Tras una tarde de enero te vi llorar,
Suplicando con fuerza que mi partida no se diera,
Y aunque no entendía tus motivos, confieso que un dolor sentí,
Pues tan solo verte llorar, mi corazón se sentía morir.
Recuerdo tomar tu mano y sonreírte con dulzura,
Mientras veía tu carita confundida por tal gesto de mi parte,
Y es que por un momento sentí, que era todo lo que podía entregarte,
Porque el tiempo se acabó y yo ya debo de irme.
Ante ti me acerque,
Y juntando mis labios con los tuyos me despedí,
No sin antes llegar a prometerte, lo que siempre recordarás,
Una mañana de enero, cuando menos te lo esperes,
Nos volveremos a ver, amor.