El mes del caballero

Capítulo 10: Duelo

La distancia que nos separaba era de apenas seis metros.

 Ninguno quiso dar el primer paso, pues cualquier error, por más pequeño e insignificante que fuera, podría significar el fin del combate. La postura de Sir Ricardo era defensiva, su escudo negro no me dio ninguna abertura por donde empezar mi ofensiva, por lo tanto, seguí girando alrededor del campo.

 Las gradas estaban calladas, esto no era un torneo donde las aclamaciones y los gritos llenaban de alegría los corazones de las personas.

 No…

 Esto era un verdadero duelo a muerte.

 Podíamos sentir la presión en el aire, lo único que se escuchaba a la redonda era el sonido del acero chocando contra el frío suelo. No le di mayor importancia, después de todo, mi oponente estaba justo frente a mí, cualquier otro pensamiento era innecesario.

 —Estilo relámpago: ¡Corte marea! —Tomé la ofensiva primero, rápidamente lancé un tajo diagonal contra las costillas desprotegidas de Sir Ricardo, pero éste fácilmente giró su escudo hacia la parte blanda y de un solo impacto, bloqueó mi ataque. Sin embargo, el asedio apenas empezaba, no conforme con golpearlo una vez giré mi cadera hacia la derecha e impulsé el peso de mi cuerpo hacia el lado contrario —. ¡Aún no!

 Mi segundo corte fue más potente gracias a la inercia del momento, no obstante, Sir Ricardo se desplazó en reversa y volvió a levantar su escudo.

 Una jugada inteligente.

 Los primeros segundos de un duelo eran de vital importancia para conocer al oponente, sobre todo, si nunca nos habíamos visto antes. El caballero rival mantuvo su temple sereno, podía ver claramente sus ojos fríos y decididos a obtener la victoria, justo como los míos.

 Entonces, Sir Ricardo tomó la ofensiva.

 El caballero bastardo cargó contra mi humanidad empleando su escudo como una verdadera aplanadora, su fuerza física y destreza de batalla le permitían realizar tales maniobras. Obviamente no lo recibí, en vez de ello, me desplacé hacia la derecha y lo vi pasar de largo.

 —Menuda fuerza —susurré, de haber estado en el camino de aquella carga brutal me habría tirado al suelo.

 —Rayos… —maldijo Sir Ricardo.

 Volvimos a separarnos unos cuantos metros para examinar nuestras situaciones.

 Sir Ricardo no dejaba de mover su escudo en diferentes direcciones, pues tenía la intención de fintarme con movimientos fáciles de ver, pero difíciles de esquivar.

 Para su mala fortuna, no era la primera vez que alguien intentaba fintarme así.

 El caballero volvió a dar un paso adelante, dejó atrás sus estúpidas fintas y me encaró de frente, como debió hacerlo en un inicio. La espada del guerrero pasó de largo una vez, dos veces, tres veces; todo gracias a mi experiencia en batalla; para predecir sus golpes solo debía ver sus hombros y ojos al mismo tiempo.

 Sin embargo, Sir Ricardo no era tan fácil de evadir como Héctor.

 El caballero bastardo sabía cómo atacar y qué movimientos realizar para dificultarme esta pelea. Mierda, este sujeto en verdad se ganó su título de caballero como deberían hacerlo todos los de su clase: ¡En el campo de batalla!

 — ¡Muy bien, al ataque! —exclamé, de inmediato lancé una serie de cortes y estocadas hacia el pecho, la cabeza y los hombros del enemigo. No tuve piedad, Rayo le hizo honor a su nombre cuando logró conectar una estocada en el hombro izquierdo de Sir Ricardo, para mi mala fortuna, no logré atravesar la armadura de placas.

 —Muy suave. —El caballero del escudo volvió a cargar con su equipo defensivo y de nuevo, volví a esquivarlo con un desplazamiento lateral. Su embestida me pareció sospechosa, ¿por qué repetir un ataque inútil?, ya esquivé su carga una vez, podía hacerlo cuantas veces quisiera y ni siquiera me cansaba hacerlo —. ¡Caíste!

 Y entonces, supe la razón.

 Luego de una tercera carga fallida, el guerrero acorazado giró más rápido de lo normal y contra todo pronóstico, recortó la distancia que nos separaba.

 “Mierda”

 ¿Cómo no lo vi venir antes?

 Sir Ricardo clavó sus grebas en el suelo y por ende, tuvo la oportunidad de girar aun cuando se encontraba en movimiento.

 El escudo me golpeó de lleno en la cara, mis sentidos se desorientaron cuando el frío acero negro me hizo retroceder tres metros hacia atrás. Por desgracia, el ataque de Sir Ricardo solo había empezado.

 La punta de su espada estuvo a nada de clavarse sobre mi abdomen, justo como Héctor y yo practicamos hace unos días. Para bloquearla tuve que adivinar la trayectoria de su ataque y luego, detener el impacto con la parte media de Rayo.

 Por primera vez en la contienda, las chispas metálicas hicieron acto de presencia.

 —Es bueno… —volví a susurrar, nadie se movió de su lugar, todos tenían la mirada puesta en este combate.

 Cero gritos de apoyo.

 Cero lágrimas.

 Ningún sonido.

 Solo una danza de la muerte que se decidirá más temprano que tarde.

 Sujeté a Rayo con fuerza, la adrenalina volvió a correr sobre mis venas como un río embravecido cuyo cause jamás paraba. Sin importar la edad, experiencia o tiempo, esta emoción jamás cambiará.

 Estos últimos cinco segundos se me hicieron eternos.

 Sir Ricardo mantenía su distancia y escudo alto, el caballero seguro esperaba la oportunidad perfecta para volver a cargar. ¡No podía dejarlo!

 —Estilo del caballero: ¡Combo de honor! —Sir Ricardo se me adelantó, el bastardo dio un paso al frente y sin más demora, me atacó empleando un espadazo directo a mi celada.



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En el texto hay: drama, caballeros, acción

Editado: 16.03.2020

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