Treinta y cuatro

Ethan.

Termino de firmar el contrato que me hizo llegar Nathan, quizás es una decisión apresurada pero lo cierto es que con el título en camino mi prioridad es otra.

Mis manos se aferran al bolígrafo que aún permanece con la punta en el papel y la retiro, lentamente, evitando que riegue la tinta sobre el. La foto de mi mamá abrazando a mi padre reposa sobre el escritorio frente a mí, se ve como la mirada de ellos hablan más de cualquier pie de nota, más de 20 años juntos y no puedo negar lo obvio: es algo que jamás podré tener, no cuando aún tengo que contar.

El sonido de la lluvia desvía mi atención, el clima ya lleva un par de días siendo de lo peor, pero eso evitó tener reunido a todo el equipo que está trabajando en contra de dicha revista. En la soledad de mi departamento, con un contrato casi liberado, los medios pronto encima de mí, y el estrés, me permito romperme un poco.

Dejo que mis lagrimas corran buscando de encontrar alivio con eso, pero sé que, por más que lo intente lo que necesito es poder solucionar cada aspecto de mi vida que va mal. Cierro los ojos por un instante, busco la manera de acomodar mis ideas y priorizar las cosas, pero si bien necesito ir tras de Sofia para decirle que nuestro trato no puedo seguir manteniéndolo en secreto, la traba que consigo encontrar es que Sthep me pidió textualmente "No puedes salir del país, te necesito cerca por cualquier cosa" y Sofia, estos meses se los ha pasado en Geneevie. Luke también me ha dejado su pensar con respecto a las fotos y fue claro, solo tengo dos opciones: Giselle sabrá la verdad de mi propia boca —que sería lo ideal— o el mismo le dirá de la existencia de ellas, argumentando que ya le guarda demasiados secretos para sumarle este. Hablar con mi mamá y decirle la verdad, decirle que no sé en qué momento la idea cruzo en mi mente y pensé que podría funcionar, que quizás, el decirle que había vuelto con la única chica que jamás deje ir por completo la iba a tranquilizar o en el peor de los casos, que estuviera en paz tras el mal cuadro de salud que había presentado meses atrás y que, con los mismos fue la clave para que Giselle aceptara ser parte de mi fatídico plan, como si en alguna de las posibilidades todo esto terminara bien para alguno o para ambos, y ahora eso me hace sentir el doble de culpa. Yo, quien tanto digo quererla, la metí en esto buscando acercarla y al mismo tiempo, sabiendo que no llegaríamos a nada y ahora que todos me dicen que lo que siento es reciproco, el miedo va ganando terreno sobre mis decisiones.

Recorro el pequeño lugar que asigne para el trabajo, buscando algo que calme mis nervios y lo primero que veo son aquellos dulces de menta y chocolate. Alcanzo un puño de ellos y de dos en dos los llevo a mi boca, posiblemente para hundirme en mi tristeza sea más efectivo la botella de alcohol que está en la cocina, pero necesito tener la cabeza fría para tomar una decisión. No es difícil, no tanto como me hago creer, pero me resulta todo un reto.

¿Qué es lo que quiero? ¿Ver, como lo hizo Luke, que Giselle se canse de este tira y afloja para poder reaccionar? ¿Hacerle más daño con todo esto? Me hace sentir egoísta porque no dudo que encontraría a alguien que de todo por ella y yo solo estoy atado de manos hasta que pueda dar un paso. Y, por otro lado, me niego a perderla, no otra vez, no por segunda vez y menos cuando sé que puedo evitarlo.

Vuelvo a sujetar el bolígrafo en mi mano. Una decisión, le pedí tiempo para poder decirle lo que sucede, eso me da la sensación de esperanza. Con eso en mente, vuelvo a dejar el bolígrafo en el escritorio y le notifico a Sthep que quiera o no, esta semana tomare un vuelo con destino a Geneevie. No me detengo a ver la respuesta, en cambio, busco entre mis contactos a Sofia y tecleo un simple mensaje "¿Podemos vernos? Estaré pronto en Geneevie, necesitamos hablar" que, aunque le llega, no contesta.

Llevo un par más de dulces a mi boca, convenciéndome de que esto es lo correcto. Y es lo que quiero, quiero poder besarla sin temor a que me rechace porque ha decidido levantar todas sus barreras conmigo, abrazarla solo porque me nace, acompañarla a cualquier lugar que quiera ir o salir a caminar así tenga que conducir un poco para ello. Quiero lo que teníamos, pero de manera mejorada. No quiero seguir fingiendo ante los medios que somos "El modelo perfecto del amor" cuando esa misma fachada años atrás nos llevó a querer perfeccionarnos y seguimos un camino que no queríamos tomar y así, casi sin darnos cuenta cada error que cometíamos lo ocultábamos, maquillábamos cada imperfección entre nosotros hasta que en un punto, perdimos lo que teníamos y el amor era lo que nos unía, lástima que se rompió cuando ella vio cosas donde no las había y yo no la busque hasta que sus inseguridades tomaron el control de sus decisiones.

Debí verlo, debí prevenir que eso sucedería en el momento en que tocó la puerta y en el que salió huyendo tras arrojarme una toalla a la cara, la vi como el mundo se estaba comiendo la persona que era y aun así, fui estúpido para creer que ese gesto no iba desestabilizar lo que apenas sobrevivía. Y de alguna manera lo sigo siendo, pero ella es más fuerte, los años le han servido para encontrar fortaleza en sí misma. Perder a su madre no fue algo que llevara de buena manera, entrar al mundo del modelaje acallo sus miedos al creer que no era suficientemente bonita y al mismo tiempo, las criticas llegaron a crear una distinta brecha entre lo que quería y lo que le ayudaría a expandir Thais, fue fácil para ella dejar su carrera y ceder el poder a alguien, porque de esa manera pudo hacer crecerla de forma impresionante, se fue acostumbrando a que para tener lo que quería algunas cosas se tenían que ir y así nació su forma de soltar, de renunciar y huir.

Así nació la forma tan fácil con la que no se quedó, solo salió de mi vida y yo me sentí tan decepcionado que solo vi cómo se perdía por la distancia, ambos tuvimos culpa, yo un poco más.