El aprendizaje.
Todo comenzó de nuevo una mañana, tenía un nuevo cuerpo que cuidar, pero ya no me consideraba un gigante, y mis extremidades ya no se veían largas como una serpiente. Ahora los pelitos que habían en todo mi cuerpo no se podían comparar con los de las cucarachas, porque me di cuenta que no son lo mismo. Mis piernas ahora tienen la misma capacidad física que las tuyas, porque puedo caminar largas distancia sin caerme. Mi color no cambió en nada, seguía siendo de un blanco hueso muy feo, como el color de la polilla que depositó sus huevos; luego sus larvas comieron de mí.
Todo lo que conocía se volvió pequeño cuando crecí, las cosas que creía grandes son pequeñas, y las cosas que creía pequeñas ahora son muchos más pequeñas. No todo cambió, aún seguía conservando algunas de mis funciones mecánicas como hongo, mi micelio se expande incontrolable cuando lo siente necesario. Una red de conexión, sobre tierra, alimentándome, llenándome de información, de algún lugar no lejano, nuevamente de algo en el suelo me alimentaba cada día.
Me muevo libre por el lugar sin llegar a ensuciar mi cuerpo. He encontrado “tesoros” como los llama Arturo: monedas de centavo, cepillos, cajas de cartón, botellas de vidrio y una lija para uñas. Me di cuenta de muchas cosas, el animal que una vez removió la tierra nunca tuvo patas, el que quiso comerme no tenía dientes, y la cosa que calló a mi lado el día que cambié, tenía plumas y no volaba. Arturo viene los días que puede a visitarme ,y de vez en cuando cortar el micelio que tengo enredado en mi cuerpo. Él me gusta mucho porque es amable y siempre me está enseñando cosas nuevas. Cada día en la choza se volvió algo de mí cotidianidad, y comienzo a aprender con mi nuevo profesor.
–Se que tienes un gran vocabulario, uno grande porque no has parado de hablar, pero no sabes escribir o leer esas palabras que salen de tu boca o ves en los libros y creo que es algo importante –Dijo con bolígrafo y papel en mano mientras se acercaba a la mesa de madera –, hoy lo aprenderemos. Empezamos con las vocales, está la A, y la a minúscula, ésta es la E y la e minúscula; ves que es fácil, ahora, éstas es la I, y la i minús-
–¿Por qué tengo que aprender todo esto?
–Ah, es para un mejor desarrollo en tu aprendizaje… bueno, si eso responde tu pregunta, sigamos. Está la O, y la o minúscula, y por último la U-
–No lo entiendo –Arturo me miró de una forma no tan agradable –, no lo entiendo, quiero aprender cosas nuevas, pero esto no me gusta –, Arturo se quedó un momento meditando y dijo.
–Aprendamos de otra manera, ¿Sabes que es un avión? –Yo negué, conocía la palabra pero no sabía identificarlo con imágenes –, esta palabra empieza con la primera vocal, A de avión: es un medio de transporte que utiliza timones y alerones, estos últimos son unas pestañas a cada lado de las alas; también necesita un motor para mantenerse en vuelo –. Sus explicaciones resultaban espléndidas, con su celular me mostraba imágenes de cada cosa que no sabía, y fue una tarde de mucho aprendizaje –. Entonces ¿Qué fue lo que aprendiste hoy?
–Aprendí las vocales, como la A de avión, la E de elefante, la I de iglesia, la O de oso y la U de uvas; también logro relacionarlas con otras palabras como: aprender, estudiar, imaginación, ongo y único –, me sentí orgulloso por mi gran progreso y Arturo estaba igual de orgulloso porque me sonreía amablemente.
–Pero “hongo” lleva H al principio –Escribió la palabra en papel –esta es la H, ¿Ves?
–Yo no entiendo…
Una fuerte carcajada se disparó por toda la casa, al principio no sabía que pasaba, y al final tampoco, por alguna razón también me dio ganas de reír –¿Por qué te ríes?
–¿Por qué lo haces tú?
Me explicó con detalle porque la palabra “hongo” lleva H, y como otras palabras lo hacían también, por lo mucho que traté de comprender, no encontré razón de hacer la escritura así de compleja. Arturo fue muy paciente, y cada día que pasaba me enseñaba un poco, creo que mi aprendizaje fue de las cosas más rápidas, y en pocas semanas ya sabía hacer oraciones pequeñas y leerlas. Ese mismo día cuando me enseñó las vocales, me regaló un libro donde podía practicar la lectura y escribir, al final del libro habían trabalenguas, cuentos y una fábula. Y un nuevo día comenzó igual.
–¿Qué hay más allá del prado? –Mi pregunta estalló en una de las clases del día –, ¿Qué hay más allá del prado?
–Concentrémonos ahora en los estudios. Ya nos falta poco para terminar el libro, ¿No estás feliz con eso?
–¿Qué hay más allá del prado? –Pregunté de nuevo anhelando una respuesta.
Resopló y dejó los libros de estudio –, más allá del prado está la ciudad.
–¿Qué hay más allá de la ciudad?
–Están las diferentes ciudades de nuestro país.
–¿Y más allá de las ciudades?
–Se encuentran nuevos país, y en esos países hay ciudades, donde cada ciudad tiene personas y esas personas tienen personitas dentro de su cabeza, algunas están de cabeza, otras veces están colgadas o saltando en un pie. Porque todas están llorando, o riendo, y son azules y amarillas.
Pero quedé más desconcertado y curioso de lo que estaba antes. Arturo dice que mi mente es como la de un niño de ocho años y en ese momento le di a entender que tenía ocho días, esa vez se río tanto que dijo que estallaría, no entendía y él no quería explicármelo porque estaba tan concentrado en parar y seguir con sus libros aburridos, ahora me encuentro en la misma situación, él riendo y yo quiero una explicación.
–Te vez muy lindo cuando estas confundido, toda respuesta llegará a su tiempo, por lo pronto el único sitio que queremos visitar será el libro de lenguaje y qué es una metáfora.
Espero les guste el capítulo. Si encuentran un error no duden en avisarme ❤️🍄