Capítulo #12
Ulysse
Estrello mi puño entre el material arenoso abriendo la piel de mis nudillos cuando azoto con mayor fuerza mientras el deseo de hacer daño me consume. Recuerdo la escena que acabo de ver y pateo hasta hacer la bolsa caer al piso rompiéndose mientras deja salir la arena que llevaba dentro.
Me siento estúpido y como dice ella un "payaso" por haber ido a la central de Oceanía como un idiota para confirmar que Doxon solo le había hecho daño a Campbell. Ya la había visto por video llamada pero mi ansiedad me obligó a ir en la noche para verla y la encontré. Miré como sus labios se juntaban con los de ese cretino y no puedo explicar la ira que sentí en esos momentos.
La botella en la mesa de mi sala me espera y la tomo tragando como si fuera agua. Me enerva que no pueda dejar el alcohol y lo estrello entre la pared odiando la dependencia que le tengo. Me acuerdo de que sin eso no podré ver a Balin y saco otra botella llevándola a mi cuarto. Me quito la camisa tirándome sobre mi colchón y espero a que las alucinaciones comiencen para descargar mi rabia en ella aunque no sea real.
Cierro los ojos con fuerza recordando como hablaba con el imbécil de Okoye y los abro apreciando la silueta de la mujer que me trae loco. Se chupa los dedos mientras camina hacia mí y odio que lo haga porque me recuerda a como lo hizo descaradamente en frente del alférez de Africa.
— ¿Estás molesto?— Cuestiona y la miro sin responder.— Diría que lo siento pero Soares me gusta más. Se acerca más a mi edad y no tiene tantos problemas como tú...
Me pongo de pie listo para follarla aunque sea en mi imaginación y cuando la tomo su cuerpo cambia volviéndola la imagen de Renée.
— ¿Qué mierda?— La suelto y ella sonríe.
— Lo estamos logrando...— Susurra mirándome con los ojos aguados.— Herarco, podemos estar juntos aunque tu madre no quiera.
Bufo caminando hacia afuera para tomar aire. Ya me estoy hartando de ver a Herarco y a Renée en todas partes. No me importa su historia de amor ni mucho menos me interesa estar viendo sus fantasmas. La oigo seguirme y me volteo dispuesto a mandarla a la mierda sabiendo que no se irá.
— Me importa una mierda lo que ha pasado contigo. Déjame en paz y vete a joder a otro idiota.
— ¿Señor?— Llama la mujer que se encarga de limpiar mi casa.— ¿Está todo bien?
Le hago señas con la mano y ella asiente caminando adentro. Debe ser ya de madrugada porque el cielo se está esclareciendo dejando las nubes, que cargaban el agua, de lado. Llevo mis dedos a mi cabello arrastrándolos para desahogarme, grito con furia y me encamino a mi auto para ir a la central a mantener mi cerebro haciendo algo para no explotar.
Me lleno de trabajo haciendo cosas que ni siquiera me toca hacer hasta dentro de un año. Le escribo a Defne cuando dan las nueve y no ha llegado, justamente toca la puerta antes de yo presionar el botón de llamar. Detrás de ella sale mi primo tomándola de la cintura y su cercanía me hace levantar mi ceja mirando a la nueva pareja.
— Regente...— Saluda sin bajar la mirada.
— Defne.— La saludo.— Carson.
— ¿Qué tal, gemelo? — Sonríe alzando su puño para chocarlo contra el mío.— ¿Hoy no estás de ánimos, viejo?
Lo miro sin gracia y dejo su puño en el aire levantándome para buscar un libro de la estantería. Muevo mi cuello tenso y lo oigo tronar mientras los tórtolos se quedan parados.
— Si vienes a pedirme el día libre, haz lo que se te plazca.— Digo.— Mientras alejes a este engendro de mí, todo está bien.
— Me ofendes, viejo. Somos iguales y me dices que no me soportas. ¿No te soportas a ti mismo?— Choca su palma en mi espalda.
Tontearía con él si no estuviera más encabronado que nunca. Somos como hermanos y siempre hemos tenido la misma personalidad pesada de hacer comentarios innecesarios. Incluso somos los únicos en la familia en heredar el pelo naranja de nuestra abuela haciéndonos casi la misma persona. Las únicas diferencias son que soy más grande y viejo que él, además de que él se dedica al deporte y yo soy regente.
— No me jodas y vete.— Bufo sentándome en mi puesto.
— ¿Te dejaron con las ganas o...
— ¡Dije que te largues!— Rujo y él alza los brazos en defensa.
— Como digas, papa.— Ríe saliendo de la mano de Defne.
Masajeo mi sien intentando concentrarme en el trabajo. Saco mi licor dándole un trago para calmarme, encuentro la paz por unos segundos y comienzo a resolver problemas y a idear planes futuros. Me pongo de acuerdo con el nuevo regente de Antártida y el día se vuelve peor cuando Sia me visita luciendo su panza de embarazada.
— Hola, Uly.— Besa mi mejilla y la ignoro.— Ulysse quiero que hablemos de su nombre ¿Ya sabes que es varón? Será igual que tú, tus mismos labios, ojos, cabello ¿Te lo imaginas?— Dice ilusionada.
«¿No estaba enojada conmigo? Que lo siga estando por favor.»
La miro de reojo sin entender porqué ahora quiere hablar conmigo después de montar ese teatro en mi casa en el cual juró luchar en la corte para quitarme la custodia. En estos momentos desearía que siguiera con su enojo para que me deje en paz. No quiero ser un mal padre pero soportarla es un reto demasiado difícil.
— Estaba pensando en ponerle Ulysse Junior o Junior Ulysse ¿Qué piensas? — Pregunta y sigue hablando sin dejarme contestar.— ¡Ya sé! Le pondremos Ulises para que sea más original.
— ¿Original?— Arrugo los labios con desagrado.— No le vas a poner mi nombre. No quiero que después ande por allí confundiéndome cuando lo llaman, además no quiero regañarme a mí mismo.
Ella ríe como si fuera el mejor chiste que ha oído en su vida y aparta las lágrimas de sus ojos tratando de calmarse.