Unity quería golpear algo, el sujeto más cercano era Slander, pero se contuvo. Tomó unos minutos para tranquilizarse con el contenido alcohólico de la botella hasta vaciarla. El joven ya no parecía sorprendido de sus habilidades con la bebida, en cambio se concentró en cortar el filete frente a él. Luego del terrible suceso de ver la cortina cerrarse, habían regresado a la posada sin más opciones que permanecer dentro y esperar que todo pasara pronto.
No escuchaban nada del exterior, pero estaban seguros de que en ese momento se estaba llevando a cabo un ataque enemigo. La cortina de metal los había dejado en oscuridad, las calles encendieron los faroles para dar un poco de luz, y las personas lucían más tranquilas que antes, regresando a sus hogares para continuar con sus actividades, totalmente acostumbradas a las situaciones así.
—Vaya día —dijo Unity—, me ponen una trampa, me encierran, un loco me salva, explota un planeta y ahora estoy atrapada en otro con el loco.
Slander hizo una mueca.
—Bueno, el loco te pagó todas las cervezas que te estás tomando.
—No voy a agradecerle, lo tomaré como una paga.
El joven suspiró y decidió dejar de discutir, ya había quedado muy claro que no iba a poder ganarle.
—¿Y si el ataque proviene de Davina? —siguió diciendo—. No el de antes, sino el que está ocurriendo ahora mismo.
Él palideció.
—¿Crees que...?
—No, en realidad no. Ya no estaríamos vivos de ser así.
Slander tamborileó los dedos sobre la mesa, podría aprovechar la situación para preguntarle más de ella. O quizás se ganaría un golpe con la botella, valía la pena intentarlo.
—¿Cómo es que la conoces?
Unity abrió otra botella. Para sorpresa de Slander, no pareció molesta.
—Hemos tenido algunos conflictos, le he robado, le destruí algunos de sus planes, cosas comunes entre rivales.
—¿Entonces es como cualquier otro de tus enemigos?
Negó con la cabeza pensativa. Mechones rubios cayeron sobre sus ojos, haciendo apartar la mirada a Slander.
—Davina tiene algo contra mí, no sé muy bien qué es, pero parece ser personal.
—¿No has intentado hablar con ella?
—Oh sí, la última vez nuestra conversación llevó a que casi me volara la cabeza.
Slander decidió no seguir haciendo más preguntas para no recibir más comentarios sarcásticos de ella o evitar que desquitara su enojo con él. Por ahora tenía que hacerse a la idea de que no saldrían pronto de Byers, así que tendría que hacer un plan para ganarse la confianza de Unity, que no fuera a través del dinero.
—¿Cómo es Ceres? —preguntó ella.
—Pues es grande, el castillo es flotante, los súbditos viven abajo —dijo Slander—, somos ricos en minerales, sales.
—¿Es cierto que la mayoría de las personas tienen algo plateado en su apariencia?
—Así es, mi madre tiene su cabello plateado, yo tengo mis ojos de ese color.
—¿Y tu padre?
—Mi madre me contó que tenía el cabello negro, como el mío, él no era de Byers.
Unity alzó una ceja volteando a verlo. Sus grandes ojos verdes se posaron en los de él.
—Lo siento, no sabía que falleció.
El joven le dedicó una sonrisa tranquila.
—No llegué a conocerlo, así que no me afecta tanto hablar de él.
—¿Por qué están buscando Etrenur? —preguntó acercándose para poder bajar la voz—. Antes dijiste que Davina Rogue lo estaba buscando también.
Slander tomó aquello como una oportunidad de convencerla. Se aclaró la garganta.
—Creo que conoces la historia de ese lugar —Unity asintió—, se cree que Davina tiene el mapa, pero no lo ha descifrado porque está incompleto. Va de planeta en planeta buscando su otra parte, si no lo encuentra lo destruye.
—¿Es cierto eso? De que Davina tiene la mitad del mapa. Estás basando tu teoría en rumores.
—Por eso mismo quiero tu ayuda, si Davina no tiene el mapa, entonces aún hay una posibilidad de encontrarlo primero que ella.
—¿Y para qué querrías encontrar Etrenur? —inquirió.
—No es precisamente encontrarlo, planeo entregar el mapa al imperio, ellos junto al Ministerio sabrán qué hacer. Nosotros no tenemos los métodos ni las herramientas para explorar, ellos sí.
—¿Esa es tu idea o de tu madre?
—Bueno, pronto seré el rey de Ceres.
Unity se tomó un momento para pensar. Quizás Slander no lo veía porque era su madre de quien estaban hablando, pero la chica tenía cierta experiencia al tratar con gobernantes, todos terminaban siendo corruptos y preferían usar algo de gran valor para ellos mismo en lugar de dárselo al imperio, el cual, tendría todo el derecho de guardarlo. Junto al Ministerio, podrían ser capaces de descubrir qué secretos ocultaba ese lugar legendario y compartirlo con el mundo y el universo. Sin embargo, era peor que Davina lo obtuviera, de por sí ya era peligrosa, con todo ese poder iba a ser imparable.
—Lo haré —dijo.
—¿De verdad? —preguntó aliviado.
—Solo porque no quiero que Davina obtenga ese poder y me cae mal. Pero debes saber que si vamos a hacer esto, será a mi manera.
Slander asintió.
—Por supuesto. Avisaré del éxito de la misión.
—Como quieras —suspiró—, me voy a la cama, estoy agotada.
—Te alcanzo después, debo hacer algunas llamadas.
Unity hizo un ademán mostrando lo poco que le importaba, se levantó y se fue hacia las escaleras. Aún no podía confiarse en Slander, quizás él tenía buenas intenciones, y podría usar al chico para que Etrenur estuviera en buenas manos. No obstante, una parte de ella le decía que en realidad no valía la pena preocuparse por ese asunto, siempre y cuando no le afectara. Tampoco le importaba si Davina lograba deducir el camino o no.
O al menos eso creía.
Entró en la habitación quitándose la chaqueta y la puso sobre una silla. El cuarto era aburrido, contaba con dos camas individuales, una mesa, dos sillas, el baño y una ventana que daba una vista a la cortina de hierro y a la ciudad sumida en oscuridad, siendo iluminada solo por las luces de las casas. Apenas había pasado poco tiempo, pero aun así extrañaba su nave, no se sentía segura sin ella, era su medio de escape y quien la protegía de los peligros del espacio.