El Mundo de Eterna: La Elegida ©

2: TIERRAS LEJANAS

Tierras Lejanas

2

 

Eileen no entendía mucho, en siglos nadie del pueblo había visto a los elfos, los veían como leyendas y otros como ahora, como seres malvados. Si todos eran como Tolfian, ellos no eran los causantes de los ataques a humanos. No poseían maldad, este elfo hasta cierto punto había sido amable.

No sabía en qué momento cruzo a las tierras elficas, sólo recordaba la voz, aquel canto que escucho y persiguió, el mismo que la llevo a ser presa de los lobos. Si no hubiera sido por el elfo, habría sido la merienda de ellos. Tolfian había sido su salvador, llegó como enviado del cielo, él era un ser enigmático, pero por sobre todo, atractivo.

El elfo rubio que iba pasos por delante de ella, era de aspecto varonil y cuerpo esbelto, digno de un elfo, sus ropas elficas de guerrero dejaban ver su buen porte. Su presencia imponía mucho no solo por las vestimentas impecables, sus pantalones verde alga y su chaqueta verde pera iban intactas de tierra, al igual que la capa café que cubría sus brazos y la camisa de manga blanca, en conjunto la capa cubría desde hombros hasta los tobillos.

Fue cuando Eileen descubrió el parecido de ambas capas, misma tela y color, solo que la suya estaba corroída por los años, en cambio las del elfo no. También le causo curiosidad ver por sobre la capa el carcaj de cuero con algunas flechas como el arco ¿Cómo podía cargar con eso en la espalda? O tanto aun ¿Cómo podía ser que su cabello largo no se enredara? Pues este caía libremente a la altura de los omoplatos. Había escuchado a su abuela decir que: el cabello de un elfo representaba su linaje. Además de esas observaciones, estaba el estilismo con el cual este parecía caminar, no había necesidad de ver en donde ponía los pies, era como si el supiera donde pisar.

De pronto, él se volvió hacia atrás para observar a la humana, sintió su mirada detrás del por tanto la había sorprendido mirándolo, lo cual no le molesto, al contrario, decidió detener sus pasos. Por su parte Eileen no supo que decir, alejo la vista de él tan rápido como pudo, él se dio cuenta que lo observaba.

―¿Quieres que paremos? ―pregunto el elfo; le parecía que los pasos de la humana eran más lentos que al principio de la caminata.

―No… solo necesito un respiro ―aspiro un poco de aire. Estaba agotada.

Tolfian se llevó la mano al cinturón de su lado izquierdo para tomar un odre de agua que lleva con él y ofrecérselo a la humana. Ella por tanto lo recibió algo apenada, en verdad tenía bastante sed, de pronto recordó algo más «Si alguna vez un humano bebe o come comida de inmortales puede que caiga en una maldición o un encantamiento». Por tanto a pesar de tener sed lo dudo.

—¿No está encantada? ¿No me convertiré en alguna criatura?

El elfo alzó la ceja ante las preguntas, Eileen parecía saber cierta información.

—Bebe si tienes sed, no está encantada —aclaró el elfo ante la duda de la humana—. Los elfos no encantamos nuestra comida, sólo debes cuidarte de las hadas.

Con esa información la joven mortal bebió del agua, la cual estaba fresca.

―El campamento no está tan lejos ―anuncio el elfo como para darle ánimos de seguir. Él podía ver el agotamiento de la joven.

―Estaré bien, gracias por el agua ―agradeció ella al devolverle el odre de cuero—. Y por la información.

―Bien, entonces continuemos.

Ante eso ultimo el volvió a caminar, Eileen fue detrás de él, pues a pesar de que intentaba llevarle el paso, le era imposible, no importaba que tan rápido caminara, él iba dos pasos más por delante de ella.

Conforme avanzaron más, los árboles comenzaron a cerrarse dejando poco espacio para caminar, por lo mismo de ser altos y espesos hacían más oscuro el bosque, pues a ese paso ya el ocaso había llegado dejando todo a penumbras. La noche estaba llegando, la visión para Eileen era menos; Tolfian continuaba alerta, se había alejado tanto de sus propias tierras esta vez por lo cual no dejaba de observar a todos lados por los peligros que pudieran surgir.

A pesar de que la expresión del elfo por fuera era de una total tranquilidad, mentalmente era todo lo contrario, por más que intentaba indagar en la mente de la joven, no lograba ver nada más que una figura en blanco; ni siquiera había previsto lo sucedido hoy, debía encontrar respuestas y soluciones rápido. Debido a ese motivo su andar era silencioso, solo acompañados por los ruidos nocturnos propios del bosque.

La luz de la luna les permitía ver un poco más, los árboles y ramas se vestían de luz platinada por la luna brillante en el cielo. Esa visión a los ojos de Eileen era mágica, ese bosque tenía algo especial, desde el principio se sintió atraída por ese lugar. Se preguntaba si el canto de su sueño como el del bosque tenía alguna conexión ¿Por qué el bosque la llamaba? A pesar de que tenía preguntas, prefirió no preguntar, sobre todo porque Tolfian no había vuelto a pronunciar palabra desde un buen rato.




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