Esa noche al Este de Lúa Dark en Nosferália, al pie de las Montañas de la Muerte en un cúmulo de nichos adheridos a las faldas de las montañas donde residían las distintas criaturas de la noche como los vampiros y las arpías entre otras especies, Valek Deinal abandonaba su cubículo para iniciar el duro entrenamiento al que se había sometido para ganar el torneo cuando el sonar de las campanas de todos los templos de aquella enorme y tétrica urbe llamaba la atención de los habitantes ya que algo estaba por anunciarse, Valek voló hasta donde se arremolinaba una multitud de gente, digo, si es que se le podía llamar gente a aquélla aglomeración de entes infernales y fantásticos surgidos de la oscura imaginación de los humanos, donde hombres lobos, troles, gárgolas e infinidad de extrañas criaturas, tanto bípedos como cuadrúpedos, tanto masculinos como femeninos, por no mencionar a los que tenían más de 4 patas, se estaban reuniendo alrededor de uno de los carruajes reales anunciando el inicio del reclutamiento de concursantes para el torneo de artes marciales de ese año donde se buscaba mejorar el nivel de pelea de los guerreros de las legiones del ejército de guerreros no naturales de Nosferália y aumentar el número de maestros Omega pertenecientes a la guardia real y por supuesto al campeón de ese año que tendría el alto honor de ocupar el puesto de guardia personal de Lilth Tepees, la princesa de ese reinado, la participación de peleadores fue muy concurrida ya que aquél ejército oscuro estaba plagado de formidables guerreros que cobraron muchas vidas antes de ser derrotados.
Valek esperó pacientemente su turno entre los gritos de impaciencia de los demás aspirantes hasta que obtuvo su ficha.
Ya en su entrenamiento había aprendido que la paciencia podía ser un arma muy efectiva en sus batallas, su alta y espigada figura provocaba algunas risas entre los presentes ya que contrastaba con la mayoría de ellos que portaban una impresionante musculatura que por supuesto usarían para ganar el torneo, Valek hizo caso omiso de las burlas y se retiró furtivo, en una de las galeras de recuperación de los guerreros caídos en batalla, las brujas encargadas de vigilar su sanación sonrieron maléficamente al constatar que los caídos ese mes, gracias a la temprana aparición de la Luna en el cielo se estaban recuperando antes de lo esperado, en un pesebre especial yacían los cuerpos de Marcus Dimitri, Yamil Angen y Corzo Brigante que durmiendo esperaban por la regeneración de sus heridas, custodiados por un escuadrón de troles y gárgolas voladoras que vigilaban los techos de aquellas galeras que se deslizaban mecánicamente durante las noches para permitir que los rayos de la Luna alcanzaran los cuerpos de los pacientes, en el castillo Stoker el rey Vlad y los maestros Omega discutían la asignación de un nuevo comandante supremo de sus fuerzas, ante la prepotencia de Dimitri la princesa Lilth y los maestros Omega habían pedido su destitución del cargo.
-Cualquiera de los 5 que quedan es apto para ocupar el puesto. –dijo el rey Vlad. -Pero si no existe inconveniente yo propongo al maestro Moriath Tilazo para ocupar el rango provisionalmente.
-¿Por qué provisionalmente, acaso piensas reinstalar al pesado de Dimitri en cuanto se recupere? –pregunta Lilth provocando consternación.
-No, digo provisionalmente porque he decidido que el ganador del torneo ocupe ese puesto y a la vez sea tu guardia personal, puestos que el maestro Marcus Dimitri ejecuta muy bien a pesar de lo que digan, y nadie puede garantizar que el maestro Omega Moriath Tilazo sea el ganador, además recuerden que este año la modalidad cambia y de entre los derrotados puede salir el vencedor.
-Espero que no me lo tomen a mal compañeros –dice Moriath. -Pero no creo que alguien de ustedes ni ninguno de esos derrotados de clase baja pueda vencerme.
-Recuerda que también Dimitri participará. –interrumpe Zeth.
-¡No le temo! –replica Moriath. -Y después de la paliza que le propinó la guardiana del portón negro menos.
-Bien, si todos o la mayoría estamos de acuerdo cerremos esta sesión.
Dice el rey Vlad para finalizar y los presentes empezaron a abandonar aquél auditorio de guerra; Lilth se dirigió a su habitación y alcanzó a escuchar aquella voz en la distancia que se apreciaba como el canto de las sirenas en la voz de los tritones y embelesada, terminando de escuchar la historia de aquél pecador inocente enamorado de la Luna emprendió el vuelo sin preocuparse por escapar de su escolta que a prudente distancia la seguía, Lukímia enrollaba el pergamino mágico donde había capturado aquellas palabras en el viento cuando la vio arribar a su torre de vigilancia.
-¡Lilth! Qué bueno que me visitas precisamente ahora que estaba tan aburrida.
La princesa al posarse en la cornisa de una de las ventanas de aquella torre, agradeció el saludo con una sonrisa, mientras replegaba sus alas para pisar en firme cuando algo que se distinguía a contra luz con la luminosidad de la Luna en el Valle de los Muertos llamó su atención.
-¿Qué son esos montículos que se distinguen a ras del suelo? –preguntó Lilth a Lukímia. -¿Acaso son barreras o trincheras que colocaron nuestras fuerzas para labores de entrenamiento?
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Editado: 02.02.2023