Capítulo #20
Balin
Me remuevo entre las sábanas sintiéndome cómoda, como hace tanto tiempo no lo hacía. Había algo diferente, mi cuerpo se sentía de una manera inusualmente liviano, incluso puedo jurar que los latidos de mi corazón parecen más calmados, a salvo. De repente, todo se conecta en mi cerebro y recuerdo que no estoy en mi casa, ni si quiera en mi continente natal. Abro los ojos buscando al hombre de ojos negros quien me lanza su mirada a través de aquellas pestañas oscuramente pelirrojas.
— ¿Qué haces aquí?— Pregunta y volteo para verlo.
Su cuerpo se encuentra apoyando en la pared mientras se cruza de brazos esperando por mi respuesta. Ya está cambiado, incluso trae el uniforme de su base con todas las insignias que describen su alto puesto.
— ¿Cuál es el plan?— Inquiere con fuerza en la voz.
Lo observo confundida y veo como se acerca posando sus puños en el material acolchonado para inclinarse. Su rostro queda a centímetros del mío y aunque yo no pueda ni respirar, él no se ve afectado. Solo me mira con resentimiento, esperando a que le dé una respuesta la cual sé que no creerá porque está demasiado aficionado con que lo estoy engañando.
— Solo quiero que me creas. No recuerdo nada, joder.— Bufo mirando hacia otro lado sin soportar más su mirada aniquiladora.
— ¿Y después qué? — Toma mi barbilla, obligándome a verlo.— ¿Esperarás a que te ame como un maldito lunático para arruinarme y quedarte en tu nueva vida?
— ¿Qué? Ya estás delirando.
Me enojo por su estupidez y me pongo de pie para colocarme las calzas rotas. Su rapidez me toma desprevenida y en menos de cinco segundos, ya está delante de mí luciendo molesto.
— ¿No te da ni una pizca de vergüenza haber dejado a tu familia por ese psicópata? ¿No te importa Sol, Uriel, Meer...
— No lo sé, no recuerdo. Maldición, no sé quienes son.— Tomo mi cabeza con ambas manos.
— Deja el maldito teatro, Balin.— Gruñe con la respiración vuelta un desastre.— ¿Qué ha pasado? ¿Te golpeó y ahora te retractas de haberte ido? ¿Quieres volver y por eso estás haciendo todo esto?
Niego muchas veces con la sien palpitándome, el dolor de cabeza es tan insoportable que tengo que arrastrarme por la pared hasta caer en el suelo sentada.
— Dime la verdad y pensaré en ayudarte.— Murmura agachándose.— ¿Quieres más poder? ¿No te conformabas con ser el alférez de Meer?— Besa mis mejillas lentamente.
El mundo me da vueltas y empiezo a ver estrellas por todas partes. Las lágrimas se acumulan en mis córneas haciendo que ardan un poco. Levanto el rostro para ver a Ulysse y veo como aprieta la mandíbula tratando de no explotar en rabia. Su mirada apunta directamente con la piel morada en el contorno de mis ojos.
— ¿Ha sido él?
No respondo, no le diré que Zane me ha golpeado, eso solo lo hará creer que sí estoy escapando de él porque me he arrepentido de engañarlo.
Repito los nombres: Sol, Uriel y Meer, una y otra vez para tratar de recordar algo sobre ellos. Nada, no hay nada en mi cerebro que sirva para reconocerlos.
— Te he hecho una pregunta.— Gruñe tomándome de la nuca.— Respónde.— Habla sobre mis labios.
— Nada de lo que digo lo crees. No vale la pena decirte la verdad.
— No juegues conmigo, joder.
— ¿Sabes qué?— Grito colérica.— Sí, te estoy engañando y en realidad tengo un maldito complot con Zane para joderte ¿Eso quieres oír?
Lo empujo para ponerme de pie y camino rabiosa hasta la salida de su estúpido apartamento. La ira baila por mis venas como un carnaval en pleno apogeo causando que me detenga antes de llegar a la puerta que da con el ascensor.
— Si tanto quieres que sea la mala del cuento, lo seré. No intentaré más entrarte en razón cuando es obvio que lo último que tienes es razonamiento.
Digo todo de espaldas y me marcho con la cabeza en alto. Bajo sin oír nada de su parte mirando a los lados para ubicarme, el agujero en mis calzas me molesta un poco pero sigo con mi caminata para llegar al hotel en el que me hospedo. Subo las escaleras con cansancio y estrello la puerta al entrar.
— Uff, Ulysse sí que sabe sacar lo peor de las personas.— Habla una rubia sentada en mi cama.
Me coloco en posición de defensa y saco mi pequeña arma que se escondía entre mi sostén. Ella alza la suya, siendo tres veces más grande y letal.
— ¿Quién eres?
— O sea que Zane no estaba mintiendo.— Se carcajea poniéndose de pie.— ¿No recuerdas nada, nadita?
— ¡¿Quién eres?!— Vocifero tomando el arma con más fuerza.
— La mujer que se quedará con Ulysse.— Sonríe de una manera escalofriante.
— Si quieres quedarte con él no tienes nada que buscar aquí.
— Sí tengo que buscarte porque te necesito.
Dice con una sonrisa falsa y de la nada, un montón de personas me apuntan desde atrás después de haber abierto la puerta con varias patadas. Al encontrarme rodeada no puedo hacer más nada que bajar mi arma para no alterarla. Jugaré con ella hasta idear un plan y listo.
— Bien, ¿Qué quieres?
— Es muy fácil, solo tienes que matar a Meer y seguir siendo la próxima heredera de la fortuna Therkildsen como si nada hubiese pasado. No recuerdas a nadie, por lo tanto, no importa.
Miro algún escape para darme cuenta de que no hay ninguno. Asiento viendo como su rostro se ilumina y arrugo los labios al sentir como alguien me coloca una máscara de humo haciendo que caiga inconsciente.
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— Ya, venga que has dormido demasiado.— Me dan palmadas en la cara.
Despierto detallando los ojos azules de la mujer rubia que se encuentra resplandeciente por la sonrisa que luce. Estiro mi cuello tronando mis huesos y trato de desamarrar las sogas que envuelven mis muñecas.