¿Él merecía morir?

Conflicto

Casandra

Estamos cerca de las diez en punto; sostengo mi bolso entre mis dos brazos y observo en tranquilidad el verde césped, y las estatuillas de piedra que adornan el pórtico de mí hogar.

Inclino mi cuerpo en la puerta de la casa y respiro el aire fresco de tormenta; según el noticiero, está tarde noche, habrá una de las peores tormentas del año.

Anoche llovió también, es mi momento favorito del año. Talvez piensen que una chica criminóloga e investigadora personal no pueda tener un corazón, quisiera que así fuese, soy una romántica sin remedio. Solo imagínenlo; una noche lluviosa, sentada al lado de un ventanal, una taza de chocolate caliente, y el amor de tu vida, alrededor de tu espalda, cubriéndote en el calor de sus brazos. Mirar esos ojos tan grises como las gotas que arremeten contra los cristales, su piel blanca como las cebollas y ese lacio pelo castaño. Lástima que por el momento vaya a pasar esta tormenta sentada en la ventana de mi recamara, posiblemente trabajando y stalkeando a mis víctimas; tan sola como las mil noches que llevo viviendo en esta casa.

El mayor golpe que me ha dado la vida, fue el día en que murió mi madre, antes de ello vivíamos en una casa más grande aún, junto a ella ese día estaba mi hermana mayor; apenas tenía 13 años y yo iba cumpliendo los 8. No tengo muchos detalles del accidente, tenía ocho años, era muy joven para hacer esas preguntas. No paso ni un año de eso y mi padre decidió mudarse conmigo fuera de la ciudad, fuera de esa casa. Era muy deprimente ver una casa tan grande vacía, por lo que nos mudamos a está, solo a 40 minutos de nuestro viejo hogar.

Papá sale de casa temprano y llega de noche, aunque a veces no vuelve y se queda doblando turnos. Para mí resulta mejor, dentro de todo ya tengo 19 años de edad y soy toda una adulta, una persona responsable de sus propias acciones y me agrada serlo. Estar sola me ayudo a explotar mi talento en informática y programación, talvez no sea la más experta, pero se hace el intento, también he ayudado a mucha gente con sus asuntos personales, soy de gran ayuda siguiendo rastros, mi mayor sueño es ser una de esas detectives que protagonizan novelas y consiguen dar con el asesino en menos de una hora. 

Abro los ojos cuando el distintivo sonido de un auto estaciona frente mío; en mi cochera, claro que sí.

***

Cristian

¿Es usual pelear entre hermanos no? Porque ya me estoy empezando a cansar del mismo conflicto de siempre, día si día también; pelear por comida es lo más bajo que pensé que caería, pero caí más hondo al punto de pelear por no comer. Personalmente me estoy muriendo de hambre y frio; y talvez allá sido mi decisión propia el no querer aceptar ayuda de otras personas, talvez sea yo solamente quien se quiebra la cabeza pensando en eso. Me encantaría ir con toda mi familia por una pizza o alguna cosa de familias funcionales, pero eso tendrá que esperar a que mi vida deje de girar tanto, sólo por unos días de paz, por lo menos.

Parece que hoy tampoco van a permitir las visitas a mi hermana, malditos hospitales de cuarta, no saben la desesperación que se siente al no saber nada de ella. El golpe fue muy fuerte, le rompió varios huesos y tuvo un potente golpe en la cabeza, además de varios vidrios encajados en la espalda y la zona del cuello, talvez si corremos con suerte podamos sacarle algunas monedas al hombre que la atropello, una gran cantidad, con la cual podremos comer tanta pizza hasta que nos aburramos de ella. No es que sea lo único que me importe, pero en situaciones difíciles hay que excavar profundo. 

Oh y sobre mi madre no tengo realmente idea, quiero estar con ella, pero no me da el tiempo, el horario de visitas es poco flexible y la última vez que la vi me hizo recordar porque ya no iba, siempre estará decepcionada de mí.

Al salir de mis pensamientos una desagradable imagen me espera en la ventana izquierda.

—¿Qué haces?— pregunto a mi amiga que parece estar diciéndome algo del otro lado del ventanal, mientras hace unos gestos raros con la lengua al mismo tiempo que voltea su mirada al cielo.

Bajo la ventana lentamente y Casandra vuelve a su apariencia normal.

—Te vi que estabas muy pensativo y quise darte un susto; ¿lo logré?—

—Digamos que sí, creí que te estabas infartando—

—Misión cumplida— Hace un gesto con la mano en señal de victoria —Baja, tenemos cosas que hacer— Dice entre una sonrisa de suficiencia.

—Voy—

Tomo mi chaqueta del asiento trasero y salgo del coche, el frio esta mucho más fuerte hoy que ayer, los vientos huracanados y la brisa gélida indican que posiblemente se cancelen los planes de ir hoy a la iglesia; lo siento mamá, otro día será.

Doy cinco zancadas y aterrizo justo al costado de Cass, que por alguna razón mira por la ventana de su propia casa.

—¿Qué miras?— Pregunto acercándome yo también a observar. No puedo ver ni dos segundos cuando ella se interpone entre el ventanal y yo.

—Ah tenía que decirte, esto es importante— De un momento a otro se compone la Casandra que todos queremos y adoramos, con su rigidez que la caracteriza —Tu cuñado y tu hermana tenían en sus contactos en todas sus redes sociales, además de una buena cantidad de mensajes por Messenger, con las mismas ocho personas; esas personas que ayer estuvimos investigando ¿lo recuerdas? —

Asiento con la cabeza en señal de aprobación.

—Bien, ya reduje la lista un poco, si bien es cierto que esas otras tres personas pueden sernos útiles mas tarde, nuestro principal sospechoso está entre los otros cinco. ¿Y adivina qué?—

La Casandra modo policía llega a ser bastante atractiva.

—¿Qué los reuniste a los cinco con tus dones propios de tu persona y ahora mismo están dentro de está casa y tu los retienes contra su voluntad?— Adivino.

—Mira, acertaste— Hace un gesto de sorpresa.




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