Oficial a un Gran Mago, tan solo por tener el favor del archimago de la academia. Pero, en el fondo, no le importaba lo que piensen los nobles de este reino. Para alguien como Owen Shan, estos sujetos solo eran una buena fuente de ingresos y nada más.