El Ojo De Ender

9 | Rodeados

Aurora cerró la puerta detrás de ella, cargando un balde lleno de agua, y caminó hacia Clara, quien estaba acostada en uno de los sillones que habían encontrado al llegar. Una venda enorme rodeaba su cintura, de la cual se podía ver claramente una mancha carmesí que extendía su radio unos milímetros cada hora; eso ponía ansiosa a Aurora. Normalmente habría podido curarla en menos de un minuto con alguna de sus pociones, pero estaba lejos de casa y todas sus cosas estaban ahí.

La bruja se sentó al lado de ella y puso sus dedos índice y medio bajo su cuello, tratando de encontrar su pulso, sin embargo era tan débil que tardó unos segundos en encontrarlo. No pudo evitar mirarla con lástima, a pesar de que todavía sentía desconfianza.

Se levantó de la silla y caminó hacia otro de los sofás que estaban ahí para acostarse. Soltó un largo suspiro y se acomodó ¿Quién era esa chica que había puesto su mundo de cabeza? pensó al mirarla. Tenía que ser una traidora, tenía que serlo de alguna forma. A pesar de que ella y Charlie sentían que era inocente, sus instintos también le advertían de un traición inminente.

Sacó de su inventario la figurilla de madera que había agarrado de su cabaña antes de escapar de los guardias, y la observó, pasando sus manos sobre las vetas y el grabado hecho con cuchillo.

El chico que habían rescatado del campamento de Godor estaba a su lado, abrazando sus piernas sin decir nada. Aurora lo vio de reojo, su cabello era ondulado y bastante negro. Sus ropas estaban algo descuidadas, pero a pesar de eso estaba bastante limpio. El chico sintió la mirada de Aurora, y trató de fingir que no le importaba, aunque no era muy bueno en eso.

—¿Cómo te llamas? —inquirió Aurora tranquilamente mientras guardaba la figurilla de madera.

El chico parecía querer responder, pero titubeaba. Aurora se sentía extraña, a este punto ya habría encerrado a ese niño en un sótano por lo que había hecho. Un no sé qué en su cuerpo la hacía actuar de forma totalmente contraria a lo que pensaba querer hacer. «¿A quién le importa cómo se llama? si no fuese por este maldito niño Clara no estaría como está ahora» se dijo a si misma.

—Tobi —respondió al fin, sacando a Aurora de sus pensamientos. Su voz era lo suficientemente aguda como para que alguien se preguntara si en realidad era un chico.

La bruja había olvidado por un momento la pregunta que le había hecho, ya que había pasado mucho tiempo sin que él le respondiera; pero volvió a tomar el hilo de la conversación.

—¿Te obligaron a hacer eso?

El chico asintió con timidez, tratando de ocultar sus ojos rojos y acomodándose el cabello. La bruja apretó sus labios y se llevó una mano a la boca, ocultando su rostro del chico. «No, no, no... no hay forma en que piense que este niño es adorable. Aurora mantén la calma» pensaba, tratando de recuperar la compostura.

—No te preocupes. Hay mucha gente que se aprovecha de los demás en este mundo —le dijo más calmada.

El muchacho hizo un pequeño gesto de dolor que Aurora notó fácilmente. Se sentó y se inclinó hacia él para verlo mejor, entre tanto que él trataba de ocultar su nerviosismo.

—¿Estás bien?

—Es solo una quemadura —dijo ocultando la herida, mas era evidente que no era una leve.

—Déjame ver.

Cuando la bruja tomó su mano, el chico sostuvo la respiración y miro a otro lado para ocultar su rostro colorado. Luego de observar y analizar la herida, la chica sacó una botella con agua de su bolso y la vertió sobre él. Tobi se estremeció en el momento que el agua tocó la herida, pero poco a poco se fue tranquilizando a pesar de que aún le dolía bastante.

—Lo siento, tengo que desinfectarla, sino quedaría peor. Hubiera sido bueno que me avisaras antes —dijo la chica. «Eso no es verdad, no tengo por qué desinfectar su herida, ¿por qué lo estoy haciendo?».

—Lo siento... No quería molestarte, parecías ocupada. Además, era más importante que la vieras primero a ella —dijo refiriéndose a Clara.

Aurora sacó de su inventario un pedazo de tela y la empapó en agua antes de limpiar con cuidado la herida de Tobi.

—¿Eres curandera?

—Algo así...

Después de desinfectar la herida, sacó unas vendas y empezó a ponerlas alrededor de su brazo. Había confianza en cada movimiento. No era difícil darse cuenta que ella tenía experiencia en lo que hacía.

—Perdón —dijo el chico en voz baja, tratando de contener sus lágrimas.  

la bruja quiso decir algo, pero no creyó que podría llegar a ser de ayuda; probablemente hasta empeoraría la situación.

—Ellos me dijeron que no les harían daño; que solo tomarían lo que necesitaban y los dejarían ir. Nunca creí que llegarían a hacer esto.

Aurora sintió compasión por él y le regaló una leve sonrisa mientras terminaba de atar la venda.

—¿Cuántos años tienes? —le preguntó con curiosidad antes de hacer el nudo final.

—Voy a cumplir quince este año.

—Aún eres demasiado inocente como para desconfiar de los demás. Me habría pasado lo mismo a tu edad.

Tobi la observó a detalle por primera vez, con cuidado de no ser descubierto haciéndolo. La chica tenía alrededor de quince años al igual que él. Cabello corto y púrpura, ojos violetas, mejillas mullidas y labios coloreados de un rosa suave. Su veredicto: Era linda.

—¿Está bien si pregunto por tu edad? —dijo intimidado por su belleza.

Tobi sabía que la mayoría de las chicas son muy sensibles con ese tipo de preguntas, pero ya la había hecho, así que arrepentirse ya no serviría de nada, solo esperaba que no se enojara con él.

—Diecinueve —respondió tranquilamente.

—¿Diecinueve? —dijo algo sorprendido.

Estaba aliviado de que Aurora no se molestara, por un momento le pareció que sería el tipo de chica que se enojaría con ese tipo de preguntas.

—Las brujas tenemos una dieta muy eficaz —le explicó con una simpática sonrisa.



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Editado: 07.02.2023

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