Capítulo #10
Balin
Mis párpados se van abriendo mientras mis pupilas se acomodan a la intensidad de la luz la cual no es tanta. Mi cerebro trabaja rápidamente tratando de recordar qué hago aquí, miro a los lados y mi respiración se acelera al recordar donde estoy.
Llevo la mano hacia mi frente para quitar el sudor que ha bajado por ella y noto el gran cambio de temperatura. Me muevo y escucho a Buisson gruñir mientras aprieta su agarre en uno de mis senos. Lo veo con los ojos cerrados aún y con el ceño fruncido incluso durmiendo. Detallo su nariz ligeramente aguileña y algo larga denotando masculinidad, sus pestañas tocan sus pómulos que se alzan con fuerza y sus labios medianos me hacen pasar saliva al reconocer lo atractivo que es.
No paso de largo su mano que se ha escabullido debajo de mi playera hasta llegar a mi pecho que lo recibe gustoso. Su cabeza descansa entre mi cuello desparramando los pelos rojos que me hacen cosquillas. Mi regazo sostiene la pierna que ha alzado rodeándome y su erección matutina lastima mi cadera. Sé que debería alejarlo y sé que no debería desear que estuviera despierto para que me besara pero me es imposible no quererlo.
Con eso en mente decido volver a dormir sabiendo que lo mejor hubiese sido despertarlo para empezar a buscar la salida, pero en vez de hacer eso, me quedé a su lado saboreando lo delicioso que es dormir con alguien que realmente me gusta aunque no lo admitiría en voz alta.
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— Duele.— Miento mientras siento como sigue masajeando mi pie.
— ¿Y así?
Mueve mi pierna para estar más cómodo y ahora tengo mi trasero aplastando su rodilla. Masajea con la crema moviendo sus dedos de forma experta y en más de una ocasión he tenido que ocultar mis gemidos como quejidos por su brusquedad.
Me había vuelto a levantar hace diez minutos pero Buisson ya no estaba a mi lado y mi atuendo no estaba fuera de su lugar como si su mano nunca hubiese urgido entre mis pechos. Le pedí que untara más de esa crema para sentir sus manos y lo he logrado sin tener que tirar mi plan por la borda.
— Hace demasiado calor, tenemos que movernos.— Ordena y asiento.
Me levanto medio cojeando para no levantar sospechas y me coloco el zapato para agarrar mis armas, lista para cualquier tipo de amenaza. Observo como se quita la playera dejándome ver su piel rosada por el calor, coge su armamento y me hace señas con su cabeza para que emprendamos.
— Deberías quitártela.— Habla sobre mi blusa y niego.— Estamos bajo techo y la humedad terminará empapándote, haciendo el camino más pesado.
«Odio que tenga una explicación para todo.»
— Estoy bien así.
Caminamos a las profundidades de la cueva y los asquerosos insectos tratan de subir sobre mí varias veces. Pateo a los pequeños animales y sigo mi camino viendo como Ulysse me mira con gracia.
— Una alférez con miedo de unos bichitos.— Niega haciendo sonidos con sus labios.
— No les tengo miedo, les tengo asco.
— ¿Ah, sí?
Toma uno de los animales sosteniéndolo cerca de mí. Me alejo con repudio y él toma mi brazo halándome hacia su pecho.
— Yo también les tenía fobia hasta que empecé a comerlas.
Mi cara se transforma en asco puro y lo empujo escuchando como se carcajea. Deja el bicho en el suelo y sigue liderando el camino.
— Espera.— Pido mirando una puerta.
— No. Sigamos.— Ordena y no le hago caso.
Camino con pasos seguros tocando la manilla de la puerta para abrirla. Cuando lo hago, esta misma se abre con gran facilidad y me adentro para echar un vistazo. De repente la puerta se cierra a mis espaldas y una luz brilla dejándome ver el gran acuario que abarca hasta el techo.
—¡Balin, Balin! ¡Joder, maldita sea! — Escucho como grita golpeando la puerta con rabia.— ¡¿Estás bien?!
Quiero decirle que no pasa nada pero mis ojos no dejan de observar el gran espacio de agua que me hace sentir en una burbuja dentro del mar. Las especies irreconocibles nadan despreocupadas y lo que más llama mi atención es el volcán marítimo que se ve lleno de oro algo lejos de aquí.
Camino asombrada sobre la gran burbuja de... ¿Vidrio? ¿Plástico? No tengo ni la menor idea. Sigo oyendo las quejas de Buisson y lo noto tan desesperado que decido volver a mi puesto para calmarlo.
Al llegar, el metal deja salir un chirrido y me echo hacia atrás cuando la puerta cae destrozada en dos. Abro los ojos pasmada y encuentro a Ulysse tomando su hombro para calmar el dolor del golpe que debía de haberse dado tirando la puerta abajo.
— ¡¿Por qué no respondes, joder?!
— Tranquilo.— Trato de llevar mis manos a su pecho pero las toma fuertemente tratando de sacarme de aquí.
— Te voy a amarrar con una soga de perro.— Amenaza cuando me quedo anclada en mi lugar.
— Tenemos que investigar.
— ¿Qué más quieres investigar? Es solo agua.— Bufa moviéndose sobre el piso transparente para probar su punto.— O no...
Mira hacia sus lados detallando el azul del mar y a los peces nadar con soltura. Observo a la par de él y no entiendo exactamente qué está analizando.
— Esta parte es mentira.— Toca el material y lo miro anonadada.
— ¿Eh?
Antes de poder sopesar sus palabras, él estrella sus balas en un punto específico que me hace temblar por la posibilidad de morir ahogados. La pared translúcida se vuelve negra y la inteligencia de Buisson me deja aturdida por unos instantes.
— Sepárate.— Ordena empujándome con cuidado.
Lo hago y espero por su próximo movimiento. Levanta su pierna arremetiendo contra la pared agujereada y sus golpes son tan rudos que siento como podría matarme en cualquier momento si digo algo que no le guste.