Él... mi verdadero amor

*Capítulo dos: "¡Qué gane el mejor!"

Meditando la trascendencia que tendría el 29 de febrero en el futuro de sus vidas, Ángel y Antonio bajaron escalón por escalón con la clara intención de llegar al primer piso. Aunque la tentación de volver a la habitación de Liss se extendía por cada rincón de sus sentimientos, en silencio decidieron que lo más oportuno era esperar su siguiente demanda, no era bueno contradecir a esa mujer y menos cuando leía sus amados fanfics.

Complacidos, en menor medida, al conocer la próxima decisión de Lissete, la mujer más importante de sus últimos años, ellos soltaron un suspiro de alivio. No sabían que elegiría hacer el día que se aproximaba raudamente, pero conservaban la certidumbre de liberarse de las compactas cadenas que los presionaban.

¿Qué estará pensando hacer?

El mismo cuestionamiento los preocupó a los dos. Ella era tan arrebatada e impulsiva que muy pocas personas contaban con la capacidad de comprender la trayectoria de sus intuitivos movimientos.

El menor de ambos, Ángel, moría de pavor al imaginarse como el no indicado para amarla es resto de sus días. No negaría su gran felicidad al saber que pronto conocería quién era el amor de Lissete, a pesar de ello, él también era víctima de cierta desazón en el pecho después de haber escuchado la tan «Lejana» fecha.

—Creo que llegó el momento de decir: ¡Qué gane el mejor! —observó un sonriente Antonio, cuando estuvieron en medio de la estancia, cara a cara. Él ampliaba las comisuras de sus carnosos labios, dando a entender que la alegría colmaba cada parte de su cuerpo, llenando su corazón de sueños después de largo periodo de decepción y ansiedad. Por primera vez en varios meses le habló sin agachar la mirada. Sosteniendo la visualización que captaban sus iluminadas pupilas café.

—No —la soltura con la que Ángel se expresó mostró la insondable ofuscación que sentía por su mayor enemigo—. Lissete no es un trofeo olímpico para que la ganemos y nos vanagloriemos de eso. Ella es mucho más que un juego de poder... Ella significa todo y mucho más —para él se interpretaba como una falta de respeto que insinuara semejante cosa sobre su amada Liss.

Dilucidando la magnitud colosal de su casual error, Antonio asintió al comentario de su adversario de amor. Tenía razón respecto a Liss. Ella era muy especial en su corazón. Ella era importante en cualquier sentido.

Antonio dejo de sonreír y frunció el ceño, sobresaltado y confundido por el inconfundible gesto de felicidad reinante en el rostro de Ángel, ya no se notaban rastros de molestia y por su parte, él ya no se mostraba tan confiado. Ángel se veía risueño y jovial, mucho más que en días anteriores.

Cuidando la sutileza de sus expresiones, extendió una mano para tocar a tan extraordinario ser, quería alcanzar al extraño sujeto de facciones finas frente a él, enseñándole con una gracia singular que la pureza de unos ojos, tan grandes, ocasionaba el nacimiento de nuevas flores en una época tan distinta a la primavera. Su confusa intensión fue cortada de golpe tras oír la voz de un tercero.

Su plan había sido empañado por el destino...

—Hasta luego, chicos. Cuídense mucho y no hablen con extraños —gritó la madre de Lissete desde la cocina. Asesinando la tensión desenvuelta entre los dos, eliminando los relámpagos zigzagueantes resueltos en el aire que agudizaban el sentimiento de zozobra—. No se olviden de cerrar la puerta cuando salgan —añadió la amigable mujer.

Los dos muchachos y la familia Agramonte, en muy pocos años, desarrollaron una confianza plena, tanto que podían ir al refrigerador y tomar lo que quisieran sin temor a ser reprendidos.

—Adiós señora, cuídese usted también —respondieron los jóvenes, direccionando sus palabras al lugar de donde provenía la voz.

Manteniendo la distancia que les permitía olvidar sus rencores, avanzaron a la salida.

—No importa a quien elija mi hija, los dos son excelentes partidos para esa niña... —se detuvieron y ladearon la cabeza, ¿Cómo sabía la situación entre los tres? Tenían dos opciones en la baraja, o la señora había escuchado todo desde las escaleras o Lissete le comentó que haría en las próximas semanas con sus sentimientos. Era factible creer que la primera alternativa era la correcta.

Tras responderle a la mujer, con mayor amabilidad que antes, los chicos salieron de la acogedora casa. Desechando el aire que retenían y temiendo el porvenir.

Caminaron mirando al horizonte, pero no intercambiaron ninguna palabra más.

Ángel, quien avanzaba con mayor velocidad, frenó sus pasos y volvió el rostro. Los ojos brillantes y desafiantes de Antonio ya no contemplan el cielo azul rasgado por nubes blancas, ahora se concentraban en su apretada faz. Aquel acercamiento fue suficiente para que Ángel reconociera una tregua leal de enemigos. No agitarían más las olas...

Sin provocarse un enojo mayor, agrandaron el silencio y decidieron alejarse de allí por caminos separados.

~•~

Ángel tenía la mirada clavada en el techo de su habitación. Recordando con nostalgia la primera vez que vio a su amada Liss, aquella casual oportunidad en la que ella salvó su pequeño trasero luego de que dos bandidos lo asaltaran. Aguerrida hasta los dientes y copada de energía bestial, su carácter poco convencional y su menudo físico eran polos opuestos. Cualquiera que oyera su temple de voz la creería casi idéntica a la directora de un colegio militar, cuando realmente era parecida a un pote de miel.



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En el texto hay: comedia humor, amigos y amor, fujoshi

Editado: 02.08.2021

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