El nuevo papá de Stevie

Capítulo 8: Logan

Capítulo 8

Logan

Como era de esperarse, Danielle consigue todo lo que necesitamos y a un precio increíble. No es que iba a negarle algo a Stevie por más caro que fuere, pero es bueno saber que alguien se preocupa por mis finanzas.

De hecho, ella me lo hizo saber cuando le dije que el precio no importaba.

—Tienes que hacer un plan de ahorros para la escuela de Stevie, la universidad y un fondo fiduciario, por más pequeño que sea este último puede ser de mucha ayuda para tu hijo en el futuro.

Me gusta que se preocupe por el futuro de Stevie, me hace pensar que él de verdad le importa, y me pregunto si puedo ganarla nuevamente con la ayuda de mi hijo.

No es algo que esté planeando hacer, pero voy a dejarlo como una posibilidad abierta.

Miro el maletero de mi auto lleno con sábanas, carteles, lámparas, libros y demás adornos que Danielle encontró que iban con el tema de los astronautas. También me ayudó a elegir ropa para él. El pobre chico trajo consigo una mochila y nada más, no debe tener ropa suficiente para una estadía permanente.

Cierro el maletero y rodeo el auto para ponerme detrás del volante.

—...una mantarraya y también un pulpo. —Está diciendo Stevie animadamente—. ¿Sabías que los pulpos pueden regenerar sus brazos si pierde alguno?

Es como un libro de curiosidades andante. Cuando está relajado no para de decir datos curiosos sobre cualquier cosa. El niño ha leído un montón y puedo decir que es más listo que yo.

—No lo sabía —responde Danielle con una sonrisa mientras se pone el cinturón—. ¿Tienes algún otro dato de los pulpos?

—Sí —Stevie rápidamente se anima—, tienen tres corazones, uno para los órganos y los otros dos para las branquias; en los brazos tienen el 60% de sus neuronas; las hembras provocan su muerte luego de liberar los huevos fertilizados; y su sangre es azul porque tiene hemocianina, una metaloproteína que tienen algunos invertebrados que tiñe su sangre de azul.

¿Es posible que este niño tan inteligente haya salido de mí? Dios sabe que yo soy capaz de retener demasiada información y por eso tuve que quedarme con el trabajo duro porque en una oficina no iba a ser de mucha ayuda.

—Eres muy inteligente, cariño —lo alaba Danielle y, por el retrovisor, lo observo sonrojarse—. ¿Te gusta leer?

Asiente enérgicamente.

—Sí, también me gustan las matemáticas, aunque no soy bueno en los deportes. —Esto último lo dice con vergüenza, cosa que no debería sentir para nada.

—No podemos ser buenos en todo —intervengo, incorporándome a la tranquila calle de media tarde—. Mírame, yo era pésimo en la escuela, pero sé cómo llevar una granja entera.

Danielle me da la razón, asintiendo.

—Es cierto, yo no soy buena con los números, pero hago unos pasteles geniales.

—Los mejores, diría yo.

Ella me dirige una mirada dura, pero está luchando para ocultar su sonrisa.

¡Bien! La estoy haciendo sonreír por mi propia cuenta. Es un gran avance.

Stevie se levanta y se asoma entre los dos asientos delanteros.

—¿Puedo obtener uno? —Cuando hace la petición, parece creer que ha traspasado una línea y vuelve a sentarse, su alegría pasando a la vergüenza—. O no tienes que hacerlo, disculpa.

Danielle se gira en su asiento para mirarlo a la cara. Detengo el auto frente a la cafetería y me giro también hacia él.

—No tienes que disculparte, cariño, solo tienes que pedirlo por favor y lo haré para ti —lo tranquiliza con una voz calmada y dulce—. No tengas miedo de pedir lo que quieres, Stevie. Tu padre y yo no vamos a enojarnos, y a tu abuela tampoco va a importarle.

Stevie alza los ojos, sorprendido.

—¿Mi abuela?

—Mi madre —sonrío—. Vas a conocerla esta noche.

Stevie sonríe de nuevo y me siento mucho mejor. Cuando se siente mal por cosas que su madre le pedía que no hiciera antes me dan ganas de ir a buscar a esa desgraciada y darle su merecido. Es una suerte que no esté aquí o ya habría hecho que la echaran a patadas del pueblo.

—¿Quieren almorzar conmigo? —pregunta Danielle, agarrando su bolso—. Paul prometió hacer pollo con patatas y debo decir que le quedan muy bien.

—A Paul todo le queda muy bien, Danielle.

Ella hace una mueca, dándome la razón.

—Así es, y ustedes no pueden negarse al pollo con patatas de Paul.

Miro a Stevie.

—¿Quieres comer aquí y luego vamos a ordenar tu habitación o quieres que vayamos a casa directamente?

Sus ojos llenos de duda buscan a Danielle.

—¿Vendrás con nosotros a casa?

Ella hace un puchero de lo más lindo.

—Tengo que trabajar, pero puedo pasarme luego de que regresen de casa de Marie.

—Marie es mi madre —le aclaro a Stevie cuando su ceño se frunce—. ¿Qué dices?




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