La visión de Alanna se puso borrosa, perdió el control sobre su cuerpo y se sintió como contenida por algo; mientras era desplazada a una velocidad vertiginosa, durante decenas de miles de metros, en tan solo algunos pocos segundos.
El grupo terminó aterrizando sobre una gran plataforma cuadrada de piedra, que tenía dibujado un pentagrama mágico en el medio.
Ahora estaban dentro de un gran salón, casi hermético, sin ventanas, cuyas paredes lucían robustas y con una única puerta de salida.
Este lugar era en realidad un gran almacén, perteneciente a la familia imperial.
Estos almacenes estaban en muchas ciudades del imperio y, en el exterior, simulaban ser negocios normales de distintos tipos, pero, en realidad, usaban esto como una tapadera; con la intención de que el resto de la población no descubra sobre su verdadera función.
Alanna ya estaba acostumbrada a utilizar los enlaces de teletransportación, ya que, los había usado varias veces en el pasado, para visitar a los distintos lugares que conformaban el vasto Imperio Andrasin. Pero, de todas formas, jamás pudo escapar de la sensación de mareo y debilidad que tendría luego de utilizarlos, durante los siguientes segundos
Pero su cara actual, llena de desesperación y horror, no tenía ninguna relación con el hecho de haber usado un enlace de teletransportación recientemente.
“¡Aaaggffh!” la emperatriz había soltado un grito desgarrador, mientras una terrible quemadura podía observarse con claridad en su abdomen.
Alanna sabía que su madre estaba sufriendo un dolor inimaginable ahora. Ella comenzó a desesperarse, ante la imposibilidad de poder ayudarla de inmediato.
Las protecciones mágicas aplicadas al usuario en el proceso de desplazamiento, no servían de nada en contra de un daño recibido antes de comenzar el mismo. Por el contrario, este proceso hasta podría empeorar la condición preexistente del usuario lastimado.
Como si se tratara de una de las tantas jugarretas del destino, aquel mago asesino en el pasaje secreto había logrado atinar su poderoso hechizo de fuego en el último instante.
“¡Mamá!” gritó Alanna, intentando ir hacia su madre, a pesar del mareo que sentía por haber usado recientemente un enlace de teletransportación de larga distancia.
Ella quería tratar de ayudarla y, aunque no sabía cómo, lo haría de alguna forma.
“Gallagher…sácala de aquí… rápido…” estas fueron las últimas palabras de la emperatriz, mientras miraba con determinación al más experimentado de los caballeros que la rodeaban, antes de cerrar sus ojos para siempre. De inmediato, el enorme caballero asintió con la cabeza y se dirigió directo hacia Alanna.
Las quemaduras de la emperatriz eran terribles y la magia asesina había alcanzado mortalmente a sus órganos internos. Ninguna persona normal podría sobrevivir a algo así. Al menos, no sin recibir inmediatamente la asistencia de magia sanadora. Pero no había nadie que se especialice en esta área aquí. De hecho, el viejo mago de barba blanca sabía un poco sobre la magia de curación. Pero había muerto, incluso antes que la emperatriz.
Alanna se precipitó hacia su madre con desesperación. Las lágrimas desbordaban por su rostro, mientras se negaba a creer en la cruel realidad que estaba viviendo en este momento.
Pero, ella fue retenida por el caballero Gallagher, el cual, la agarró de los brazos con brusquedad; mientras la alejaba del cadáver de su madre.
“¡No! ¡Suéltame, suéltame! ¡Madre! ¡¡MADRE!!” Alanna, desesperada, estaba tratando de soltarse del poderoso agarre del caballero, con todas sus fuerzas.
El hombre, agarrándola desde los hombros, empezó a sacudirla con fuerza, sacándola de su estado de shock.
“Ella está muerta. ¡La emperatriz ha muerto! Y nosotros debemos salir de aquí. ¡Por favor, reaccione, princesa Alanna!” gritó el caballero, con su grave y brusca voz, silenciando los gritos de Alanna.
Ella se quedó congelada en su lugar, viendo fijamente a los ojos verdes y serios del caballero, cuyo ceño se encontraba fuertemente fruncido.
Era casi como si sintiera algo viniendo de esta extraña expresión, como si este noble caballero entendiera lo que significaba perder a un ser querido de una forma atroz y repentina.
Alanna comenzó a llorar desconsoladamente en el pecho del caballero, mientras este la contenía con comprensión. Ambos permanecieron así durante un momento.
Finalmente, ella se forzó a calmarse, al recordar que todavía estaban en gran peligro, y movió su mirada hacia el resto del grupo.
Ella divisó a los otros caballeros, que se quedaron mirando de forma solemne al cuerpo de la emperatriz. Mientras que el mago de túnica roja, estaba dirigiéndose hacia la plataforma con el pentagrama mágico, con su rostro endurecido, y con sus brazos extendidos hacia este.
Alanna dedujo que el mago estaba tratando de destruir el enlace de teletransportación, para que nadie pueda volver a desplazarse hacia este lugar y perseguirlos.
Pero, nuevamente, el presentimiento de estar viviendo un terrible déjà vu se apoderó de ella otra vez. Algo espantoso estaba a punto de suceder, y Alanna lo sabía con seguridad, aunque no podía explicar cómo…