El viento del desierto no perdona. Marruecos la recibía con un sol ardiente y una tensión que se sentía incluso bajo tierra. Camila bajó del avión privado con Mateo a su lado y un equipo de seguridad internacional que había contratado apenas al llegar a Europa. Ya no era la heredera de un odio. Era la portadora de un legado.
El anexo del testamento de su padre la había guiado hasta Essaouira, una ciudad costera donde el pasado parecía ocultarse entre las murallas. Allí, en un café olvidado por el tiempo, los esperaba un hombre de turbante blanco y mirada aguda.
—Me llamo Idris. Su padre confió en mí cuando nadie más lo hizo. Lo ayudé a esconder lo que descubrió.
—¿Y qué fue eso exactamente? —preguntó Camila sin rodeos.
Idris la condujo a través de un mercado hasta una puerta escondida en un callejón sin nombre. Allí, tras pasar varios sistemas de seguridad y abrir una trampilla, descendieron por un pasadizo que se adentraba en la tierra.
—Lo que verá ahora podría cambiar la historia de Europa.
Bajo tierra, se encontraba una sala iluminada por luz artificial, repleta de documentos, discos duros, y mapas geopolíticos. En el centro, un mural mostraba los logos de bancos internacionales, multinacionales, y células secretas. Encima, una palabra pintada a mano:
LOS HIJOS DEL SILENCIO
—Son una organización que opera desde las sombras. Financiaron guerras, cayeron gobiernos, fabricaron crisis económicas. Y los Montiel eran uno de sus pilares.
Camila tomó uno de los discos duros.
—¿Mi padre formó parte?
—No. Fue reclutado, pero se negó. Por eso desapareció. Fue un traidor para ellos, un peligro. Y ahora, ellos saben que tú tienes el legado.
Mateo se acercó a un monitor antiguo que comenzó a mostrar archivos cifrados: pagos secretos, transferencias, nombres de código.
—Esto podría incendiar media Europa si sale a la luz.
Camila respiró hondo. Su padre no había muerto por cobardía. Había sido un centinela en la sombra.
—Todo lo que hicieron caerá con ellos —murmuró, con la mirada encendida.
Esa noche, mientras descansaba en una posada humilde con el sonido del mar colándose por la ventana, recibió un mensaje cifrado en su nuevo teléfono satelital:
"Tu movimiento está siendo observado. No estás preparada para lo que viene."
—L.H.S.
Camila sonrió por primera vez en días. Porque sabía que cuando el enemigo empieza a advertir... es porque teme el impacto de quien se acerca con fuego en la mirada y vértigo en las venas.
El juego ya no era por venganza. Era por la verdad. Y ella estaba dispuesta a quemarlo todo.
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 16.05.2025