Viernes 21/Marzo/2014
09:00 p.m.
El universo se lleva la contraria muchas veces; como hoy, que decidió que un día nublado sería perfecto para dar inicio a la primavera.
Durante la mañana, Lizeth, Sofía y yo nos dimos a la tarea de salir de compras en busca de nuestro vestido perfecto para el baile de graduación. Además de la boda, el baile de graduación y la fiesta de quince años son de los eventos más importantes de una mujer, y el vestido es el 89% del valor de ese día.
Almorzamos en un pequeño café de la zona y después comenzamos con la tarea.
La primera en encontrar su ideal fue Lizeth, puesto que ella piensa que es aún más importante el maquillaje y el peinado que la ropa. Optó por un vestido corto color rosa brillante, ajustado en las caderas y con dos pequeños lazos que permiten amarrarlo en la espalda
Para Sofía le elección fue fácil, puesto que todo le queda bien. Un vestido largo y strapless color azul pálido fue su elección final.
Sin embargo yo, fui todo un caso. No encontraba el vestido perfecto, porque si, tenía que ser perfecto, era una noche con la que soñaba desde niña, no quería usar cualquier cosa. Además, cuando algo me gustaba, no me quedaba bien, y cuando algo resaltaba mis "atributos" no me gustaba.
Paseamos por varios lugares, recorrimos las tiendas con la mayor rapidez que una mujer puede permitirse al estar rodeada de tanta ropa hermosa.
Terminamos agotadas y con el tiempo contado para llegar al instituto a tiempo, pero no encontramos ningún vestido que me convenciera. Ambas prometieron ayudarme el fin de semana a buscar uno, aunque no estoy muy segura de que cumplan su promesa, pero bueno, tal vez el vestido sea quien termine encontrándome.
Estos días en la preparatoria se han convertido en una especie de cuenta regresiva.
Hemos estado buscando papeles, arreglando cuentas y hoy, fueron las fotos decorativas de toga y birrete. Todos se veían bastante satisfechos, sobre todo Sebastián. Se sentía un ambiente tranquilo, estábamos a punto de terminar un nivel más en este vídeo juego llamado vida.
Y, hablando de la vida, Lizeth organizó una cena en honor a su mayoría de edad, será mañana en su casa. Está muy emocionada, después de mucho insistir convenció a su novio de ir, nunca me ha caído muy bien, pero a ella se le ve muy feliz.
Al único que noté triste y nostálgico (además de a mí) fue a Iker. Quise correr a preguntar cómo estaba y que pasaba por su cabeza que ocasiona ese semblante tan sombrío en él, pero se mostró distante. No puedo hacer mucho por alguien que no quiere ser ayudado, aunque mi corazón muera por salvarlo.