Astrid
Presente
Ahora estoy cruzando la última avenida antes de mi destino, me encuentro algo nerviosa; hace mucho que él y yo no hablábamos. No desde que me grito en su coche y me hizo sentir fatal después de romperle la nariz a la pelirroja ¿Qué habrá sido de ella? Ojalá un día pueda descubrirlo.
Sigo sin procesar que haya sido anoche, se siente raro recordarlo. Ya no está aquí. Bueno, no está aquí desde hace casi una semana, es más difícil tratar un cuerpo magullado y roto que un cadáver normal, además que tuvo que pasar por investigaciones forenses y todas esas cosas que desconozco.
"Mujer" "Odio" "Rencor" "Fetiche" "Experiencia/ayuda" "Confianza"
Las he ido repitiendo en mi cabeza constantemente, las llevaba anotadas en mi cuaderno y me las memorice, es mi primer misterio policial, trato de hacerlo lo mejor que puedo. Hice el intento de inventar una canción, con su ritmo y todo; aunque es muy rara para cantarse en voz alta no me parece tan mala.
Que no me haya matado yo sola es una suerte, cuando camino me fascina pensar y suelo distraerme con las cosas mas insignificantes, una paloma, un coche mal estacionado, una señal de alto, una señora, un semáforo; pero no pongo atención en donde pongo el pie, de milagro no he ido a parar dentro de las alcantarillas.
Hablando de alcantarillas, huele a muerto por está calle, que horror. Agua corre por las cunetas, pero no se mueve, sólo está estancada.
De ahí no puede venir el mal olor, pero del resto de la calle veo muchos lugares dónde. Talvez un perro cazo a un gato y el cuerpecito inerte del felino flota por los riachuelos de agua café, quizá él corroído del drenaje y su nulo servicio. Salta a la vista que esté no es un lugar bonito.
Llego a la tan aclamada casa, está protegida por un cercado, pero es igual de viejo que los drenajes, y con solo ver el patio lleno de hojas y tierra, se que la limpieza está tan olvidada como el olor tan repugnante de fuera.
Pienso en si tomar una piedra y tocar en los barandales, pero la reja está abierta y no quiero estar más tiempo acá. Recuerdo que antes era una casa bonita, dentro de lo que cabe; ahora la pintura se está pudriendo y hay un charco del tamaño del mundo apenas entrar. Recuerden que soy torpe, por error lo pise y moje mis pants, que ahora remango hasta abajo de las rodillas.
«¿Hace cuánto no barren acá?»
Respiro hondo y con decisión toco tres veces a la puerta, son golpes fríos y puede que ni los hayan escuchado, necesito más decisión aún. Vuelvo a respirar hondo y hago el intento de tocar nuevamente, pero en eso abren.
—AAAAAAAAAAAAAA— Grita la castaña en un alarido agudo, casi dejándome sorda —¡As! Que emoción hace mucho no venías acá creí que nunca volverías juraba mejor dicho— Dice sin ninguna pausa para respirar —Entra, rápido— Me toma del brazo y me jalonea hacía dentro.
—Yo también te extrañe Rebeca— Miento, no la extrañe en nada. No es que ella sea mala persona, pero a veces es molesta. Es un año y medio menor que yo y siempre tiene que llevarme la conversación a mí, nunca me ha dado por contarle nada, entre más extrovertida es la persona menos puedo abrirme.
Me lleva del brazo hasta las escaleras, me sorprende que una casa tan chica tenga segundo piso, pero me parece que no es muy grande, tengo que agacharme para poder pasar los últimos escalones y dar un brinco al final, donde hay un desnivel que da a una habitación color rosa chillón.
—¡Me la pase increíble en tu cumpleaños! Tus primos son maravillosos, necesitas invitarme al siguiente, ¿Cuándo tienes pensado?— Pregunta con entusiasmo mientras limpia el desorden de la cama, color azul ultramar. Es de los azules más profundos que ubico, rozando el violeta.
—El siguiente año, así funcionan los cumpleaños— Respondo lo más obvio. Seguramente una de sus amigas respondería algo ingenioso y se sacaría algo de la manga, «Pues el siguiente mes planeo tener mi aniversario del mes en que nací, será en Cancún, tienes que venir amiga» y entonces se llenan de emoción y comienzan a brincar hasta pegarse en el techo por lo chico que está el cuarto.
—Que graciosa As, pero necesitamos organizar otra reunión— hace énfasis en «necesitamos» —No tiene que ser con tus primos, me refiero a tu y yo, ya te veo muy poco— Dice con decepción, pero alegre a la vez, es raro de explicar.
Y ahí es donde entran mis bloqueos, no sé que más responder, y ahora el único sonido en el mundo parece ser él de ella moviendo los cuadernos del escritorio a los cajones de abajo, antes de azotar con un portazo.
—Perdona, solamente así se cierra— Asegura. Tiene sentido, toda la madera parece comida por animales. Eso último no lo dijo con emoción, más bien con vergüenza y amabilidad, nunca deja de lado la amabilidad; por eso será tan buena haciendo amistades.
No sé de que forma sacar a conversación el tema de Amelia, ha de ser difícil, es idéntico a cuando alguien se me acerca y quiere hablar sobre mí hermano, sólo deseo darles un golpe en la cara para que dejen de hablar idioteces que ellos no vivieron.
—No te preocupes— Respondo, ella me regala una sonrisa y se para frente mío, creo que espera a que diga algo más.
—¿Por qué viniste?— Pregunta con una risita —Disculpa mi emoción, seguro que viniste por algo en especifico y yo te arrastre hasta acá, sólo no me gusta hablar en la sala, hay un desorden total—
Su pelo castaño claro es igual al de su hermano, es muy bonita. Me da pena que se ponga así, generalmente ella es más viva que esto. Talvez sea muy brusco preguntar por su vida privada, esto es con Cris, no con ella.
—¿Cristian no está? Quisiera hablar con él— Digo. De un segundo a otro se le borra la sonrisa.
—Oh... ¿Se podría saber por qué? No es por ser preguntona— Dice ella.
—Emm— Tartamudeo, no sé porque estoy nerviosa —Pues... no te puedo decir, pero ya sabes sobre qué— Me meto el pie yo misma, eso provoca más preguntas.