A la edad de un año, perdí a mis padres en un accidente de tránsito y mi abuela paterna me abandonó a las puertas del Orfanato de Saint Patrick en New York. Desde entonces este ha sido mi hogar y mi única familia los niños huérfanos o abandonados como yo.
Ahí me di cuenta que lo importante no es tener buenas ropas, juguetes ni otras cosas materiales, lo que yo siempre anhelaba eran abrazos, besos y conversaciones cara a cara con mis padres, hermanos o familiares.
Me convertí en un niño solo y retraído porque mis hermanitos o amiguitos después de haberme ganado su confianza, ser amigos o cómplices de travesuras eran adoptados, esto me dejaba sumido en una ansiedad o desesperación, así mismo me sentía sólo y triste. Hasta ahora que tengo 7 años, nadie ha prestado interés en adoptarme, comentan que son retraído, bobo, huraño, triste y que mi mirada es perdida. En realidad no me importa que me adopten porque no he sentido amor ni confianza para irme con alguno de ellos.
En el orfanato la única alegría que nos une a todos, es que un mes antes del día de navidad, comienzan los preparativos para que todos participemos en el concurso navideño “Envía tu carta a Santa Claus”. La misma consiste en escribir una carta solicitando lo que queramos. La mayoría de las veces son juegos electrónicos, juguetes de moda o equipos de música, solicitados por los niños mayores o adolescentes. El orfanato cuenta con colaboradores o patrocinadores quienes se convierten en nuestros padrinos mágicos o en Santa Claus haciendo posible que nuestro deseo se convierta en una hermosa realidad.
-Liam, liam, ¿ya tienes tu carta preparada?, me pregunta Lorena la trabajadora social encargada de mi sección donde estamos ubicados niños de 7 a 9 años de edad.
-No, señorita todavía no la tengo lista, pero ya comienzo a escribirla.
-Bueno date prisa que en dos horas vendrán los duendes de Santa a recogerlas para llevarlas al Polo Norte, me dice ella muy impaciente.
–Apúrate si no quieres quedarte sin juguete. Yo le tengo mucho cariño y respeto a la señorita Lorena, siempre está pendiente de nuestra alimentación y nuestra protección, pero creo que entre todos, soy su consentido.
-Ahí en tu locker te coloque lápiz y papel, recuerda colocar tu nombre completo y el nombre del orfanato.
–Son muchos orfanatos y santa necesitar saber el nombre del niño y del lugar exacto para entregar los regalos.
-Si, señorita Lorena…ya estoy escribiendo.
-Okay Liam, apúrate que siempre eres el último en entregar tu carta siempre.
Ese día es maravilloso, el orfanato se siente alegre y la oscuridad y la tristeza ya no están conmigo.
En ese momento, llega Michael y me dice: -Liam ya voy a bajar a entregar mi carta a los duendes, veo que no has comenzado, te voy a guardar un lugar. –Si, si, ya voy a terminar. –Ya voy al patio central.
La mayoría de mis amiguitos ya están en el patio, felices con sus cartas, hay mucha bulla que no me deja concentrarme.
Yo no quiero juegos electrónicos, no quiero juguetes, ni instrumentos musicales. Yo sólo quiero un hogar calientico, con una mamá que me consienta y un padre que me proteja. ¡Yo quiero irme de aquí!.
Estoy muy triste, me dan ganas de llorar, también me siento solo porque fueron adoptados dos amiguitos con los cuales jugaba a las escondidas y béisbol. ¡Peter y Neil cuanto los extraño!.