—Un año antes—
Valentina Rossi observaba su rostro delante del espejo pensando en como su vida cambiaba constantemente en algunos aspectos, mientras que en otros se sentía estancada.
Luego de dos largos años, finalmente había vencido su larga lucha contra el cáncer de mama lo cual la hacía sentir cierto regocijo.
Pero el saber que los fuertes tratamientos recibidos le podrían afectar a la hora de concebir le hacia sentir una inmensa tristeza dado que aquel era el gran anhelo que tenía junto a su gran amor. Y este pendía de un hilo, uno muy fino y desgastado.
La hermosa mujer seco la lágrima que comenzaba a rodar por su mejilla antes de meterse bajo la ducha para darse un baño caliente con la esperanza que se disiparan todas sus preocupaciones y tormentas.
Mientras tallaba su delicada piel pensaba que salir a caminar un poco le haría bien.
Al final faltaban un par de días para Navidad y aún debía de comprar algunos regalos para sus familiares, los cuales llegarían en un par de horas dado que todos habían acordado celebrar por todo lo alto que finalmente estaba sana...
Luego de aplicarse crema hidratante por todo el cuerpo se enfundó en unos pantalones blancos térmicos y un grueso jersey del mismo color.
Se colocó un hermoso gorro rosado fucsia que combinaba maravillosamente con la bufanda que había elegido.
En último momento decidió arreglarse un poco sus cejas con un lápiz de color marrón claro, aplicó un poco de rubor en sus mejillas y un ligero bálsamo labial.
Al bajar las escaleras se encontró bajo la escudriñatoria mirada de su esposo, quien esbozo una gran sonrisa al verla.
—Estás preciosa— expuso Derek mirando con amor y ternura a su esposa antes de darle un tierno beso en los labios.
Ella por su parte sonrrió con timidez.
En más de una ocasión le había planteado a su esposo que lo mejor era el divorcio alegando que él no se merecia estar con alguien enferma y que posiblemente no lo podría convertir en padre. Sin embargo él no cedió, siempre estuvo alado de ella al pie del cañón. Aguantando sus cambios de ánimos, inseguridades y malestares que le propinaban todo lo vivido.
—Debería ponerme celoso?— preguntó él fingiendo que pensaba para hacerla reír.
—No seas bobo—dijo ella sonriendo débilmente
—Cómo estás hoy? Desanimada cierto— expuso él conociendo el lenguaje corporal de su esposa. Por más que ella quisiera aparentar estar bien, él la conocía como nadie.
—Tranquila preciosa, poco a poco nos vamos levantando. Debemos agradecer que estamos juntos, que estás sana. Verás que cuando menos lo esperes llegará eso que tanto deseamos.
No te martirices, ni te castigues por algo que no está en nuestras manos.
Pase lo que pase estaré para ti y no te dejaré!
Sabes porqué? Porque te amo, te amo tanto o más que el primer día.
Por eso deseo que comiences a disfrutar esta nueva oportunidad que Dios nos ha regalado y verás que todo llegará— dijo sosteniendo a su amada por las mejillas mientras ambos derraban lágrimas.
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Editado: 13.12.2023