Ulysse
La miro por las cámaras escabulléndose por los pasillos para parecer desapercibida. Respiro hondo restregando mis manos con frustración sobre mi rostro cansado. Recibo una notificación de Zane haciendo que la rabia me suba por las arterias hasta explotar en mi cuello, reviso el mensaje para ver qué mierda quiere ahora y bufo cuando veo que es solo para confirmar que estoy haciendo lo pautado.
Le contesto con un simple "¿Qué crees?" y dejo la computadora de lado para ir a visitar a la persona que he estado viendo hace más de un mes ya. La sensación de verla nuevamente me llena de paz y eso me hace caminar con ansias hasta mi nave para ir al edificio en donde reside.
Doy mi credencial en la recepción para que me puedan dejar pasar y me muevo hasta su habitación para entrar sin tocar. La veo recostada en la cama con una sonrisa de molar a molar y me acerco para darle un beso. «La amo.»
— Hola, mon soliel. — Saludo y sonrío gigantescamente cuando se tira en mis brazos haciendo que dé vueltas con ella.
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Salgo arreglando mi vestimenta y me devuelvo a casa para ver a mi hijo junto a Sia esperando por mí en la puerta. Me acerco rápidamente sin saber porqué están esperando afuera y me doy cuenta de la razón cuando veo el desastre que hay en todo el piso.
— ¿Qué mierda ha pasado?— Cuestiono sacando mi pistola.
— ¡Woa! ¿Me dejas dispararle a tío Casper?— Pregunta mi hijo y Sia lo regaña cargándolo.
— Te dejaría pero primero lo hago yo.
— Me parece justo.— Habla mi espejo andante apareciendo de la nada al lado de Defne.
— Me han llamado de recepción porque detectaron un movimiento extraño, regente.— Anuncia y alzo una ceja con incredulidad sarcástica.
— ¿En serio?— Me hago el sorprendido.— No sé, no me di cuenta.— Alzo mis brazos señalando los cristales rotos.
Casper rueda los ojos por mi actitud y toma los cachetes de Miky, mi hijo, para molestarlo. Entro en mi departamento con el arma en alto y reviso todo viendo que ya no está el atacante. Paso mis dedos por un papel arrugado que descansa en una de las mesas destrozadas y oculto la sonrisa para que mis acompañantes no se den cuenta.
Leo el papel guardándolo en mi bolsillo rápidamente, sigo buscando como si aún no supiera quién ha sido el culpable de esto y permito que Miky tome mi pistola después de haberle quitado las balas para que deje de suplicar tanto. Inmediatamente comienza a disparar asustando a Sia pero la veo clamarse cuando se da cuenta de que no hay nada dentro que pueda lastimar a alguien.
— Defne, averigua quién ha hecho esto y me lo dejas saber mañana en la reunión con Mancini. — Ordeno y ella asiente usando su tableta.
— Ulysse.— Me llama Sia mientras me voy yendo de la estancia.
— ¿Hm?— Pregunto sintiendo como el pequeño me sigue de cerca.
— Vinimos porque hoy es mi cumpleaños y pensaba que podríamos pasarla juntos.— Habla entrando conmigo al ascensor.
Frunzo el ceño sin querer decir nada porque nuestro hijo está presente. Le lanzo una mirada de pocos amigos haciéndole entender que no tengo tiempo para jugar a una familia perfecta y me agacho para hablar con el pequeño sicario en proceso.
— ¿Quieres quedarte con tu mamá o vienes conmigo y Doble C?
— ¡¿Ulysse?! — Espeta la rubia indignada.
— ¡Quiero usar el rifle ultrasónico de tío!— Grita colgándose de mi cuello.
— Ya lo has oído.— Lo cargo mirando a Sia de reojo.
— Me voy, quizás no esté el fin de semana.— Sale a regañadientes y me encojo de hombros.
— Más tiempo para nosotros, ¿no?
— ¡Más tiempo con el rifle!
Ruedo los ojos negando divertido para posteriormente llevarlo hasta mi nave. Contacto con Doble C para que nos haga compañía y quedamos en vernos en una de sus bodegas que están aquí en Paris. Miky insiste en llevarle un regalo a Doble C y tuve que pararme en una estación de electricidad para la nave en búsqueda de una cerveza para que mi hijo deje de chillar. «Vaya mierda, se parece más a mí y lo confunden conmigo.»
— Papi, ¿Quién era la chica de cabello loco?
Lo miro mientras caminamos a la bodega y me detengo para ponerme de cuclillas. La mención de la pequeña venenosa me sube los pálpitos pero no lo muestro a la hora de explicarle a mi primogénito.
— Era una delincuente, una de las más malas.
— ¿Cómo tío?— Cuestiona velozmente y niego riéndome.— Entonces, ¿Cómo?
— No hay comparación, hijo. — Acaricio su cabello poniéndome de pie para entrar en el salón descuidado.— Es única.— Susurro solo para mí.
Nos adentramos entre los hombres grandes que hacen armas ilícitas llenándose de aceite y carbón. Halo el brazo de Miky que no quiere dejar de ver las pistolas y subo hasta la oficina de mi amigo para charlar un rato. Lo veo recostado en su asiento fumándose un puro con una chica en sus piernas.
— ¿Quién es la afortunada?— Cuestiono haciendo que ambos se asusten.
— ¿Tengo tía?
— No, niño. — Ríe el calvo algo incómodo.— Anda.— Le pide a la chica que sale sin decir más nada.
Me acomodo en un asiento trayendo a mi hijo conmigo para que no se ponga a toquetear las armas de alto calibre que desfilan en las paredes como trofeos listos para ser tomados por el diablín.
— ¿Cómo va todo? Oí que tienes a Balin.— Dice tomando un puro para inflarse los pulmones con el vapor caliente.
— Ya veo que las noticias vuelan.— Río de mala gana.— No, no la tengo; ni la quiero tener. Dejaré que Doxon termine con su trabajo.
Hablo seriamente pero el calvo de mierda entrecierra los ojos sin creerme del todo. Lo observo subir sus pies a su escritorio, saca su arma ultrasónica de su bolsillo haciendo que Miky se me salga de los brazos corriendo hasta Doble C. Bufo incrédulo y me rindo dejando que el pequeño tome el arma disparando a un muñeco que chupa las balas sin importar a dónde dispare porque tiene un campo magnético que se usa para los aprendices.