El poderoso golem de piedra golpeaba locamente el suelo con sus puños, sin lograr acertar un solo golpe en contra del ágil asesino; que esquivaba hacia atrás fácilmente.
“Chico, quita tu golem y entrégame a la chica. ¡Los dejaré escapar a salvo si lo haces!”, declaró el asesino, mientras esquivaba los golpes de la invocación de piedra.
“¡Vete a la mierda!”, respondió Kendall, de forma resuelta.
No es que deseara proteger a Alanna, o que tuviera un gran amor por el auto sacrificio. De hecho, además de él mismo, nadie más le importaba realmente en este mundo. Y este era justamente el quiz de la cuestión. Kendall era demasiado arrogante, cómo para ceder en medio del calor de un combate, ante la voluntad de su enemigo.
Toda su vida había crecido siendo el mejor entre sus pares, en prácticamente todas las disciplinas, y no se dejaría amedrentar tan fácilmente por nadie. Sobre todo, después de que se vio obligado a utilizar su máxima carta de triunfo en este combate.
“¡Mi nombre es Kendall Jernigan! ¡Tiembla de miedo ante mí apellido, bastardo!”
El asesino pareció haber entendido algo al escuchar la declaración arrogante de su joven contrincante, y ya no volvió a intentar convencerlo de rendirse. De hecho; ahora comprendió que los intereses de este joven y los suyos, siempre serían opuestos.
El mago esquivó otra vez al enorme golem, y adecuando la frecuencia vibratoria de su maná, recitó:
“¡Vocare Luto!” (Invocar Lodo)
Este era un hechizo elemental, de la subclase Tierra. La diferencia entre conjuros y hechizos era que, el primero necesitaba recitar un largo mantra previamente; para poder ser lanzado. Mientras que los hechizos, podrían ser lanzados con tan solo pronunciar su nombre en idioma mágico; pero a cambio, el gasto total de maná sería mucho mayor. Además, la probabilidad de recibir un fallo de lanzamiento por no adecuar el maná correctamente, también era mucho mayor que con los conjuros. Era muy raro que un Aprendiz de Magia lograra dominar los hechizos, ya que, normalmente solo los Magos Oficiales tendrían el suficiente dominio mágico y una considerable cantidad de maná, cómo para poder usarlos con mayor facilidad.
Una superficie fangosa se creó rápidamente, alrededor de donde estaba parado el golem. Al comienzo, parecía un charco de lodo, pero con el tiempo se convirtió en un pequeño pantano.
Este golem tenía inteligencia limitada, de hecho, su única estrategia era perseguir y golpear. El asesino de la Orden del Loto Rojo, se dio cuenta de esto velozmente; después de un corto intercambio. Por lo cual, luego de crear el pequeño pantano, comenzó a correr en círculos alrededor de esta superficie lodosa; mientras el golem giraba sobre su propio eje, tontamente, y sin decidirse a avanzar; hasta que su propio peso se volvió su mayor enemigo, y comenzó a hundirse rápidamente.
Luego de algunos segundos, el golem intentó avanzar. Pero ya tenía sus piernas hundidas enteramente en el lodo para entonces; y sus torpes movimientos, solo servían para hundirse todavía más rápido.
Mientras tanto, el otro asesino, terminó el mantra de su largo conjuro mágico, y soltó:
“¡Fulgur!” (Rayo Eléctrico)
~ ¡¡Kraka Bouuuum!! ~
La pared de agua, creada por Briana, fue impactada por la poderosa descarga eléctrica producida por el mago asesino, y todos en su interior se vieron afectados notablemente.
El muro de agua se convirtió en una prisión eléctrica, y aunque no sufrieron un daño devastador; debido a que los tres se encontraban en el centro, a algunos pasos de distancia del muro curvo que los rodeaba, el terreno estaba húmedo, y no pudieron evitar sentir con fuerza la electricidad; que era lo suficientemente fuerte como para interrumpir la concentración de todos.
Debido a esto, el conjuro defensivo de Briana se vio interrumpido, y el muro de agua se deshizo velozmente; dejando a los jóvenes totalmente expuestos.
Del otro lado del lugar, el Golem de Kendall ya había desaparecido en el profundo y pesado lodo. Y ahora, el otro mago asesino se dirigía directo hacia ellos también; con muchas ansias de matar.
“Esperen, les daremos a esta chica si nos dejan ir…”, musitó Kendall, en un pedido desesperado, al notar que todas sus defensas habían sido superadas. Su arrogancia, solo llegaba hasta los límites de su propia supervivencia.
“Ya es muy tarde para rendirse, mocoso. ¡Mueran!”, gruñó el asesino, mientras sacaba un puñal de su túnica y lo apuntaba hacia el grupo; con intención de matar.
Alanna sintió que estaba viviendo un déjà vu, otra vez.
De hecho, ella estaba más que dispuesta a sacrificarse, en total de poder salvar a estos dos jovencitos; que se habían enfrentado a unos despiadados asesinos, a pesar de tener solo unos 12 o 13 años de edad. Por lo cual, avanzó hacia el frente, con intención de resolver esto de una vez por todas; y extendió sus brazos con valentía, formando una cruz con su cuerpo.
« Sin contar las últimas semanas, no he tenido una vida tan mala… » Alanna había decidido que su último pensamiento en este mundo no sería algo desagradable.