El mar en invierno

4. Excitante (Parte N°2)

Retrocedí dos pasos acercándome a la puerta. El ambiente agradable y cálido se esfumó junto con la última nota musical. El aire se volvió pesado, y en los ojos de Hiram no quedó vestigio del entusiasmo desplegado anteriormente. Se recostó en la cama ubicada a mi izquierda y tomó su móvil, ignorando mi presencia totalmente. Comprendí que esa era su forma de decirme que ya no me quería allí. Me excuse en que era tarde y me retiré, asegurándome de no cruzar miradas con él en ningún momento.

Al acostarme y cerrar los ojos sentí las paredes dar vueltas a mi alrededor. Hiram lograba marearme, confundirme y enceguecerme. Podía percibirme perdida entre sus cambiantes actitudes. El llega a desplegar múltiples tonos de grises, obvios y simples. Que transforman lo predecible en impredecible haciéndome ver inexistentes colores detrás de ellos.

Escuché movimiento a altas horas de la noche en el cuarto frente al dormitorio de Hiram. El estuvo entrando y saliendo de allí. Podía oírlo y sentir sus pisadas recorriendo el departamento. Incluso las sentí cerca de mí pero no me atreví a abrir los ojos. Temía encontrar su mirada.

Se despertó pasado el mediodía. Aproveché la mañana a solas. Me preparé comida y me informé sobre lo que estaba pasando puertas afuera. Las noticias estaban lejos de ser alentadoras. La cantidad de víctimas iba en aumento y los recursos eran cada vez menos. El virus provocaba grandes espasmos en los contagiados, debilitandolos hasta matarlos fugazmente.Me preguntaba por las familias afuera, e incluso por la de Hiram. Jamás los menciona ni siquiera habla de la pandemia. No se lo ve preocupado, por lo menos esa es la apariencia que transmite.

Tomó su desayuno y se encerró en la habitación desconocida. Dejándome sola la mayor parte del tiempo. Hace tres días que esa es su rutina, solo sale para comer o beber algo y no me dirije la palabra. Por mi parte intento mantenerme ocupada para no desfallecer contra la soledad. Cocino, miro películas, e incluso comencé a hacer algunos ejercicios para mantenerme activa. Por las noches escribo o releo el único libro que traía en mi bolso el día que quedé atrapada aquí.

-Hiram- Lo llamó en un tono lo suficientemente alto para que pueda oírme detrás de la puerta.

-¿Qué?-dice mientras abre la puerta. Trae solo unos ajustados jeans negros con roturas en las rodillas. Lo veo levantar del suelo una camiseta blanca y ponerla delante de mí.

-Disculpa que te moleste, solo quería ver si podrías prestarme la ropa que me ofreciste- digo concisamente, evitando su mirada. Todavía seguía molesta e incómoda debido a nuestro último encuentro y el hecho de que a partir de ese momento ni siquiera se dignó a hablarme.

-Bueno veamos que te puede quedar-dice dirigiéndose al placar frente a su cama.

Me acerco un poco, pero mantengo cierta distancia. Observar el piano a un costado de nosotros me traerá recuerdos agridulces. Hiram saca varias prendas del placar y las coloca sobre la cama. Entre ellas dos camisas blancas con botones y una a cuadros. También dos remeras largas de algodón.

-Supongo que las podrás usar como vestidos o algo así- me dice mientras las levantó para probarlas sobre la ropa.

-Gracias- me limito a decirle una sola palabra, tomó la ropa y me dirijo a la puerta.

-Gia- lo oigo decir detrás de mí al tomar mi muñeca. Su voz y su agarre me provocan escalofríos.

-¿Si?-le digo al girar levemente para verlo. Me observa durante unos segundos que para mi fueron interminables. Nunca sé qué esperar de él, una disculpa, un intento de beso o una ola violenta que me arroje al suelo.Es impredecible.

-Olvidaste esto- dice entregándome un par de calcetines a la vez que quita su mirada de la mía. Me limito a tomarlos e irme. Estoy cansada de sus extrañas e inestables actitudes.

Cambio mi ropa dentro del baño. Antes de ponerla sobre mi cuerpo siento el impulso de acercar las camisas a mi y olerlas. Las acerco a mi rostro y dejó que aquel aroma, otra vez, invada mis pulmones. Jamas había sentido algo así, es como si no pudiera resistirme a su perfume. Mis ojos se cierran mientras siento la fragancia, y puedo ver sus ojos verdes sonreir mientras tocamos el piano. Lucía tan diferente o más bien se sentía diferente. Se siente como el mar cambiando según la temporada. Pero aun así sigue siendo el mismo. Solo provoca un sentimiento diferente al espectador dependiendo de como corre el viento afuera. Creo que en el caso de Hiram, la música es su brisa cálida.

Hiram está sentado frente a mi, me observa.Traigo su camisa a cuadros, me queda hasta arriba de las rodillas. Eso me hace sentir un poco avergonzada. Me siento frente a él en silencio y cruzo las piernas para evitar mostrar de más.

-Bueno te doy la oportunidad, pero si no quiero no contestare - Expresa en un tono resignado.

-¿La oportunidad de qué? -preguntó sin entender de qué está hablando.

-Las preguntas, dijiste que querías hacer un juego o algo así - Dice en un tono despreocupado, alzando los hombros y luego me amenaza con que si no empiezo rápido no jugará.

-Bueno -Pienso un segundo antes de hablar, asumo que no le gustan las pregunta personales. -¿qué estudias en la universidad y por qué?

-Estudio Ingeniería química, porque -Se queda pensando la respuesta como si no estuviera seguro y por un momento siento pena por él -mi padre tiene una empresa y puedo ganar mucho trabajando allí

- Me sorprende - afirmó mirándolo pensativa.Suelo sobre analizar las cosas.

- ¿Por qué acaso pensabas que no era lo suficiente inteligente? - insinúa con su habitual risa engreída.

-No, porque creo que deberías ser músico - le respondo decidida

- Solo porque toco el piano, me parece una conclusión apresurada "licenciada en orientación vocacional" - Me dijo haciendo comillas con sus dedos.

-No, esa no es la razón. Lo dije porque tocas el piano espectacular-mente, con una gran técnica y de forma espontánea casi sin ningún esfuerzo. Te vi leer las partituras muy rápido y a juzgar por los instrumentos que nos rodean - digo señalando las tres guitarras colocadas como en un altar en una esquina del living -tocas más de un instrumento. Sin contar que te brillaban los ojos cuando tocabas y realmente lo estabas disfrutando como no te vi disfrutar nada en el corto tiempo que llevo aquí. Y si, puedes decir que no es la música, lo entiendo. Pero menos la química, ni siquiera sabias el porque la estudiabas. Bueno ese es mi diagnóstico, nos vemos en la próxima consulta - digo con un tono sobre actuado y me levanto del sillón para hacer una pequeña reverencia.



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En el texto hay: drogas, pandemia, drama amor

Editado: 30.05.2020

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