El Mundo de Etrenur

2: Beber otorga energía.

Planeta Zarcon.

Su Milenier la esperaba. Y Unity estaba desesperada por salir de aquel lugar; la habían llevado a una celda con barrotes invisibles los cuales cada vez que los tocaban le daban una descarga eléctrica para decirle que seguían ahí. Una verdadera molestia, pero admiraba la idea, no había visto algo similar en otras prisiones.

Los ojos le dolían por la blancura de aquella celda. Ya se había cansado de caminar de un lado a otro sin nada más que pensar en su nave. Hasta ahora no entendía cómo la descubrieron, tal vez sabían que alguien iría tras el collar, pero no pudieron saber que era ella, fue mera suerte para ellos haberla atrapado, y mala suerte para ella haber estado en el lugar incorrecto en el peor momento. Esperaban a alguien más, era claro, pero había caído en la trampa en su lugar.

—¡Yo no soy a la que buscan! —gritó acercándose a los barrotes, había calculado una distancia para que no le hiciera daño, y vaya que tuvo que soportar tres descargas eléctricas para saber dónde estaban—, ¡se equivocan de persona! Cometen un grave error.

Nadie le respondió, ni siquiera los presos que tenía en frente, estaban más concentrados en dormir o mirar a la pared. Entonces se le ocurrió que probablemente las celdas eran a prueba de ruido o quizás realmente no le importaba a nadie que estuviera ahí. Unity dio un salto cuando un guardia con uniforme azul apareció de la nada. Este traía las llaves en la mano y parecía ansioso. Sin decirle nada desactivó la celda, la tomó del brazo y se la llevó por el pasillo.

—¿Vas a liberarme o a ejecutarme sin un juicio? —preguntó.

—No digas nada y solo sigue caminando —respondió él con voz cortante.

—¡Exijo mi juicio! —exclamó. El guardia le tapó la boca con la mano.

—Dije que guardaras silencio si quieres salir de aquí.

Por su tono supo que era alguien joven, tal vez de su edad aproximadamente. Aunque era fuerte por cómo la sostenía y parecía que sabía muy bien lo que hacía. Tenía un aroma fresco a menta, limpio y no tan sudoroso como los que la habían arrestado. Unity no lo entendía, pero su imaginación le decía que el chico evitaba cualquier ruta en la que estuviera otro guardia.

Entonces se le ocurrió jugar un poco con él.

—¿Vas a liberarme legalmente o vamos a fugarnos? —preguntó divertida.

El muchacho no respondió de nuevo, y Unity empezaba a cansarse pues sentía que habían dado muchas vueltas ya. Como si caminaran en círculos, quizás trataba de confundirla para que no escapara, pero ella tenía un buen sentido de la orientación, además de que el mapa en sus ojos le servía de mucho. Vio su celda de nuevo y los mismos presos.

—¿Esto es un juego? ¡Estamos caminando en círculos!

Finalmente sintió que la mano con la que la sostenía apretaba más. Y que el "guardia" maldecía por lo bajo.

—¡Eres un idiota! —exclamó ella.

—¡Y tú eres muy habladora! —respondió.

—¡Pero no por eso estamos caminando en círculos!

—¡Si dejaras de hablar me concentraría mejor!

Las luces se apagaron y luego se encendieron en color rojo, bañando los pasillos como si fuera sangre. De pronto la alarma comenzó a sonar ruidosamente. Unity aprovechó que debía actuar antes de que los guardias (que esperaba fueran igual de tontos que él) llegaran. No estaba esposada, así que, con un juego de manos, como ella lo llamaba, logró soltarse y le pateó la pierna sin poder evitar que el uniforme rojo de preso se rasgara. Sin darle mucha importancia echó a correr dejando al chico maldiciendo mientras trataba de levantarse para ir tras ella.

Ahora el problema estaba en encontrar la salida y ya escuchaba a los guardias acercarse. Trató de evitar las rutas que el extraño había tomado para no terminar igual que antes, buscó apresuradamente un camino en el mapa y solo así logró encontrar unas escaleras de emergencia. Sencillo, habría sido más rápido de no ser por la mala manera guiar de aquel sujeto. Tenía dudas respecto a él, como el por qué quería liberarla. 

No podía centrarse en eso ahora, necesitaría un arma o algo para defenderse por si los soldados la descubrían, pero ya no tenía tiempo, usaría lo clásico que sabía de combate cuerpo a cuerpo. Abrió la puerta de salida y dio a las escaleras de caracol metálicas. Bajó corriendo hasta que escuchó la puerta abrirse, tres pisos arriba que ya había pasado y luego voces gritando. Bajó más rápido con los guardias detrás, saltándose escalones e incluso saltando de un tramo a otro más abajo. El impacto a veces dolía, pero era menos que tener una descarga eléctrica recorriendo todo su cuerpo.

Las escaleras parecían no terminarse, y la desesperación aumentaba. ¿Qué tan arriba la habían encerrado?

Escuchó gritos de dolor y los pasos se detuvieron, pensó que tal vez algunos presos se habían liberado y eso era peor. Pues cuando llegó había reconocido a ciertos enemigos suyos a los que les debía dinero o les había hecho trampa en algún juego. Muchos querían acabar con ella. Y esos tenían poderes.

No se detuvo a averiguar qué los había detenido y siguió su camino hasta que vio más abajo otra horda de guardias ir hacia ella. No podía retroceder ni seguir y como último recurso se metió en la primera puerta que vio, eran celdas similares a las de donde ella estaba, corrió por el pasillo cuando la puerta se abrió dejando entrar a los guardias que la habían visto. Se ocultó detrás de una columna y notó una ventana, entonces supo que no estaba en tierra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.