El Novio de mi Mejor Amiga

Capítulo 4.- La Alegría suplicando Luz (436)

Lucero

Había invitado a Alaia a mi casa, había pasado una semana desde que la presente a Alan, y realmente necesitaba saber que pensaba.

—¿Y bien que te pareció Alan? —le pregunté tras un rato de jugar, mientras ambas estábamos acostadas en mi cama mirando el techo.

—¿Solo me invitaste para saber que opinó de él? —devolvió la pregunta, eso me pareció molesto.

—Prometimos que ningún chico rompería nuestra amistad —le respondí—, para eso es necesario que ambos se acepten.

Ella no me miró, parecía pensativa.

—No es obligatorio que sean amigos, pero por lo menos necesito que mi pareja y tu puedan soportarse —le expresé, un poco decaída temiendo que su falta de respuesta significara que no le caía bien.

—Quisiera decirte que lo odio, pero no puedo —finalmente respondió—. ¿Él te hace feliz? —preguntó cabizbaja.

—Lo hace —respondí despacio sin entender sus palabras.

—No tengo nada en contra de que estés con él, ambos son perfectos el uno para el otro —expresó con calma. Pero luego se volteó con rapidez quedando sobre mi.

—¿Qué haces? —pregunté sorprendida, mi mente no comprendía porque ella actuaba así.

—¿Te puedo pedir un favor? —preguntó sin mirarme a los ojos.

—¿Qué favor? —pregunté por primera vez insegura en su presencia.

—¿Me dejas besarte? —pidió ella.

“¿Besarme? ¿Ella? ¿Por qué ella quería eso?”

—¿Qué? —pregunté sin salir de mi conmoción.

—Besarte, yo, yo necesito saber algo y es la única forma que se me ocurre para tener la respuesta —dijo en un tono que prácticamente era de súplica, parecía desesperada, nunca la había visto cambiar su rostro tan rápidamente.

—Alai, yo tengo novio, esto no estaría bien —respondí.

—No tiene que saberlo.

—Es mi novio no podría esconderle algo así, y…

—No le va a molestar, y si se molesta yo haré que te perdone, por favor —me sentía incapaz de rechazarla, era extraño.

—No creo yo poder soportar si el besara a alguien más, como podría hacerlo yo y… —ella acercó su rostro al mío.

—¿Y si esa persona fuera yo? —me preguntó al oído.

—¿A qué te…?

—A nada que haya pasado ni que pasará si tu no quieres —sin darme oportunidad a responder nuevamente ella junto sus labios con los míos. Unos segundos después se separó—. Ese idiota tenía razón —dijo suave, solo lo cerca que estábamos me permitió oírla.

Se lamió los labios y se levantó.

—Lamento esto Luz —que usara ese diminutivo me pareció raro—, hablaremos luego si así deseas. —me dijo en forma de despedida y salió corriendo. Intenté alcanzarla, detenerla, pero no pude. ¿A que demonios se refería?




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