¿Qué esperan? Salgamos por ahí.
Busquemos a personas nuevas,
con quienes poder compartir.
Regalemos sonrisas genuinas,
allí donde reina la falsedad.
Debemos de repartir la luz,
llevando el mensaje de Jesús.
Hablemos desde el corazón,
sin odio, rencor o temor,
sin discriminar a nadie,
aceptando a todos por igual,
con la mayor honestidad,
sin mentiras o engaños,
mostrando la verdad.
Respetando cada decisión,
ya cada quién sabe lo que hace
o el lado que quiere elegir.
Porque no estamos para juzgar,
sino que vinimos para servir.
Con calma, sin asustarlos,
sin la iglesia o algo religioso,
sólo contemos lo bueno
que Él ha sido con nosotros,
nada exagerado sino la realidad.
Dejemos las teorías de lado,
llevemos una Biblia en la mano.
Porque no hay nada más sincero,
que la Palabra del mismísimo Rey,
quien cuenta Su historia tal cual fue.
Vayamos al lado oscuro,
donde nadie más quiere ir.
La venida del Señor está cerca,
pero aún quedan almas por tocar,
salvemos a todo aquel
que desee llegar al altar.
¡Vamos! Con valentía y puro amor,
que la recompensa será grande,
y si, de todos modos, no la hubiese,
mientras la sonrisa del Padre se ensanche,
todo habrá valido la pena y el riesgo.
Porque nuestro Dios verdadero no falla,
tal como a nosotros, los recibirá en casa.
Ha de rebosar mi ser,
pues el cielo está de fiesta,
y ya podemos, por gracia,
sentarnos en Su mesa.