El mundo del paraíso: palabras.

26: Aprendí.

Las olas golpean contra mi rostro,
la arena se escabulle entre mis dedos,
el sol pega de lleno en todo mi ser,
pero nada se parece a lo que tú me hacías sentir.

Y si pudiera cambiarlo, lo haría,
pero ya no estás conmigo.

Aprendí a desarmar la cuerda
y me dejé caer a pedazos 
que volvieron a unirse
en una sola pieza;
me armé de valor.

Comencé a experimentar nuevas sensaciones
que antes parecían borrosas;
floté en el aire fresco de la gran ciudad
mezclando nostalgia con algo de ansiedad;
crecí formando hilos de amor a mi alrededor
con hebras resistentes que soportaron el temor;
caminé también sobre cimientos que parecían demolerse
los cuales he llenado de sonrisas al pisarlos muy fuerte.

Este camino no fue fácil de transitar
pero en el proceso me crucé con almas coloridas,
otras viejas y arrugadas, 
algunas felices, otras desalmadas;
variedad de tristezas, anhelos y pobrezas,
algunas muy distintas, otras muy iguales
y todas provenientes de un mismo lugar.

Existieron amores, 
duraderos y pasajeros,
algunos se quedaron, 
otros ya se fueron,
pero todos me enseñaron,
tanto del amor como del dolor.

La vida misma fue una enseñanza,
fue una carrera y una esperanza,
y en todos los días hubo algo nuevo.

Descubrí que algunos necesitan más tiempo que otros,
y que otros no necesitan de tiempo siquiera.
Que muchos toman las riendas de sus decisiones,
y a muchos les manejan la forma de decidir.
Que mientras hay alguien que sueña cosas imposibles,
también hay alguien que elige hacer realidad sus sueños.

Que hay quienes fallan 
y quienes cumplen,
quienes son fieles 
y quienes se engañan,
que cuando uno es feliz en lo poco,
hay otros que están tristes teniendo mucho.
Que mientras decido amar,
también hay alguien que decide odiar.
Y que cada persona buena 
puede cambiar a una que no lo es.

Aprendí, entonces, 
que nunca fuimos 
lo suficientemente compatibles.
Teniendo diferentes visiones 
y distintos pensamientos, 
me cegaba el amor,
pero ahora entiendo
que por mucho que yo daba,
las matemáticas no lo hacían.

Me construí, así, 
una casa alrededor del corazón. 
Allí habitan todas estas costumbres
y aprendizajes que antes no existían,
que antes no sabía cómo hallar. 

Me fui moldeando
y llenando de información,
me convertí en una mente sabia,
tanto en acciones como en versos.
Mas no me enorgullezco 
de estas palabras ni de estos verbos.

Mientras los demás 
se quejan unos con otros,
por muchas y pocas cosas, 
yo disfruto de estas sensaciones, 
aromas y sabores 
de lo que es la vida.

Del mar, la arena y el sol,
que siempre tienen 
valores para compartir; 
así aprendí.



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En el texto hay: poemas, poemario, poesía.

Editado: 24.07.2020

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