Capitulo 4
José 1
La mano pesada y fuerte dibujo una elipse en el aire y fue a parar al rostro del muchacho, los ojos del hombre reflejaban rabia, una frustración y un odio a la vida.
Tomo al muchacho por los hombros lo sacudió fuertemente y le grito
—Has bien los cosas cabron la vida de adulto será inmisericorde contigo, todo se perdona menos la ineficiencia en un trabajo o en cualquier relación.
José lo miraba asustado, le tenía ,miedo pero aun así lo quería era su padre, pero en momentos como aquel en el por una cosa tan insignificante como cortar las piezas de madera para el closet de su recamara y que fallara la medida por unos cuantos milímetros le golpeara tan fuerte …lo odiaba, le entraba una rabia oscura que le hacía sentir un vacío en el estómago y sentía como si sus manos fueran un gran resorte que estuviera comprimido esperando que alguna señal , alguna palabra le quitara el candado para saltar a golpes sobre él.
Crispo sus manos cerro los puños y pensó—vuelve, vuélveme a pegar cabron y veras.
Don Anastasio vio cómo su hijo cerraba las manos y lo increpo
—No seas retador guey soy tu padre.
El muchacho bajo la mirada.
EL le dio otro golpe no con tanta fuerza como el anteriores y le espeto
—Jamás hijo, jamás le ande bajando la mirada a nadie, esa es una señal de debilidad, míreme cabron-dijo con voz fuerte e imponente- no me retire la mirada ,no tiemble y abra esas manos _La culpa se volvió a apoderar de don Tacho como le decían sus vecinos, desde que mataron a su esposa su vida se volvió una locura, su vida siempre había sido trabajar duro de sol a sol, realmente nunca había convivido con su hijo y de golpe llevar la educación de él se volvió una carga pesada, al principio todos sus familiares querían darle la mano en señal de bondad y apoyo pero a los pocos meses ya le hacían el feo para cuidar al chico hasta que clarita -una vecina- se ofreció para cuidarlo y llevarlo a la escuela a donde asistían sus dos hijos a cambio de una pequeña cantidad de dinero que con gusto daba Don Tacho , cuando se vio solo sin su esposa y que tenia solo a aquel pequeño para enfrentar al mundo le dio un enorme miedo, un miedo asfixiante , un miedo penetrante y cruel que lo hacía sentirse como desnudo ante una multitud.
Él no sabía educar un hijo, la educación que recibió fue ruda, agreste, error y golpe error y golpe así lo educo su padre y le llenaba de un terror insano que aquel chico, su hijo, su José no supiera enfrentar al mundo y que cuando fuera adulto el mundo le arrebatara su alma, por eso le educaba así, que fuera fuerte de carácter ,sin miedo –así lo pensaba cuando lo único que hacía era sobajar el espíritu de su hijo- Se humedecieron los ojos de aquel hombre rudo y abrazo a su hijo.
Pepe se dejó abrazar y rompió en llanto, se sentía frágil, vulnerable, si la vida le traía esto y esto era la vida prefería huir, correr largarse al cementerio y escarbar en la tumba de su madre y ahí quedarse para siempre abrazado a ella.
—Córtalo nuevamente hijo con cuidado, respeta las medidas, voy a traer unas cervezas en lo que haces el corte, regresando empezamos a armar. – tomo una bolsa de plástico sucia que estaba rumbada en un rincón del patio echo dos botellas grandes de cerveza en ella y salió, salió con un sentimiento profundo de culpa, de dolor, no podía descifrar en su cabeza como es que se conjuntaron todos los hechos, como todas las situaciones se encaminaron como si un antiguo dios pagano de las desgracias —Si es que hubo alguno —hubiera decidido acarrearle plaga tras plaga empezando por la forma en que mataron a su Juana.
Cuando regreso su hijo ya estaba dormido en la mecedora vieja despintada pero cómoda que tenía muchas manchas de herrumbre provocado por estar siempre expuesta a la intemperie y la falta de una “manita de gato” como decía don Tacho — En un fin de semana cualquiera me traigo un botecito de pintura le damos su arregladita y queda como nueva. — Dejo la bolsa con las cervezas sobre el banco de trabajo donde le estaba enseñando carpintería a José , lo cargo con cuidado procurando no despertarle y lo llevo a su cama, le quito los tenis y le puso una frazada encima, las tardes ya se estaban poniendo frescas y una fuerte brisa de viento agito la cortina blanca estampada con balones de futbol que acaricio suavemente la cara del niño, cerro la ventana y salió a sentarse a tomarse la cerveza.
Nadie tiene el secreto para ser feliz, hay una gran falta de coraje y valor para vivir en la mayoría de los seres humanos y aceptar la existencia como te viene, la soledad tan temida y de la que la gente huye como de la peste es un templo, un templo para la reflexión, un templo para la autocrítica y un templo para corregir el pensamiento e ideas que nos llevan a comportamientos insanos y autodestructivos sin embargo sino existen bases morales y de respeto a ti mismo y por ende a los demás la soledad es un caldero donde tus siniestros demonios te esperan cada noche para atormentarte, a Don Tacho después de acabar su primera botella lo asaltaron de golpe los acontecimientos del día que mataron a su mujer, primero fue la llamada, él estaba en su trabajo había sido ese un día caluroso de mucho trabajo, mucho esfuerzo físico y desde la mañana que había salido de casa con la bendición de Juanita-como le decía de cariño a su consorte- traía una incómoda sensación que no podía definir, una opresión de negros augurios, sentía sin saberlo el aura de la siniestra tragedia que bajaba para envolverlo en su manto de llanto y dolor.
Editado: 02.05.2020