Cleo Draketers no era alguien normal, ella misma lo dijo miles de veces. Creció en los barrios bajos de ese planeta, clamado como Tera. Un planeta de gran variedad de colores, flora y fauna. Pero gracias al ser humano, la división fue hecha.
Siendo recogida y criada por la PDU y enseñada a observar, su raza, de ser una simple humana, fue transformada en la forma negativa de los zuum. Su piel fue convertida en polvo y reconstruida en un cubo. Pero sus planes fueron volcados, en vez de soltar niebla; había nacido una nueva raza.
La raza, entonces llamada «luminosas», en vez de niebla, era una potente luz, era sólida y tenía una femenina figura. A raíz de esto se pensó que se tendría que hacer un macho, pero la luz rechazaba el contacto con cualquier raza.
En busca de encontrar una pareja para aumentar su población, aumentaron la seguridad en todo el universo. Pero no para asegurarlo, si no que era para encontrar su pareja.
Había poco que se sabía de ellas, pues habían nacido apenas hace poco tiempo. Pero se descubrió algo contradictorio.
Con las múltiples pruebas que la pusieron a prueba, se descubrió que eran extremadamente parecidos a los zuum.
Las luminosas podían cambiar de forma, dejando cubierta su debilidad; un cubo dorado. El mismo parecía cumplir lo que para un oscuro su niebla. La única diferencia de esto era que el cubo dorado no formaba algo oscuro y de niebla, sino una dura y desarrollada luminosidad de color amarilla, tomaban dos ojos blancos que al igual que un zuum, estarían rasgados.
Si alguien conociera estás dos razas, pensarían que ambos son la misma raza, pero que uno sería el macho y el otro, la hembra.
Cleo era el primer ejemplar conocido, pero tras muchos estudios se notó que en realidad no lo habían hecho, si no, despertado. Eso era algo contradictorio, pero no sé podía negar que era verdadero.
¿Quién diría que una mortal tendría algo tan especial en su interior? Los «entrenamientos» le habían despertado.
Cleo, en agradecimiento de tan gratitud con la organización, decidió cumplir su misión y se entregó en cuerpo y alma a la PDU. Tras cierto tiempo de haber completado misiones, le entregaron una extraña misión.
—Agente de rango viajero, Cleo Draketers, repórtese a la oficina del director mayor de la PDU—Sonó en las bocinas de la base espacial A4.
Cleo tras escuchar rápidamente creó un portal de color naranja y avanzó a través de él. Cuando pasó eso, el pasillo blanquecino fue cambiando poco a poco hasta volverse una oficina. Un gran escritorio con una pantalla de color azul estaba ahí, frente a donde había parado. Miró su alrededor por simple curiosidad; paredes cubiertas de fotos digitales en los costados. Parecería un cubo gigante de color blanco si no fuera por eso.
Finalmente regresó su mirada al frente, la azulada pantalla empezó a cambiar.
Un brillo blanco empezó a salir antes de que un hombre se viera.
—Cleo Draketers, primera mujer que se descubrió era de raza luminosa, rango viajero; trescientas veinticinco misiones completadas, cero incompletas—Habló en una altanera voz. Su figura se notaba borrosa, pero se notaba que incluso así, sus músculos remarcaban a través de todo.
Cleo se mostró notablemente irritada por la palabrería del director, incluso parecería que se iría en cualquier momento.
—Hoy, tendrás una misión más, debes escucharla seriamente, será la más meticulosa y peligrosa de todas las anteriores.
Eso exaltó a la agente, había visto muchas cosas a lo largo de sus más de cien misiones, complicadas a más no poder; ¿¡Pero ahora venían con que sería aún más complicada!? ¡Se puso nerviosa de solo pensarlo!
—Tienes que ir a éste planeta y vigilar a éste ser, poco a poco se tomarán las medidas explicadas en el paquete. Comentó con mera tranquilidad, raramente lo hacía y era cuando se ponía a hacerlo con seriedad. Agarró un paquete, lo movió entre sus manos, era una carpeta de color negro con 8 letras, «El Único» fueron las dos palabras en rojo carmesí que remarcaban en toda la carpeta oscura.
Ella se confundió, era la primera vez que veía una carpeta así; Siempre le entregaban carpetas de color amarillo o incluso café, pero está vez venía diferente.
Lo hojeó para aprenderlo de memoria, sorprendiéndose por su contenido. Mencionaba un planeta poco reconocido, un equipo de soporte inclusive estaba detallado explícitamente.
Luego lo dejó nuevamente en el escritorio, con una idea clara de lo que tenía que hacer.
El director sonrió con satisfacción antes de guardar los papeles en una caja, luego activó un botón. Miró la joven enfrente suya y se despidió.
—Puedes retirarte, agente—. Comentó ya satisfecho.