KUEENTHLEE RØET
Tres días habían pasado, hoy era viernes y realmente no tenía ánimos de ir a la universidad.
Mi amiga Kyra me había preparado el desayuno y había dejado una notita que decía:
Suerte en tus aburridas clases, ojalá y hoy si veas chicos guapos.
Te quiero enana.
Atte: La futura dueña de tus quincenas.
Sí, ella decía ser la futura dueña de mis quincenas.
Conocí a Kyra cuando tenía 7 años, la edad con la que llegué a Estados Unidos.
Sonará muy cliché pero vecina se convirtió en mi mejor amiga y más que eso, como una hermana.
Me decía siempre que ella sería la futura dueña de mis quincenas, desde el momento en que le dije "quiero ser doctora".
Kyra Amberlee era ese tipo de chica a la que todos miraban, era una preciosa chica de ojos cafés claros —casi amarillos —con un cuerpo de infarto y de 1.70 cm de altura, Kyra era una diosa.
Estudiante de derecho del segundo año.
Kyra y yo vivíamos juntas en un departamento a tan solo 15 minutos de la universidad, departamento que compraron sus padres.
Nuestros padres eran mejores amigos y cuando les dijimos que ambas iríamos a la misma universidad, compraron ese lugar para que ambas vivieramos juntas.
Mis padres y los de ella no nos dejaban gastar en nada por lo que cada 15 días nuestros padres nos depositaban dinero para comprar la despensa.
Terminé de desayunar y me vestí para ir a la universidad.
Pantalón azul, blusa de botones blanca con el logo de la universidad, botines negros y cabello recogido y el único accesorio que podía llevar era mi reloj.
Una vez lista, me encamine hacia la universidad, hoy tenía dos horas con los chicos del segundo año y aunque quisiera faltar no podía, ya que esa fue una de las condiciones para poder recibir clases con ellos.
Estaba perdida en mis pensamientos que sentí el tiempo pasar rápido.
Llegué a la universidad y busqué mi edificio.
Derecho y Medicina estaban uno frente al otro, Relaciones Internacionales y Gastronomía estaban a nuestros lados, y dos carreras más que no recuerdo, estaban después de las últimas mencionadas.
Entré a mi edificio y caminé al segundo piso, mi aula y la del segundo año estaban juntas, tercero y cuarto estaban en el tercer piso, ya que el primer piso era nuestro laboratorio y el último año estaba a lado del laboratorio, luego del incidente de hace unos meses los cambiaron abajo.
—Kueenthlee, buen día –me saludó con una sonrisa Maia.
—Buen día, Maia–le sonreí cortésmente —¿Cómo estas hoy?
—De maravilla, hoy vi al guapo Hell Finch en el estacionamiento, nos miramos algunos segundos y joder, fue maravilloso –exclamó efusiva.
—¿Te gusta Hell Finch? —pregunté curiosa.
—A quien no, Hell Finch es jodidamente hermoso, hasta los chicos saben eso —dijo como si nada.
—Bueno, tienes razón, Hell es muuuuy guapo —alargué la "U" —Pero jamás se fijaría en alguien como tú y como yo —nos señalé al decir eso.
Ambas hicimos una mueca, pero era la verdad, Hell Finch no se fijaría en ninguna chica de esta facultad.
Hell Finch era ese tipo de chico con el que todas las chicas sueñan, apuesto, inteligente, rudo, millonario y con ese toque de misterio sin resolver, sin duda Hell Finch era un sueño.
Con su cabello rubio rojizo y despeinado, piel demasiado blanca, ojos grises muy claros, mandíbula marcada, labios rojos y grandes, nariz perfectamente perfilada, cejas pobladas y oscuras, pestañas largas, negras y quebradas, pómulos altos, hoyuelos en las mejillas, muy alto, abdomen marcado, joder Hell no tenía comparación, era un maldito adonis.
Por eso decía que Hell jamás se fijaría en ninguna chica como nosotras.
–Buen día jóvenes, tomen asiento por favor, vamos a dar inicio con la clase de hoy, saquen sus apuntes y las tareas que pedí en hojas blancas pueden dejarlas en mi escritorio, pero ya saben, todo ordenadamente de lo contrario no quiero ver nada aquí –nos dijo la profesora.
Uno por uno, nos levantamos para dejar la tarea que la maestra pidió.
La señorita Grace, era demasiado estricta, con 30 años era una de las mejores maestras dentro de la facultad y todos le teníamos respeto.
Cuando volví a mi sitio, saqué mis apuntes y cuando todos tuvimos nuestra pluma en la mano, ella comenzó la lección de hoy.
Una hora y media mas tarde la profesora se despidió no sin antes decirnos:
—Bueno jóvenes, quiero que me hagan un resumen de la clase de hoy y además me expliquen que entendieron del tema, y como lo utilizamos en nuestra vida y como debemos ocuparlo en los demás —dijo eso y se dio media vuelta no sin antes decir:
—Que tengan buen día chicos, nos vemos la próxima clase, disfruten su fin de semana —y con esto dicho, se marchó del aula.
Miré mi reloj y vi que faltaban 10 minutos para mis clases con el segundo año.
Le dije a Maia que me acompañara a la cafetería por una botella de agua y después de comprar regresamos a nuestro edificio, ella se metió al salón y yo caminé hasta el segundo año.
Faltaba un minuto así que toqué la puerta y cuando la abrieron la maestra me dijo que pasara.
—Señorita Kueenthlee, tan puntual como siempre –me sonrío y me mando a sentarme.
—Bien clase, el día de hoy veremos las diferencias de un cuerpo pequeño y uno grande... —con eso empezó la clase.
Todos tomábamos apuntes, Medicina era una de las mejores carreras y también una de las que tenía más demanda.
Sentí que alguien me miraba y cuando volteé, miré a Hell mirando en mi dirección, le sonreí levemente pero el no respondió y mejor fijé de nuevo mi vista a los apuntes.
Algunos de mis compañeros le preguntaban a la maestra cosas que no entendían y así, entre preguntas y apuntes, la clase pasó muy rápido.
Cuando el timbre sonó, guardé mis cosas y me despedí de todos al salir.
Caminé hacia la cafetería, donde me encontré a mi mejor amiga junto a una de sus amigas, Freya.