El obsequio

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Raquel le tenía un regalo el simple hecho de tener un regalo por esa persona le agradó, porqué meses atrás habían tenido una disputa intensa, creía que Raquel con ese regalo, estaba intentando hacer las pases de su amistad, pues lo celos de Raquel, estaban al borde de la locura porque Alanís en la universidad, tenía nuevas amistades. Así pues, iba a recibirlo de la manera que es aceptado un obsequio con una sonrisa en los labios. No era su cumpleaños ya había pasado unos meses atrás; sin embargo, era una especie de compensación porqué Raquel no había estado aquel día.

El obsequio estaba en una habitación muy grande dónde había una cama matrimonial con una hermosa colcha con adornos de color marrón y verde seco. Las paredes eran azul marino y pareciera que ese cuarto era ocupado por una mujer mayor de sesenta años, por los adornos de porcelana que daban vida al inmueble. Raquel la guío hasta la orilla de la cama y con su mano le señaló que podía abrir el regalo; así pues, miró la caja de color blanco con un listón rojo que adornaba todo el cubo hueco de cartón con un moño del mismo color en la tapa. Quitó la tapa de la caja. Vio un fondo azul oscuro de terciopelo y tres secciones separadas; lo que siguió le dio horror; su regalo consistía en tres dedos. Tres dedos que pertenecieron a tres personas importantes en su vida y cada uno, tenía una etiqueta con una inicial; fue por eso que de inmediato reconoció aquellos dedos que eran los anulares. 


Los primeros dos dedos eran del mismo tono de piel morena; uno tenía esmalte de color rojo con un anillo pequeño de oro y la inicial P. El segundo tenía otra F y por último, el tercero cuya inicial no hizo falta porqué era el dedo de su amiga más querida de la preparatoria provocó que comenzará a llorar asustada. 
Mientras tanto Raquel, reía. El placer siniestro que tenía por ver su horrorizado rostro, era la venganza más hermosa y deliciosa que había disfrutado. Estaba enferma de celos y envidia por perder a su ex mejor amiga en el mundo. Sintió la traición después de haberla confrontado, pues a Alanís actuaba como si ella nunca hubiera existido. Aunque la historia por parte de Alanís es completamente diferente, pues sufrió acosos cibernéticos junto con mentiras sobre todo su círculo de amistades por parte de Raquel. Así que decidió cortar su amistad por lo sano. 

Las carcajadas de su examiga era tan fuertes y macabras que retumbaban en su cabeza, provocando terror en su mente, pues no daba crédito a la acción tan siniestra que había ejecutado. Tenían una amistad y no era justo qué se metiera con personas que ella quería con el corazón. Entre lágrimas de tristeza y miedo se llenó de coraje. Pudo observar a su interlocutora entre una pantalla de agua salada y con la voz titubeante preguntó: 

— ¿Qué les hiciste? — Tenía miedo. Miedo de esa mujer que había llegado al límite de su locura. Terror al pensar que quizá próximamente no fueran unos dedos y fuera a atentar contra la vida de un ser querido. Tal vez era un engaño; sin embargo, conocía los dedos de cada una de sus amiga y, al final del corte había sangre seca, lo peor fue que podía olerla.



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En el texto hay: sangre, regalo, dedos

Editado: 15.02.2019

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