Capitulo 1. Las Rocas
—¡Penúltima vuelta!—dijo el presentador.
—Chloe lo va a perder.
—Tenéis que confiar en ella, podrá hacerlo —dijo Alan con los brazos cruzados y sin dejar de mirar la carrera.
—Eso espero… Porque si no, perderá la apuesta —dijo Isla.
—Las últimas curvas y ahí está Chloe, por detrás de Sting. A ver si consigue…—Chloe no pudo más con el dolor y bajó un poco la velocidad.
Doce días antes…
Lunes, 4 de junio del 2.050. A las 7:45 de la mañana.
Chloe salió de su casa al igual que Isla, como siempre, iban juntas al instituto. Ambas llevaban una pequeña bandolera para llevar la única herramienta escolar. Sin embargo Chloe también llevaba su hoverboard en brazos.
—¡Hola, Chloe! —La saludó mientras iba hacia ella.
—Buenos días Isla. Te reto a una carrera. Quien pierda tiene que obedecer a la otra sin rechistar —dijo mientras se preparaba para montar en su hoverboard.
—¿Qué? ¡Chloe! ¿Es que tienes cinco años? ¡Vuelve aquí! — dijo mientras pulsaba un botón en sus zapatos y aparecieron ruedas de línea en la suela de sus bambas naranjas —¡Sabes que no me gusta hacer carreras! —Chloe iba de cabeza, y le seguía Isla por la amplia calle Rosales.
Mientras hacían la carrera, se podían ver muchas cosas de esa ciudad. Cristalia era una ciudad reconocida especialmente por el museo de inventos, llamado Museo de las Estrellas.
Aunque estaban en una era tecnológica, también había muchos árboles y mucha vegetación gracias a que había un equilibrio entre lo natural y lo tecnológico.
—Vamos Isla, ya no queda nada para llegar.
—Disfrutas con esto, ¿verdad?
—No te voy a mentir, sí —respondió riéndose. Un policía robot las paró poniéndose delante de ellas, así que tuvieron que parar de repente.
—¡Auch! —dijo Isla al chocar contra Chloe, quien estaba a poca distancia del robot.
—Señoritas, ¿qué creéis que estáis haciendo?
—Em… ¿ir al instituto? —respondió Isla.
—¿No que sabéis ir por calle la haciendo carreras no se puede?
—¿Tú lo has entendido? —susurró Isla.
—Creo que le pasa algo ¿es normal que se encienda la bombilla roja? —Isla no supo contestar.
—¡Socorro! ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Que alguien lo ayude! —gritó una señora al ver a su hijo cuesta abajo, el niño montaba un vehículo para niños de color verde.
Al ver a ese niño en la carretera, el robot ni se inmutó.
—Oye, ¿no vas a hacer nada? Ese niño tiene problemas —dijo Chloe.
—Todos tenemos problemas, chica.
—Eres un policía robot, ¿no se supone que debes proteger la ciudad? —El robot la miró, pero no hizo nada.
—Es igual, Isla ayúdame, vamos a pararlo antes de que choque contra algo.
—Vamos.
Sin sacarse las bandoleras, las dos siguieron al niño con sus transportes, cada una estaba a un lado del niño.
—¡Oye, para el patinete eléctrico!
—¡No puedo!
—¡¿Como que no puedes?!
—¡Isla! ¡Vamos a tener que pararlo nosotras!
—¡¿Alguna idea?!— El vehículo del niño seguía cuesta abajo sin detenerse. —¡Chloe estamos en la carretera!
—¡Lo sé! Isla intenta controlar el patinete. Escucha, niño, intenta saltar a mi hoverboard, ¡yo te cogeré!
—¿Estás loca? ¿Cómo voy a pararlo?
—¡Pero tengo miedo!
—¡No te preocupes, no te va a pasar nada!¡Isla, por favor!
—Vale. ¡Escucha! Saltaré yo antes y tú saltarás después ¿vale?
—El niño contestó con la cabeza— ¡Una, dos… y tres!—Pulsó el botón y sus ruedas se guardaron mientras que ella saltaba encima del vehículo.—Te toca.
—Te tengo, ¡Isla, todo tuyo!—dijo parándose con el niño cogido a ella. —Eso es muy fácil decirlo, ¡pero no sé cómo pararlo!
—Quédate aquí, ¡ahora voy, Isla! —Volvió a propulsar su hoverboard.
—Oh, estás aquí, cariño. —La madre abrazó a su hijo mientras que él seguía viendo a sus dos heroínas.
—¡Isla! ¡Ya estoy aquí!
—¡Muy oportuna, Chloe, creo que ya sé lo que le pasa!
—¡Pues dilo antes de eso! —Iban directas a la valla que separaba la playa de la ciudad.
—¡La roca energética está fallando, por eso el freno no funciona tenemos que chocarlo contra algo!
—¡¿Qué propones?!
—¡Lo llevaremos directos a esa pared! ¡No encuentro otra salida! —Isla cogió fuerte el manillar y lo condujo cerca de una pared, se tiró al suelo y el patinete siguió hasta que chocó contra la pared de en frente.
—Vaya, Isla, se te da bien esto, ¿eh?
—Cállate anda —dijo con una sonrisa en el suelo.
—¿Y el problema ha sido la roca? —preguntó mientras bajaba de su hoverboard.
—Creo que está rota—Cogió la roca de dentro— Seguro que por eso los frenos no han funcionado.
—Podemos preguntarle al experto. —Chloe le extendió la mano y la levantó del suelo, ambas volvieron a la parte superior de la ciudad, donde el niño de seis años estaba feliz de verlas.