El nuevo papá de Stevie

Capítulo 7: Danielle

Capítulo 7

Danielle

De reojo observo a Stevie meter las cucharitas de plástico en un envase ordenadamente, justo como se lo pedí. El chico es extremadamente bueno siguiendo instrucciones, solo tuve que decirle una vez cómo hacer el trabajo y él lo captó a la primera.

—¿Te ayudo en algo más? —pregunta una vez pone el bote de las cucharas en su sitio.

También es extremadamente detallista. Nunca le dije al chico dónde iban las cucharas, él vió dónde estaban y lo devuelve a su puesto sin preguntar.

¿Cómo es que su madre no quería seguir teniéndolo con ella?

Es evidente que el problema es ella. No lo dudaba, pero con cada momento que paso al lado de este niño esa certeza no hace más que crecer.

—No, con eso está bien. —Miro la hora en mi reloj, preguntándome qué le está tomando tanto tiempo a Logan en el despacho de abogados—. ¿Quieres un poco de limonada? Está haciendo mucho calor.

Él asiente, aunque su mirada preocupada fijada en la puerta me dice que no me está prestando toda su atención.

—Oye, no tienes que preocuparte sobre si Logan va a volver, él lo hará, solo tuvo que ir poner algunas cosas en orden para poder pasar el día contigo —intento tranquilizarlo—. Y Logan no te dejaría solo nunca.

Baja la cabeza, apesadumbrado, y mi corazón duele por él.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque lo conozco —aseguro, agachándose delante de él para que me mire a los ojos—. Es un buen hombre y no va a deshacerse de ti aunque hayas llegado de sorpresa. Si dijo que iba a quedarse contigo, lo hará.

De hecho, está hablando con un abogado para hacerlo legal y que su madre no pueda llevárselo de regreso en caso de que ella vuelva, pero no puedo decirle eso a Stevie. No sé qué motivos tiene Logan para no decirle, pero puedo imaginarlo; Stevie no ha dicho que no quiera regresar con su madre y estoy completamente segura de que él le extraña incluso cuando ella fue mala con él, y si esa mujer regresa y Logan no hace nada para retener a Stevie con él, él va a regresar con ella por cuenta propia y eso es algo que no puede permitir. Esa mujer ya le ha hecho mucho daño, dejándolo en un lugar desconocido sin tener la seguridad de que alguien cuidaría de él.

Ella no puede continuar haciéndole daño y Logan tiene que hacer que eso suceda por la vía legal.

—No quiero quedarme solo, Danielle.

Oh, Dios, creo que voy a llorar.

Lo abrazo, llevándolo contra mi pecho. Los ojos se me humedecen por la impotencia al no poder eliminar sus inseguridades.

Esa mujer va a pagar caro haberle hecho tanto daño a este pequeño.

—No lo harás, te lo prometo —murmuro contra su cabello—. Logan no va a dejarte solo, eres su hijo y te quiere.

Permanecemos en esa posición por un buen rato hasta que tengo que separarme de él para servirle café a los últimos rezagados luego del desayuno. Son más de las diez y la cafetería se ha vaciado. Logan lleva media hora desaparecido y mi temor a que las cosas sean complicadas para él aumentan con cada minuto que pasa.

¿Qué lo puede estar reteniendo?

Al fin, la campanilla suena y él entra, esbozando una sonrisa en dirección a Stevie. El niño luce aliviado de verlo y prácticamente corre hacia él para abrazarlo por la cintura. Las cejas de Logan se arquean de la impresión, pero rápidamente la sorpresa se va para ser reemplazada por una sonrisa de felicidad genuina.

Se corta la respiración.

Nunca había visto a Logan tan feliz por algo o alguien. Él siempre ha sido el tipo de sonrisas seductoras, cínicas y divertidas, y aunque he visto vestigios de verdadera felicidad cuando está con Anya, nunca había sido tan evidente y brillante como ahora.

Aparto la mirada, negándome a dejarme influir por ello. Que Logan sea bueno con su hijo no significa que sea para mí.

—Lamento haberme retrasado, Steve —le explica al niño, también dándome unas miradas como si quisiera que yo escuchara lo arrepentido que está por haber tardado—. ¿Vamos a la tienda?

Stevie asiente y se gira hacia mí.

—Vamos, Danielle.

Logan me dirige una mirada petulante.

—Sí, vamos, Danielle —repite con sorna.

Al tipo le alegra que alguien sea capaz de mandarme sin que yo me queje, y que esa persona sea precisamente su hijo es lo que lo tiene así de pletórico.

—Voy a recoger mis cosas y a avisarle a Paul que me voy.

Entro a la cocina para dejar mi delantal y tomar mi bolso, le hago una seña a Paul y él alza un pulgar. Regreso con los chicos a la parte delantera, poniendo mi bolso en mi hombro mientras salgo de detrás del mostrador.

—¿Lista? —pregunta Logan.

—Siempre.

Nos subimos a su auto mientras Stevie nos cuenta sobre algo que leyó en un libro de curiosidades la semana pasada y me hago una nota mental para comprarle algunos libros que puedan entretenerlo. Logan sale del estacionamiento de la cafetería y recorre un par de calles para luego cruzar a la derecha y continuar por unos metros hasta la tienda departamental. Es lo suficientemente grande como para contener todo lo que podríamos necesitar para comprar las cosas de la habitación de Stevie.




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